jueves, 29 de septiembre de 2011

On air: El Congreso que nunca fue


La ventaja que tiene el blog sobre la radio es que puedo colgar el vídeo que da origen al articulo. El anuncio de que Cádiz sería sede del V Congreso de Cultura Iberoamericana. Sería, pero no lo va a ser y la culpa, como siempre, es de los de fuera.



El 17 de septiembre de 2010 nuestra querida y nunca suficientemente bien ponderada señora alcaldesa, anunció que Cádiz sería sede del V Congreso de cultura iberoamericana. La noticia se publicó en los diversos medios y Onda Cádiz emitió uno de sus habituales publirreportajes disfrazado de noticia con declaraciones de la señora Martínez afirmando que era un logro que suponía la consolidación del trabajo que venía haciendo el Ayuntamiento de Cádiz desde el año 1999. Para quien tenga curiosidad, aquí arriba se puede ver el vídeo de youtube.
Justo un año después nos hemos enterado de que no. Que ni logro, ni consolidación, ni trabajo. Que el V Congreso de Cultura Iberoamericana se marcha a Zaragoza y que será allí donde el Gobierno del Estado invierta el medio millón de euros que llevaba aparejado el evento.
Vaya por delante que lamento muchísimo que el Congreso de Cultura Iberoamericana no venga a Cádiz porque era de lo poquito que iba a servir para rellenar un año 2012 que va a poner de relieve nuestras carencias, nuestra decadencia y nuestra incapacidad para articular un proyecto común y sacarlo adelante. Dicho esto, no basta con lamentarse sino que, casi como Mourinho, habrá que buscar los porqués de esta derrota.
La respuesta que han dado desde San Juan de Dios ha sido la de siempre. A pesar de los anuncios cuando era que sí, ahora que es que no, ellos no tienen nada que ver. La culpa es del contubernio socialista empeñado en hundir a Cádiz. Por reiterativo no deja de ser simplista. Dicen que a Cádiz le niegan las cosas porque el Ayuntamiento es del Partido Popular, pero el gobierno y la Junta colaboran en la Casa Picasso que está en Málaga, gobernada también por el PP, o en el milenio del Reino de Granada, también con Ayuntamiento popular. A nadie se le ocurre imaginar que el gobierno socialista va a poner piedras en el camino olímpico que una y otra vez inicia Madrid, con gobierno y comunidad del PP.
Sería mejor buscar las responsabilidades en quienes tenían que cerrar que dicho Congreso viniera a Cádiz. Sabemos por ejemplo que Zaragoza estuvo presente en el IV Congreso, ¿hubo alguna representación de la ciudad de Cádiz? También sabemos que el proyecto de Zaragoza se titula “Cultura y tecnología”. ¿Y Cádiz? ¿Cuál era el proyecto de Cádiz? O simplemente pensábamos que nos lo darían por nuestra cara bonita.
El problema, desde mi punto de vista, es de lealtad, de vender humo, llevarse el premio si sale bien y si no, derivar responsabilidades. A lo mejor, de tanto humo que vende este Ayuntamiento por eso tenemos uno de los aires más contaminados de la Península. 

jueves, 22 de septiembre de 2011

On air: Maestros de la escuela pública


Foto: Elpais.com

La columna de hoy es una reivindicación, una defensa de esos maestros de la escuela pública y de la propia enseñanza pública en sí misma. Porque yo soy niño de colegio público y creo que me enseñaron y me educaron mejor de lo que podrían haberlo hecho en ningún otro sitio.

Ahora que están en el disparadero para tapar las carencias de los políticos de turno quiero reivindicar la figura del maestro. Recuerdo tres que me marcaron. La primera, Angelita que durante cinco años nos enseñó historia, pero, sobre todo, a ver el mundo, a ocuparnos y a preocuparnos de lo que ocurría a nuestro alrededor. Después, en el instituto, tuve la suerte de que Jose María García López, que por entonces ya acumulaba varios premios literarios, compartiera con nosotros algunos de sus libros preferidos y nos transmitiera su sensibilidad de poeta. También recuerdo especialmente a Carmen Martín, que a través de las matemáticas me enseñó que para alcanzar las metas había que ser disciplinado, ordenado y autoexigente.

Son sólo tres de los muchos que empeñaron su tiempo en educarnos. También conocí a otros peores. Como he conocido a abogados mediocres o a periodistas incapaces. Pero incluso de aquellos que resultaban menos hábiles para la enseñanza aprendí la importancia de estar satisfecho con el trabajo para poder dar lo máximo.

Todos los pocos malos y los muchos buenos, eran profesores de la educación pública. Porque yo fui niño de la educación pública, en el colegio, en el instituto y después de la universidad. Y no creo haber aprendido menos que nadie durante mis años de colegial. Por eso y porque me educaron en libertad, con ideas diversas y divergentes, sin un credo único y sin adoctrinamientos tengo la convicción de que mi hijo estudiará en la escuela pública, con profesores que han aprobado una oposición para poder tener la responsabilidad de educar a esa generación.

Defiendo el modelo público, pero entiendo perfectamente a quien tiene el dinero suficiente para enviar a sus hijos a estudiar a un colegio privado. Lo que nunca llegaré a comprender es ese modelo mixto en el que el dinero de todos sirve para que unos pocos vayan a una escuela que se hace pasar por elitista, con profesores que prefirieron el enchufe a la oposición.

Es un modelo que nació como respuesta temporal a una situación de ausencia de escuelas públicas y monopolio de la enseñanza por las órdenes religiosas. Sin embargo, tras más de treinta años de Constitución no hemos conseguido acabar con ese sistema. Al contrario, el sistema ha engullido a muchos que se llaman progresistas pero tienen a sus hijos en colegios concertados. Y según nos anuncian con los recortes que vienen, se va a debilitar la educación pública para reforzar ese modelo concertado.

Si hay que recortar en educación que sea acabando con los dichosos conciertos. Y si alguien quiere que su hijo vaya al colegio con los hijos de don Fulanito de tal, que lo pague. Y la educación gratuita que sea pública.

jueves, 15 de septiembre de 2011

On air: Pobre pero español


La ilustración es del gran Kalvellido.
La columna de hoy nació gracias al Festival Aéreo del domingo. Por huir del ruido, me di un paseo hasta Cádiz y por el camino me encontré a Paco. Un pobre de solemnidad, un pobre de pedir, pero español, a mucha honra. No como esos pobres que trabajan 12 horas al día cuidando a viejos y cobran 600 euros al mes, pero no son españoles.

La crisis, la maldita e interminable crisis ha convertido un paseo por la Avenida en un auténtico recorrido por las caras de la pobreza. Las caras de los que duermen en la calle, de los que se sientan en el suelo a pedir como limosna lo que, en un tiempo pasado, ganaban trabajando.
Hay de todo, desde luego. Como ese hombre de bigote que acude a su puesto en La Caixa bien vestido, duchado, con el periódico y la radio y por querer mantener el decoro y la elegancia, se convierte en un testigo aún más incómodo de un pasado que fue mejor.
De todos, el otro día me llamó la atención uno que está por la zona de Bahía Blanca, frente al edificio de los Sindicatos. Un tipo que de tan enorme parece un oso, con el pelo largo y una notable falta de higiene. Un hombre que empuja un carrito de hipermercado en el que le cabe todo lo que le queda en la vida. Según un cartel que preside su carro, se llama Paco, es español y pide para comer.
Era la primera vez que veía a un pedigüeño apelar a la nacionalidad. Lo había visto en las ofertas de empleo, en las de alquileres de pisos,… pero nunca en un cartel de un limosnero. Ese cartel no deja de ser un anuncio, una forma de captar clientes, que en este caso compran miseria y ofrecen a cambio su caridad. La apelación a su condición de español no es más que la conciencia de que quienes pasan por allí prefieren dar unas monedas a uno de aquí que a uno de fuera. “Su limosna para los de aquí, señora”, podría traducirse. En estos casos siempre me hago la misma pregunta: ¿quiénes somos los de aquí? ¿Los españoles? ¿Los andaluces? ¿Los gaditanos? ¿Los que nos criamos en el barrio de Loreto?
No digo que Paco tenga nada contra los extranjeros que compiten en el mercado de la misericordia (desde los africanos que piden de pie hasta la alemana de la flauta en la calle San Francisco). Pero ese cartel es una auténtica radiografía social. Él sabe mejor que el Observatorio Permanente de las Migraciones hasta dónde llega el rechazo a los inmigrantes.
Es curioso, en esa misma zona es muy habitual ver a chicas bolivianas enganchadas del brazo de señoras enjoyadas, empujando sus sillas de ruedas, recogiendo a los hijos de otras del colegio. En definitiva, muchos de esos no españoles que permiten que los españoles que viven por allí puedan hacer su vida y olvidarse de sus ancianos y sus hijos a cambio de un sueldo escaso. Inmigrantes que trabajan y se ganan la vida como pueden en empleos que los españoles no quieren. Inmigrantes que pagan sus impuestos en España. Como los chinos, por cierto. Y al contrario que los ricos españoles.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Desde mi ventana: 11 de septiembre

Foto de Tribunalatina.com
Esto lo escribí un 11S de 2007. Lo recupero el mismo día cuatro años después. Son curiosas mis vinculaciones con Chile. En mi mesilla de noche infantil, en el cajón de abajo había un ejemplar de El Socialista que contaba las últimas horas de la vida de Salvador Allende, la barbarie del Estadio de Chile, el asesinato de Víctor Jara. Pinochet se convirtió en uno de mis ogros infantiles. Hoy tengo allí una parte muy importante de mi vida.
No quiero que se escape el día sin que desde mi ventana mande un recuerdo a las víctimas de uno de los acontecimientos más deplorables de la historia reciente del planeta. Ocurrió un 11 de septiembre cuando un iluminado pretendió cambiar el rumbo de un país asesinando a centenares de personas.
Porque fue un 11 de septiembre el día en el que Pinochet se alzó en armas y dio un golpe de estado que acabó con el gobierno democrático de Salvador Allende. Un gobierno que había pretendido, osados ellos, abandonar la inmensa tiranía de los Estados Unidos y recuperar un poder económico nacional que permitiera revertir las desigualdades sociales en su territorio.
Pero Henry Kissinger (curioso Nobel de la Paz el suyo) y toda la administración estadounidense secundaron un levantamiento que pasó por las armas a centenares de chilenos, por el tremendo delito de ser de izquierdas y perpetuaron un régimen que asesinó, violó, e hizo desaparecer a muchísimos compatriotas y al que sólo el coraje de los chilenos logró poner fin.
Hoy cuelgo de mi ventana la bandera de Chile como homenaje a Salvador Allende, un hombre honesto, un político culto e inteligente que prefirió que lo mataran antes que abandonar el puesto en el que el pueblo (su pueblo chileno) le había situado. Hoy ondea la bandera que sobre el fondo azul sólo tiene una estrella blanca para recordar tantas tropelías que los de las cincuenta y dos estrellas han cometido a lo largo y ancho del globo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

On air: Malgastar lo que no se tiene


Las pantallas ya están funcionando. La foto es
de Eulogio García para Cadiz Informacion

Un millón y medio en 42 pantallas repartidas por todo Cádiz. 83.000 euros en arreglar una paso de Semana Santa. Son los dos últimos gastos del Ayuntamiento de Cádiz, a pesar de que dicen y repiten que "la gente no sabe lo mal que estamos".

“La gente no sabe lo mal que estamos”. Llevo unas cuántas semanas oyendo de forma reiterada esta frase. La suelen pronunciar, en círculos más o menos amplios, políticos, simpatizantes o afines al Partido Popular para justificar las decisiones que toman. Ante cualquier atisbo de crítica, el problema es que “la gente no sabe lo mal que estamos”.
Personalmente, no puedo hablar por la gente porque no sé lo que los demás saben. Lo que sí puedo decir es que quien no se haya dado cuenta de lo mal que estamos como país es que no lee periódicos y sólo ve el Sálvame. Otra cosa es que haya gente a la que individualmente no le afecten estas cosas, llámese Botín, la propia Belén Esteban o Dolores de Cospedal, pero existen suficientes muestras de que la situación es la peor que se recuerda. Farmacias que no tienen para pagar sus medicamentos, ayuntamientos que no pagan a sus trabajadores o a los que directamente les cortan la luz, el desempleo juvenil por el 50%... sólo como ejemplos. 
Ya digo que elementos para darse cuenta de que la situación de lo público es poco sostenible existen. Por eso se explica especialmente mal que algunos aún sigan empeñándose en malgastar el dinero de todos. Y ahí entra muy llamativamente el Ayuntamiento de Cádiz. Las calles de nuestra ciudad se llenan de pantallas gigantescas que nos van a costar a todos los gaditanos un millón y medio de euros para mayor gloria y publicidad de nuestra querida y nunca suficientemente bien ponderada señora alcaldesa. Un millón y medio de euros que servirían para afrontar muchas de las deudas que tiene el Ayuntamiento, acometer algunas políticas sociales e, incluso, generar empleo. Pero desde su punto de vista están mejor empleados en un anuncio cada 15 segundos sobre lo bien que lo hacen.
 Entre esos anuncios pueden publicitar que se van a gastar 83.000 euros en restaurar la urna del Santo Entierro. 83.000 euros conseguidos subiendo los precios de los aparcamientos o aplicando contratos con cláusulas leoninas a los vecinos del Mentidero con el nuevo aparcamiento de Santa Bárbara. 83.000 euros que podrían servir para pagar a los proveedores o para cumplir con las subvenciones que están asifixiando a las asociaciones de esta ciudad antes que gastarlos en la plata de un paso de Semana Santa. 
Los que parece que no se han dado cuenta de lo mal que estamos son ellos, que siguen malgastando el dinero. Dijo Ana Mato que el PP iba a gobernar como una familia. Pues en su familia de Cádiz, en la del Ayuntamiento, no les llega para pagar lo que deben pero se han comprado 42 pantallas y van a arreglar la urna de plata del abuelo.

sábado, 3 de septiembre de 2011

#yoquierovotar


Una de las cosas a las que he dedicado parte de mi vida profesional ha sido al estudio de la Constitución Española. Han sido tantas veces las que se ha planteado la necesidad de reformar la Constitución, el papel del Senado, el reparto competencial autonómico, la igualdad en la sucesión de la Corona y siempre la respuesta ha sido la misma: no era conveniente abrir el melón constitucional por la posibilidad de romper el consenso sobre la Carta Magna.

Por eso, me sorprende especialmente que, tras una semana de vacaciones, cuando regreso está todo hecho para reformar la Constitución Española e introducir una modificación en el artículo 135 que consagra el principio del déficit cero, tan del gusto del neoliberalismo económico que rige los destinos de esta Europa camino del desastre total.

Desde mi modesto punto de vista, la reforma supone un auténtico desatino. Un desatino en el fondo, porque representa la constitucionalización de una determinada política económica. No es que yo sea un experto en economia, realmente, no soy un experto en casi nada, pero con esta idea del déficit cero Keynes no habría sacado de la ruina a los Estados Unidos. Tampoco los recientes premios Nobel, Paul Krugmann o Joseph Stiglitz comparten esa visión de la política económica. Ni siquiera Zapatero cuando se presentó a la renovación hace tres años y medio creía en eso del déficit cero y el recorte de ayudas sociales. Hay, por tanto, otras formas de afrontar la economía que, tras la reforma del artículo 135, no caben en España.

No es que la perspectiva utilitarista haga más conveniente la reforma. Se dice que la misma calmará a los mercados pero, ¿quién puede asegurarlo? Han sido tantas reformas para calmarlos que resulta ridícula la credulidad con que algunos aceptan que esta entrega constitucional satisfará el afán devorador del capitalismo más desenfrenado.

Pero el mayor desatino me parecen las formas. Se trata de una reforma dentro del marco constitucional, por supuesto, que han aprobado en el Congreso una mayoría superior a los tres quintos que exige nuestra Carta Magna, mayoría que con total seguridad se repetirá en el Senado. Pero esa es una mayoría ficticia. Es una mayoría lograda con los votos del PP y el PSOE y ninguno de los dos partidos llevaba esta reforma en su programa electoral en las pasadas elecciones. De hecho, el PSOE defendía una política absolutamente distinta, por lo que utilizar sus 10 millones de votos para imponer constitucionalmente el neoliberalismo supone una traición a cientos de miles de españoles. ¿Cuántos votantes del PSOE están en contra de la reforma?

En pleno período de confección de las listas electorales es mucho más fácil lograr la unanimidad del grupo bajo la premisa guerrista del que se mueva no sale en la foto. Y de momento sólo se han movido cuatro en un nuevo ejemplo de la imposición de la partitocracia. Porque el cuento de que Rubalcaba los convenció a todos es tan pueril como la consideración que tiene Zapatero de los españoles. Si es tan fácil convencer a 150 diputados, personas formadas, preparadas y al cabo de la realidad; por qué no convocar un referéndum y convencer a los ciudadanos. Quizá porque a los votantes no se les puede ofrecer un puesto en las listas electorales.

Zapatero, al que siempre se le ha llenado la boca de hablar de la democracia y sus principios, hace tiempo que se olvidó de ella y la sustituyó por la mercadocracia por eso nos priva del referéndum. Un referéndum que probablemente ganaría el sí, pero que nos daría el derecho a debatir y que obligaría a explicar, por fin, las verdaderas razones de la reforma. En ese caso, si la mayoría de los españoles votan que sí, nos tendremos que conformar, pero será una decisión democrática y no, como ahora, partitocrática o, lo que es peor, mercadocrática.

jueves, 1 de septiembre de 2011

On air: El Vaporcito como metáfora

La genial imagen la he tomado del twitter de
Fernando Casas:@baticadiz. 
Ciertamente, para mi regreso tenía preparada una columna sobre la reforma constitucional, pero hay tanta gente hablando sobre el tema, que preferí obviarla en la radio y mañana la colgaré aquí en mi blog. De la reforma, me pasé al hundimiento del Vaporcito, que es más cercano y que me resulta la metáfora perfecta de lo que le pasa a Cádiz y su Bahía.

Se hunde el Vaporcito y arden las redes sociales. Al momento de que el Adriano III estuviera bajo el agua la noticia recorría toda la red. La Wikipedía recogía su defunción. En la web de El País la noticia se convirtió en la séptima más leída. En Facebook se sucedieron los homenajes, la mayoría con referencias al pasodoble de Los hombres del mar porque, en parte, si el Vaporcito era lo que era lo era gracias al genio conileño. De repente, surgió un grupo que pretende su recuperación al que se sumaron en pocas horas más de 3.000 personas. 
Tras la gente, como siempre, llegaron los políticos. Antoñita la primera fue Nuestra querida y nunca suficientemente bien ponderada Señora alcaldesa que a las pocas horas prometió ayudar a rescatar el Vaporcito. Curiosamente, el mismo día podíamos leer que una empresa de seguridad dejaba de trabajar con el Ayuntamiento porque le deben más un millón de euros. Es decir, que mientras que Teófila promete sacar a flote el Adriano III, sus impagos hunden a los proveedores municipales.
No fue la única. Tras la alcaldesa de Cádiz, el alcalde de El Puerto, Enrique Moresco. Después hasta la ministra de Medio ambiente se ofreció a colaborar en la recuperación del mítico Vapor del Puerto. Los más cautos fueron los de la Junta que bastante tienen ya con lo suyo como para meterse en más berenjenales.
¿Les suena la historia? Es la misma de siempre. Algo se pierde en Cádiz y empiezan las movilizaciones, después aparecen los políticos prometiendo arreglarlo y al final nada de nada. Podemos hasta intuir los próximos pasos. Llegará la manifestación para salvar el Vapor, la recogida de firmas, el festival carnavalesco e, incluso, el partido de fútbol benéfico entre los veteranos del Cádiz y quien sea capaz de venir a coste cero.
Después todos miraremos a las instituciones. El Ayuntamiento le echará las culpas a la Junta, cambiará la ministra y su sucesora dirá que es una prioridad, pero que con los recortes, ahora mismo es inviable, la Junta le echará las culpas al Ayuntamiento y así hasta llenar páginas y páginas de periódicos y horas de radio.
Cuando se acaban las palabras y se trata de hacer algo de verdad, de rascarse el bolsillo, ni los que mandan, ni los mandados están dispuestos. Ni siquiera los 3.000 del grupo de Facebook, pagarían 50 euros por cabeza o constituirían la Asociación de Amigos del Vaporcito que colaborase en su recuperación. Y el Vaporcito seguirá bajo el agua, y el Vapor seguirá hundido, como sigue hundida la Bahía. Ya lo sé, he vuelto pesimista, pero es que no me queda otra.
No puedo concluir sin enlazar el pasodoble que más borrachos han cantado en Cádiz: