jueves, 27 de agosto de 2015

On air: Con V de victoria

Lo reconozco. Tanto tiempo con ella que no puedo olvidarla. Tampoco es que ella haga porque yo la olvide. De hecho, parece que quiere que hablemos de su persona. Si no, no se entiende que se filtrara la foto con la V de victoria en el puente. Tres años más tarde de lo debido y después de haber arruinado el Ayuntamiento de Cádiz. 

Si hay una frase contraria a la radio es aquella que afirma que una imagen vale más que mil palabras. Porque ahora mismo, para lo que pretendo en esta columna sería más sencillo mostrar la fotografía y pasar a comentarla, pero confío en que la mayoría de los oyentes la habrán visto. Si no, se la recuerdo. 
La imagen a la que me referiré es la de una señora mayor, abuela ya, con el pelo tan rubio que parece blanco y que se resiste a hacerse vieja. La señora, con un contundente collar y tres pulseras ha parado el coche en un puente. Allí, con el tráfico cortado y una motocicleta de la Guardia Civil al fondo, la señora extiende los dedos índice y corazón de cada mano en un símbolo que puede ser un homenaje a Piqué, la V de Vendetta o la señal de la victoria. 
No se trata de una anciana de vacaciones en el Golden Gate. No. Se trata de la exalcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, en el Segundo Puente.  
La foto no pasaría de la anécdota si no fuera por los factores que la rodean. Y por todo lo que ha habido tras la construcción de este segundo puente. La foto representa la idea que la ex alcaldesa de Cádiz ha tenido siempre sobre esa construcción. Desde el impulso hasta las firmas. El Nuevo Puente es suyo. Para Teófila el segundo puente le pertenece. Como Gollum uno se la imagina gritando en ese momento “Es mío, mi tesoro”.  
Y por eso se muestra eufórica y ufana cuando lo puede transitar y se permite hacerse una foto allá donde el resto de ciudadanos de Cádiz, de Puerto Real y de España que hemos pagado a escote ese obrón innecesario no podemos tener acceso. Ni siquiera al actual alcalde de Cádiz se le ha ocurrido esa foto. Ciertamente habría resultado aún más ridícula que la de su antecesora. 
De todo, lo que más llama la atención de la instantánea son las manos  haciendo el símbolo de la victoria. Significa un concepto curioso de lo que es ganar. Porque quizá, lo más adecuado dado que el puente se abre para una Vuelta Ciclista tres años después de la fecha en la que debería haberse terminado, dado que el puente ha costado el doble de lo presupuestado, dado que los primeros en cruzarlo son bicicletas pero cuando se abra las bicicletas no podrán cruzarlo (ni ese ni el de Carranza), quizá un dirigente político debería haber sido más discreto y no dejar esa imagen para la posteridad. 
Pero bueno, ya sabemos que si algo le ha encantado a Teófila en estos veinte años han sido las fotos porque una populista, sin fotos, no es nada. 

jueves, 20 de agosto de 2015

On air: Cádiz, capital de la inacción

El Teatro Pemán. Punto de partida de un recorrido por la inacción.
Foto: lavozdigital.es
En Cádiz nunca pasa nada. O pasa a un ritmo diverso al que pasa en el resto del mundo. Por eso, los proyectos se eternizan y, por eso, llama mucho la atención que ahora se pretenda que en tres meses se hagan realidad situaciones que llevan casi una década paralizadas.

Regresar de las vacaciones es siempre una tarea complicada. Se supone que dejas atrás los que pueden ser los mejores momentos del año para regresar a la rutina diaria. Pero en el fondo, sabes que parte de esos mejores momentos no lo fueron tanto y que, al final, la rutina también acaba echándose de menos. 
Además, cuando el regreso es a Cádiz, da igual el tiempo que haya pasado desde que te fuiste que la sensación es que nada ha cambiado durante tu ausencia. El ritmo de la ciudad es tan caribeño que las cosas casi no suceden. 
Aquel gaditano que se marchara en el año 2008 de Cádiz, no creo que de vacaciones, porque nadie se toma vacaciones de siete años y hoy regrese al Parque Genovés para ver cómo quedaron las obras del Teatro que aún se llama José María Pemán, se dará cuenta de que tras siete años, aquello sigue siendo un solar. Si su recorrido continua por Avenida Duque de Nájera comprobará que en el Olivillo tampoco han hecho nada. Aunque eso también le serviría al gaditano que se fue en el año 86, cuando la segunda mayoría absoluta de Felipe González. Desde entonces está el Olivillo cerrado.  
Un poco más adelante se encontrará la Escuela de Náutica. Nada nuevo desde el año 2002, los tiempos de la burbuja inmobiliaria. Y hablando de burbuja, a cien metros el edificio de Valcárcel. Nuestro gaditano que regresa se dará cuenta de que el contrato firmado en 2003 sigue sin cumplirse. Esperemos que no le hayan contado que la única vez que se puso el edificio en funcionamiento, los ilegítimos dueños los desalojaron y aquello acabó en los juzgados.  
Nuestro retornado podrá hacer una escapada al Barrio del Avecrem para ver cómo han dejado de bonito el nuevo pabellón Fernando Portillo, y se dará cuenta de que Portillo, Pemán y Valcárcel tienen el mismo sino. Incluso, cuando llegue a la milla de oro de nuestra costa, en la esquina de Brasil con el Paseo Marítimo podrá ver que tampoco a Tiempo Libre le han hecho nada nuevo. Que todo sigue como cuando lo dejó en 2008.  
El otro día paseando por Cádiz con un gran amigo, gran tipo y gran escritor me decía que las cosas que se escriben para Cádiz sirven eternamente. Probablemente esta columna también podría haberla escrito hace varios años y creo que la podré repetir el año que viene. Por eso, sorprende que algunos hablen ahora de inacción cuando en Cádiz se acumulan los proyectos de casi una década.

jueves, 6 de agosto de 2015

On air: El símbolo del segundo puente

En realidad yo no quería hablar de política hoy. Pero, como casi siempre, me dejo llevar por los instintos y al escuchar esta mañana a Teófila decir que no hay que pensar en lo que costó el segundo puente sino en lo importante que es la obra y lo que nos va a beneficiar, no he podido resistirlo. Porque tengo la sensación de que el segundo puente es un símbolo de la deriva de España.

Desayunaba esta mañana oyendo, como casi siempre, esta emisora y Pedro Espinosa daba cuenta de la apertura del segundo puente, por fin, el próximo 25 de agosto, aunque sólo sea para el paso de la Vuelta Ciclista. Mientras apuraba los últimos sorbos del tazón de leche pensaba en que el segundo puente es una expresión perfeccionada de lo que ha sido la política en España en los últimos años.  
Primero del culto a la infraestructura. La infraestructura se plantea como la solución de todos los males. Como el aeropuerto de Castellón o el tranvía de Jaén, se quiere modernizar a golpe de proyecto faraónico en lugar de que las infraestructuras respondan a necesidades reales. 
El segundo puente es también muestra de la sumisión al poder económico. Yo les reto a que se pongan en el mirador de la cafetería de un importante Centro Comercial que hay en esa zona y me digan si no parece que el objetivo del nuevo puente es traer a varios centenares de miles de compradores potenciales al parking de ese establecimiento. 
En este tiempo, además, el segundo puente ha sido muestra de utilización partidista. Nadie sabe dónde se encuentran las firmas que recogió el Ayuntamiento de Cádiz para presionar al Gobierno socialista de Madrid para que acelerara la construcción. Firmas que se desvanecieron cuando hubo cambio de partido en La Moncloa. Pero mientras se utilizaba en folletos y en cuñas publicitarias el puente asociándolo a la figura de la anterior alcaldesa. De hecho, era su gran apuesta para las elecciones del 24 de mayo, cruzar tres días antes el puente en loor de multitudes.    
Pero ni eso les ha salido bien y la forma de terminarla también representa lo que es esta España de hoy. Una obra que tenía un plazo de ejecución de 42 meses y que ha tardado 100. Una obra que debía haber estado para el Bicentenario, es decir, hace tres años, se concluye ahora a la prisa para que puedan pasar las bicicletas porque lo que apura es que el puente se vea por la tele, no que lo utilicemos los gaditanos. Lo que interesan son las imágenes del puente, con la Vuelta y en la inauguración no para lo que después nos sirva. 
Todo, por supuesto, embadurnado de un sobre coste alucinante que duplica con creces la estimación original. Escamados como estamos de tantas comisiones, sobres y maletines, no nos terminamos de creer que el segundo puente no sea también un símbolo de eso. Pero si alguien pregunta por el sobre coste y el retraso nos tratan como hacen habitualmente los políticos españoles: como niños pequeños. No penséis en eso cuando lo crucéis. Como si el dinero no hubiera salido de nuestros impuestos.