jueves, 19 de mayo de 2011

On air: Democracia real, ya

Hoy no podía hablar de otra cosa. De hecho, no se habla de otra cosa en España. Las manifestaciones, concentraciones y movilizaciones que surgieron el 15M han sido el argumento de mi columna. En concreto las de Cádiz y las personas que allí se manifiestan.

Llevábamos meses pidiéndolo. Años si hablamos de la provincia de Cádiz y casi un siglo si nos referimos a la capital. Nos sorprendíamos de que tal y como estaban las cosas, con cinco millones de parados, con un desempleo juvenil del 50% y con esta clase política que no soluciona problemas sino que los genera, la gente no estuviera en la calle. El día que los parados salgan a la calle, ya veremos cómo acaba esto, advertíamos. Desde el domingo hay un movimiento ciudadano, espontáneo, apartidista y pacífico que ha salido a las plazas de nuestras ciudades para que las cosas cambien.
En la Puerta del Sol, en la plaza de Catalunya o en el Palillero, centenares de personas aguantan al raso como  simbólica fórmula de protesta. No son sólo jóvenes en paro, no hay únicamente antisistema. Hay muchas de esas personas que podríamos calificar de normales, las que pagan sus impuestos, buscan trabajo, llevan a sus hijos al colegio,... Personas que están ya hartas de la situación en la que viven.
En Cádiz es aún más especial. En Cádiz lo jóvenes tienen 35 o 40 años y se han enterado ahora de que antes éramos ricos. Se han enterado ahora que han venido a pedirles que paguen la nueva crisis, cuando siempre han estado sumidos en la crisis de contratos precarios, salarios bajos, viviendas imposibles, despidos improcedentes y falta de perspectivas.
Era tan evidente el rechazo, el hartazgo, que el movimiento social tenía que llegar. Pero no es un movimiento apolítico. No es cierto que todos los políticos sean iguales. Tampoco que necesitemos gestores sin ideologías. Esos caminos conducen irremisiblemente al fascismo, a los salvapatrias. Gobernar consiste, esencialmente, en priorizar unos intereses sobre otros. Lo que pide la gente que está en la calle, lo que pedimos, es que los gobernantes dejen de anteponer los intereses de los poderosos y sus intereses propios para defender los intereses de las clases populares.
No puede ser que la crisis la paguen los asalariados y los parados, que las listas electorales estén repletas de imputados, que un votante popular o socialista valga diez veces más que el de un partido pequeño. No puede ser que el Estado esté controlado por el bipartidismo que todo lo invade y que no deja sitio para la actividad de la sociedad civil, que la política la dicten los mercados, que devolver la vivienda no salde la deuda hipotecaria, que el dinero que se niega a los parados se lo hayan entregado a los bancos.
Hay muchas cosas que cambiar. Probablemente, no tantas como en Egipto, Túnez o Libia, pero sí que hay demasiadas cosas que nos hacen indignarnos Un buen momento para cambiar son las elecciones. Pero no es el único, porque nuestro voto no es un cheque en blanco. Aunque sigamos votando.

1 comentario:

  1. Está bordado el comentario. Veremos si el rebaño lo sabe llevar a cabo o sale Rubalcaba a decirnos otra vez que España no se merece un gobierno que nos mienta.

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