jueves, 30 de diciembre de 2010

On air: Mil menos

La noticia que nos dio a algunos la Nochebuena fue esta. Mil habitantes menos que sitúan a Cádiz a la altura de Dos Hermanas, una vez que Marbella nos ha superado. Y al acecho Algeciras y Jaén. Treinta mil habitantes menos en veinte años. Esos son los datos y la que sigue, la opinión.
Dos Hermanas es una localidad que forma parte del Área Metropolitana de Sevilla, situada en la zona sur de la capital hispalense. Dice la tradición que el nombre de Dos Hermanas viene de las hermanas Elvira y Estefanía Nazareno quienes descubrieron allí una gruta en la que se encontraba una imagen de Santa Ana y una campana. De aquellas dos hermanas toma la localidad su nombre y del apellido Nazareno, el gentilicio de sus habitantes.
Entre los hijos más ilustres de Dos Hermanas destacan la cantante Melody (la del baile del gorila) y Los del Río que hicieron moverse al ritmo de su Macarena al mismísimo presidente de los Estados Unidos. En Dos Hermanas hay un Campus de la Universidad Pablo de Olavide, un hipódromo y un hipermercado factory en el que los gaditanos se agolpan en determinadas fechas para comprar ropa de marca ahorrándose un buen dinero.
En 1991 Dos Hermanas tenía 77.000 habitantes. Ahora, veinte años después, en la localidad nazarena viven 125.000 personas. Las mismas que están empadronadas en Cádiz. Curiosamente, en 1991 en Cádiz vivían más de 157.000 personas. Son veinte años continuados de decadencia de nuestra ciudad que se desploma en la lista de municipios más poblados y ve que sus rivales cada vez tienen menor caché. No hace falta remontarse a aquellos años en que Cádiz discutía su hegemonía oceánica con Sevilla. Hace unas décadas el papel de primera ciudad de la provincia se jugaba con Jerez, pero aquello también se ha perdido y ahora lo más que queda es discutirle el puesto de décima ciudad andaluza en número de habitantes a Dos Hermanas.
Son veinte años de decadencia continuada, de los cuales dieciseis lleva Teófila Martínez en el poder pero, por supuesto, nada es culpa de ella. Todo se explica por la falta de terreno. Curioso porque la ciudad ha ganado una zona residencial enorme en los terrenos ociosos de Astilleros y ha agotado todas sus posibilidades de desarrollo durante estos cuatro mandatos. Pero la población sigue bajando. En concreto, mil habitantes menos en el año 2010. Y 600.000 euros menos en las arcas municipales por el invento de los espías de empadronamiento del ínclito Pepe Blas que hemos pagado entre todos.
Debe ser a mi al único que le importa esta decadencia porque ella volverá a ganar en las elecciones de mayo y llegará a los veinte años de gobierno en San Juan de Dios. Por esas fechas y a este ritmo de descenso poblacional, Cádiz estará en el límite de los cien mil habitantes y se verá superada por Jaén, por Algeciras y hasta por San Fernando. Serán sólo cien mil, pero cien mil sonrientes y satisfechos. Cien mil que sonríen al ver a Cádiz morir.

viernes, 24 de diciembre de 2010

On air: Felices Fiestas, para quienes puedan

La columna del 23 de diciembre era un buen momento para felicitar a los oyentes de Radio Cádiz y, también, convertida ahora en texto, a los lectores de este blog. Sin embargo, también quise que sirviera como pequeño homenaje a André Suew, el sin techo que falleció esta semana en la Plaza Asdrúbal de Cádiz. Sólo tenía un año más que yo, pero su vida era totalmente diferente.

Con el día de Nochebuena encima, voy a abandonar por una vez la crítica política. Por eso hoy no voy a hablar de Teófila, ni de Zapatero. Más aún  teniendo en cuenta que el día 23 de diciembre forma parte de mi calendario sentimental personal porque, tal día como hoy hace ya 42 años se conocieron mis padres. Si no fuera por ellos no estaría aquí, en el sentido literal del término. Pero también en el sentido más espiritual porque las pocas cosas buenas que pueda tener mi persona las copié de ellos y las malas las aprendí yo solito. Si a pesar de mi agnosticismo declarado, estas son para mí unas fechas muy señaladas, es esencialmente porque puedo compartirlas con ellos y con el resto de mis seres queridos. Son fechas sin duda para desear lo mejor y para felicitar a tantas y tantas personas que comparten su día a día con nosotros.
Quiero aprovechar esta columna para felicitar a los compañeros del Hoy por Hoy Cádiz, a Libertad y a Carlos. También a los otros dos columnistas, Julio y Oliva y al resto de colaboradores del programa. Es un placer salir a las ondas en el mismo programa en el que intervienen personas como mis admirados Pepe Monforte, Julio Molina Font y don Eduardo Lumpié. Por supuesto mis felicitaciones a las voces de las noticias, Pedro, Natalia, Francisco José y José María. A Teo, Kike e Ignacio en los deportes y al resto de trabajadores de Radio Cádiz.
Hago extensivas las felicitaciones a todos los oyentes. A los que no llaman nunca y a esos que tienen siempre el teléfono en la mano para opinar, Incluso para aquellos que llaman y defienden a una alcaldesa que no sufren porque viven fuera. Pero ya he dicho que hoy no iba a hablar de Teófila. A todos que disfruten mucho en estos días.
Quien no podrá disfrutar de la Navidad será André, el chico que, con 33 años perdió la vida el pasado domingo en la Plaza Asdrúbal de Cádiz. Era uno de esos sin techo que duermen al raso una noche sí y la otra también en nuestras calles. Probablemente uno de esos que esquivamos cuando paseamos por Cádiz creyéndolos apestados o ladrones. O ambas cosas. Pero era un hombre que murió sólo, lejos de su familia, una semana antes de la Navidad por no poder soportar el frío de estos días. Permítanme que tenga un recuerdo para su persona y que les convoque para la concentración que tendrá lugar mañana a las 12 del mediodía ante el banco en el que murió. Si pueden, vengan para mostrar su rechazo a este mundo tan injusto en el que mientras que unos nos colmamos de regalos y cenas, otros mueren al raso. Si no pueden venir, piensen en él la próxima vez que se aparten de un indigente. En ambos casos, Felices Fiestas para todos los que pueden disfrutarlas.

jueves, 16 de diciembre de 2010

On air: Enfrentarse al Estado.

Si llevara en el Hoy por Hoy Cádiz desde 2006 habría hablado de Delphi varias veces. En su momento participé en las manifestaciones para evitar la desindustrialización de la Bahía. Ahora que vuelve el tema a estar sobre la mesa vuelvo a ponerme del lado de esas personas que perdieron su empleo. Todos los parados tienen derecho a un trabajo, pero es que a estos, además, les engañaron los políticos.


El otro día, un amable oyente, me pedía mi opinión sobre la militarización del espacio aéreo decretada por el gobierno socialista. No creo que mis columnas deban ser el consultorio del oyente, pero dado que en esta ocasión, me calificaba de progre y esa es una de las cosas más bonitas que alguien puede decir de mi, tendré a bien contestarle.
Por eso le digo que, lo haga un gobierno del PSOE o lo haga un gobierno del PP, a mi lo de responder a una protesta laboral con los militares y el estado de alarma me da pavor. Miedo, Terror. Creo que la cobardía de los controladores por no convocar una huelga y querer pasarse de listos con lo de las bajas justifica la intervención estatal, pero la militarización y el estado de alarma me parece excesivo. Como tampoco me gusta oír a Rubalcaba decir que “el que se enfrenta al Estado siempre pierde”, porque él no es Luis XIV y el Estado no es él.
En general, como buen progre, en este tipo de circunstancias estoy a favor de los trabajadores. Como estoy a favor de los trabajadores de Delphi, mejor habría que decir los parados, en sus reivindicaciones. Entiendo, no obstante, la campaña que hay en su contra. El de Delphi es un pésimo ejemplo para los políticos. Cuando alguien como el Delegado de Empleo dice que todos los parados son iguales debería pensar por qué no dijo eso en su momento. Hace cuatro años los trabajadores de Delphi perdieron sus puestos de trabajo y para callarles la boca antes de las elecciones la Junta de Andalucía les prometió el oro y el moro y ahora, cuatro años después, no han cumplido su palabra.  
Es cierto, que los trabajadores de Delphi sólo se han movilizado cuando se han encontrado en la tesitura de verse sin nada en pocos meses, mientras que estaban en los cursos y cobraban nada decían, pero ese era el compromiso. Ellos se han formado según les exigía la Junta, pero ahora la Junta no les da los puestos de trabajo prometidos. Y los trata de enfrentar con el resto de los desempleados de esta provincia. Pero si los de Delphi tienen tan altas exigencias la culpa no es de ellos, es de los políticos, entre los que estaba Juan Bouza, que se comprometieron. Y si lo consiguen con las manifestaciones que están emprendiendo, estarán enseñando el camino a los 175.000 desempleados que tiene la provincia de Cádiz. O al menos, al porcentaje de estos que de verdad quieren encontrar un puesto de trabajo. Porque, probablemente, si en la marcha contra la crisis del pasado martes en el Palillero, en lugar de 700 hubiera habido 170.000 otro gallo cantaría a esta provincia. Y a los políticos mediocres que nos gobiernan sólo les quedaría recurrir a la militarización o a los bolazos de goma en la cara de los parados para defender al supuesto Estado que, según parece se esconde en Cádiz, en el número 7 de la Plaza de San Antonio.

jueves, 9 de diciembre de 2010

On air: Preguntas que incomodan

La columna de esta semana surge por una conversación de Facebook. Un amigo me explicaba que le habían vetado como amigo de Teófila Martínez por preguntarle cómo podrían hacer desde el Ayuntamiento para contratar a más trabajadores de Cádiz en las obras municipales. Desde ese momento ya no pudo publicar nada en el muro de la cántabra. Se ve que en el equipo de gobierno muncipal tienen muy bajito el nivel de preguntas incómodas.


Ahora todo el mundo está en Facebook. Están en la famosa red social restaurantes, chirigotas, cofradías, bares... Hasta una frutería he visto con página en Facebook. Y el Hoy por Hoy Cádiz que ha creado su página en la famosa red social para que sus amigos, entre los que me encuentro, podamos comentar los reportajes y conocer, con anticipación los contenidos del programa.
También los políticos tienen su propio perfil. Desde que Barack Obama puso de moda este modelo de comunicación parece que entre los políticos españoles surgió la necesidad de tener su blog, su twitter o su perfil de Facebook. Entre los nuestros también está de moda eso de abrirse a la red social para llegar al mayor número de personas posibles. Sin embargo, no terminan de entender que el único valor real de Facebook es la posibilidad de interactuar con el otro, porque para lanzar un mensaje hay centenares de medios más directos.
Me lo contaba el otro día un amigo sobre Nuestra Señora Alcaldesa Teófila Martínez. Él, que era amigo de la cántabra en la red social, pensó que era un buen sistema para preguntarle a la alcaldesa qué se podría hacer desde el Ayuntamiento para reducir el paro entre los gaditanos. No obtuvo respuesta y lo que es peor, desde aquel momento le vetaron la posibilidad de seguir escribiendo en la página de la cántabra. Pero no fue el único, entre los comentarios surgieron otros compañeros a los que preguntar a Teófila cuándo iban a cobrar sus empresas del Ayuntamiento les supuso su exclusión de entre las amistades de la señora Martínez.
La anécdota me la contaban días antes de que el equipo de gobierno municipal decidiera limitar las preguntas de la oposición a las que responderían en el Pleno. Una medida que, pese a su legalidad, muestra el talante tan poco dado al debate del teofilismo. No quieren preguntas ahora que hay tantas que hacer. No quieren explicar cuánto nos cuesta a todos Onda Cádiz; qué hace Romaní en el Área de Desarrollo Económico si el desempleo en Cádiz sigue aumentando; cuánto le sale a cada gaditano la insoportable propaganda de con el Ayuntamiento de Cádiz, sí; cuándo se acabará la Tribuna del Carranza; cómo se puede vender un inmueble propio a uno mismo, como se ha hecho con las sedes de Aguas de Cádiz; por qué tarda tanto el PGOU; por qué no tenemos los presupuestos año por año.  
Son preguntas incómodas que Teófila y los suyos no quieren responder. Ellos no quieren la publicidad, si eso significa hacer pública la información. Ellos prefieren la propaganda, propagar sus mensajes sin admitir preguntas. Ellos no quieren amigos en Facebook. Ellos quieren súbditos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

On air: El Ayuntamiento y las VII Jornadas Internacionales de Derechos Humanos

Hoy he aprovechado la oportunidad que me brinda Radio Cádiz todos los jueves para hablar de esas Jornadas Internacionales de Derechos Humanos a las que considero criatura propia. Propia y de otros muchos compañeros que hemos currado de lo lindo para que las Jornadas vieran la luz. Por eso, ahora que está todo hecho, quería denunciar la falta de respuesta del Ayuntamiento en la organización de las mismas.


A estas alturas, los oyentes de esta casa ya sabrán que mañana, 3 de diciembre se inauguran las Jornadas Internacionales de Derechos Humanos, Ideal de utopía en un mundo en crisis que la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía organiza.
Los miembros de la Asociación nos sentimos orgullosos del resultado de todo este proceso. Han sido muchas reuniones, muchas llamadas pero finalmente hemos podido concretar un programa que la prensa ha calificado como cumbre internacional de activistas por los Derechos Humanos y en el que participan diferentes personalidades defensoras de los derechos humanos de toda Europa y del mundo entero desde Afganistán hasta Palestina pasando por el Sáhara.
En la Asociación hicimos una apuesta por Cádiz en esta fecha para poner de relieve que la Constitución de Cádiz es un referente en el proceso de construcción del concepto de ciudadanía y, por extensión, de los derechos humanos. La respuesta de algunas instituciones ha sido muy positiva. El Consorcio del Bicentenario supo apreciar, desde muy pronto, la relevancia de estas jornadas. Como el Instituto Andaluz de la Mujer y la Universidad de Cádiz.
Sin embargo, la principal institución de la ciudad, el Ayuntamiento de Cádiz no ha respondido de forma positiva ante un evento que traerá a la ciudad a unas cuatrocientas personas. Desde febrero los representantes de la APDHA hemos intentado ser recibidos por la Alcaldesa para exponerle el proyecto. En estos diez meses la alcaldesa no ha tenido tiempo para recibirnos. Ni ella, ni nadie de la Oficina Municipal del Bicentenario. Sólo hemos tenido media hora con el concejal de Turismo cuyo único interés en la reunión fue que la alcaldesa figurase a la hora de las fotos en la inauguración, porque para hacerse fotos Teófila siempre tiene tiempo.
Pero no, no estará. La APDHA ha sacado adelante las Jornadas sin la colaboración de la Alcaldesa. Posiblemente porque representamos unos conceptos de libertad y derechos humanos muy alejados de los suyos. No hay que olvidar que ellos ya prostituyeron la idea de Libertad de las Cortes de Cádiz al conceder el primer premio con ese nombre a Álvaro Uribe, en una época en la que se dedicaba a espiar y perseguir a sus opositores y a los defensores de los derechos humanos tal y como ahora se revela.
El Ayuntamiento no ha querido colaborar en estas Jornadas. Ha preferido poner su esfuerzo en esa triste semana constitucional que, como nadie sabrá, se inició ayer y que cuenta con actos tan destacados como un concierto de marchas de Bandas o la interpretación de canciones patrióticas.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Yo quería ser periodista

Yo quería ser periodista. De pequeño, recitaba jugadas imaginadas. Quería cantar los goles del Cádiz como Pedreño o contarlos como Paco Perea. Incluso quería que se me quebrase la voz al cantar el gol de Señor como José Ángel de la Casa o gritar din-don en los triples que anotaba Magic Jhonson en aquella NBA de viernes por la noche.

Después me hice un poco mayor y prefería otros campos. Quería ser Luis del Olmo, que amenizaba todas las mañanas de trabajo de mi padre y al que yo sólo podía escuchar el 7 de octubre y a finales de junio. Un 14 de diciembre me sentí engañado por el de Protagonistas y me decanté por llegar a tener la ironía de Carlos Herrera o entrevistar al señor Casamatjó, como hacía Javier Sardá. Curiosamente, en aquella época, Iñaki me parecía demasiado serio, demasiado triste,... Paradojas de la vida, después Gabilondo se convirtió en mi compañero de mañanas durante una decena de años.

En mi adolescencia me empecé a fijar en la prensa local. Me imaginaba haciendo preguntas incómodas como Jorge Bezares o Alberto Grimaldi, escribiendo columnas ácidas, de esas que no dejan indiferente a nadie, como Fernando Santiago o contando las historias más negras como hacía Óscar Lobato. Aunque a mi me tiraba más la radio y mi sueño era acompañar a Carlos Alarcón en esa radiografía gaditana que hacía cada mañana en el Hoy por Hoy Cádiz.

Sin embargo, no pude ser periodista. En mi casa la situación no permitía mandarme a Sevilla durante un período indefinido de años para hacer la carrera de periodismo y tuve que quedarme en Jerez a estudiar Derecho. Llegué de rebote y no me arrepiento. Porque he tenido suerte y en el mundo del Derecho hago las cosas que más me gustan: enseñar y defender a los más débiles.

Con el tiempo he conocido a muchos periodistas. Algunos, amigos de la infancia, terminaron la carrera. Con otros me he cruzado por el camino de la vida, por las más diversas razones, desde los que comparten ideales conmigo hasta los que me tratan siempre con educación. Llegué, incluso, durante cuatro meses, a dar clases a futuros periodistas. Pero lo que veo en sus rostros, en su día a día, me convence de que hice bien escogiendo otro camino distinto al periodismo.

Los periodistas de raza quedan sepultados ante el maremagnum que generan los gabinetes de prensa de las distintas entidades públicas, empeñados en producir la suficiente confusión para que el ciudadano no se entere de nada. Cuando se acude a una rueda de prensa, la mayoría de las veces, el político se niega a responder las preguntas y si las responde, son siempre evasivas o lugares comunes. Eso por no hablar de aquellas entrevistas concedidas en las que el político lo revisa todo con lupa y ante las que el periodista prefiere pasar de puntillas para no señalarse más, porque en esta ciudad las trincheras están muy bien definidas y las consecuencias de pasarse pueden llegar hasta el destierro.

Tampoco las altas esferas del periodismo andan mucho mejor. A honrosas excepciones como las de Angels Barceló, que arriesgó su tranquilidad de la butaca de su despacho por mojarse en un conflicto de los de verdad, se contraponen decenas de personajes que sólo hablan y dicen según la voz de su amo, a los que no es necesario leer para saber qué van a escribir, que despreciaron la ética periodística el día que descubrieron que sólo sobreviven los más pelotas, los más ruines.

Yo quise ser periodista, pero de los de investigación, de los de descubrir noticias y contarlas, de los de opinar según mi conciencia y mi visión del mundo. Pero el mundo del periodismo se ha convertido en otra cosa. En vender periódicos sin más pudor por la verdad o por la realidad que el de la mano que les da de comer que, en una ciudad como esta, es el flujo constante de publicidad que viene de San Juan de Dios.

jueves, 25 de noviembre de 2010

On air: 25-N - El día de la vergüenza

La columna de hoy estaba dedicada a todas esas mujeres que sufren o han sufrido malos tratos en su hogar, a la memoria de las que murieron, al futuro de las que han salido de esa espiral y a la esperanza de las que tienen que abandonar ese infierno.


Hay días que producen sentimientos especiales. La melancolía el día de Año Nuevo, la ilusión el día de Reyes, la alegría el lunes de carnaval, la frustración el día de los derechos humanos y, hoy, 25 de noviembre, el día de la vergüenza.
Porque siento vergüenza de ser hombre cuando oigo la noticia de que un especimen cuyo sexo coincide con el mío ha asesinado a la mujer con la que compartía o había compartido su vida. En estos casos, miro de reojo a la madre de mi hijo, agacho la cabeza y me abochorno por ese varón que golpeó lo que un día había besado.
No logro imaginarme a una mujer, como la que comparte su vida conmigo, como mi madre, como mi hermana, como cualquiera de esas amigas con las que trabo a diario risas, tertulias y reuniones, padeciendo el infierno íntimo de la intimidación de un hombre que se cree su dueño sólo por su condición de hombre.
Cada mujer asesinada que se convierte en titular de los informativos es un aldabonazo en el orgullo de aquellos hombres que creemos que amor y violencia nunca van en la misma frase, los que pensamos que querer con malos tratos no es querer, los que creemos que sólo en una pareja de iguales, cuando se ha desterrado la sumisión, la agresividad y el miedo puede conjugarse el verbo amar.
Los centenares, miles tal vez, de mujeres asesinadas por sus parejas no tienen nada en común. Ni edad, ni nacionalidad, ni situación económica, ni nivel de estudios,... Sólo la violencia que sus verdugos ejercen sobre ellas las iguala en su condición de mujer maltratada con otras muchas que, aún, padecen en sus alcobas la miserable violencia de quien se cree superior sólo por haber nacido varón. 
Un día contra la violencia sobre las mujeres no es suficiente. Harían falta años, siglos para revertir las enseñanzas ancestrales que anudan la condición de hombre al viril ejercicio de la fuerza. Un día no es suficiente, pero hoy, 25 de noviembre, es un buen día para reflexionar, para plantearnos la necesidad de acabar con esta lacra, de que todos y cada uno de nosotros apoyemos a las mujeres víctimas de violencia en su hogar, para que nos concienciemos de que un maltratador no es un hombre. Y también, para reforzar las ideas de independencia, respeto e igualdad, fundamentales para una convivencia entre hombres y mujeres sin violencia. En ningún ámbito de la vida, y mucho menos, en el hogar.

jueves, 18 de noviembre de 2010

On air: Arrasadores de encuestas

La pintura de Teófila Martínez de Silvia Navarro
La columna de esta semana en el Hoy por Hoy tiene su origen en una noticia. Concretamente esta: http://www.lavozdigital.es/cadiz/20101114/local/cadiz/alcaldesa-cadiz-figura-entre-201011141047.html que sigue a la noticia que se publicó el año pasado y que era ésta: http://www.lavozdigital.es/cadiz/20091122/ciudadanos/teofila-martinez-tercera-alcaldesa-20091122.html. El estudio Merco Ciudad que cada año me sorprende más.

Con la edad que tengo ya me he acostumbrado a ser minoría. Estoy en contra de la pena de muerte y del endurecimiento de las condenas y a favor de la abolición de las fronteras, admiro profundamente al pueblo catalán, aunque algunos de sus representantes no se lo merezcan, me desagrada la Ley de Partidos porque no creo en la ilegalización de ideas y no soporto a Mourinho ni a Belén Esteban. Como pueden imaginar, cuando sale una de esas encuestas que pretenden pulsar la opinión de las masas, no me sorprende verme ubicado en el trozo más pequeño de la tarta.
Pese a ello, cada cuatro años no dejan de extrañarme los abrumadores procentajes con los que la candidatura popular arrasa en las elecciones municipales gaditanas. De un tiempo a esta parte, la extrañeza no tiene que esperar cuatro años sino que año tras año, por estas fechas, se publica el estudio Merco Ciudad en la que la opinión de los gaditanos coloca a Teófila Martínez como una de las mejores alcaldesas de España. Si en 2009 era la tercera, en 2010 ha ascendido hasta el segundo lugar
Y cada año, por estas fechas, yo no salgo de mi asombro. Porque su victoria electoral tiene justificación. La incapacidad de la oposición, la alta abstención, la debilidad de sus rivales,... Pero que también arrase en una encuesta en la que se valora la labor de los alcaldes me llena de estupor. Y es que por más que miro a Cádiz, yo no veo la segunda mejor ciudad de España. Los índices de desempleo, la archicitada emigración juvenil, la debilitación del tejido económico, empresarial, la falta de vivienda... 
Tampoco veo el segundo mejor Ayuntamiento del Estado español. Las arcas municipales próximas a la ruina, los acreedores haciendo cola en San Juan de Dios, los proyectos que se eternizan, los responsables municipales que no asumen responsabilidades, un equipo de gobierno incapaz que gobierna a golpe de titular de prensa, que carece de un proyecto de ciudad y de futuro... Si fuera su primera legislatura. Pero ya lleva 16 años en el poder y en estos años Cádiz ha perdido población, poder económico e importancia en el entorno provincial y andaluz. 
Sólo cabe pensar que, en esta Cádiz que nos ha tocado vivir, cada vez seamos más conformistas y nos valga con una alcaldesa que sale en todas las fotos y saluda a los vecinos por la calle. Aunque seguro que no es eso, porque las masas no se equivocan. El confundido soy yo. Soy yo el que vive en una burbuja, el que no sabe apreciar la realidad de una ciudad próspera, activa y que nada en la abundancia. Al menos, así lo dicen las masas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

On air: heridas del pasado.

Foto tomada de arciprestazgodebande.blogspot.com
La columna de esta semana en el Hoy por Hoy Cádiz tocaba un tema que a mi me parece especialmente delicado: la relación Iglesia-Estado. Veinte siglos de relación entre crucifijo y espada, entre el poder político y el poder religioso, han viciado mucho las cosas. Especialmente en España y las declaraciones del papa Ratzinger el pasado fin de semana vienen a confirmarlo.

Desde mi condición de ferviente agnóstico, respeto profundamente a todos aquellos que practican una religión, sea la que sea. Incluida la católica. Mejor, dicho, principalmente la católica. Porque forma parte de la raíz de mi cultura personal y familiar y porque la doctrina que contó Jesucristo a sus discípulos y que después estos plasmaron en los Evangelios es, sin lugar a dudas, uno de los mensajes más revolucionarios e igualitarios que se hayan pronunciado en este mundo.
Hubo un tiempo, incluso, en el que me sentí parte de ese grupo y de ese mensaje. Pero ni siquiera en esa época entendía el papel que la Iglesia Católica pretendía jugar en el ámbito de lo público. Su intervención en la esfera política carece de legitimidad. Los obispos no son los representantes de los ciudadanos. Mantienen su pretensión de imponer una moral determinada y decidir lo que se puede y no se puede hacer, incluso sobre aquellos que no profesan su fe.
En España, a pesar de la aconfesionalidad declarada en la Constitución, esta voluntad de inmiscuirse en los asuntos públicos es especialmente relevante. El último ejemplo lo ha dado el alemán Ratzinger el pasado fin de semana. Su recuerdo a la España de los años 30 está absolutamente fuera de lugar. Es como si a él le recordarán su pasado con las juventudes hitlerianas. Son tiempos absolutamente diferentes.
Da la impresión de que la Iglesia no ha sabido o no ha querido asumir la pérdida de su papel predominante. No han logrado reubicarse en el nuevo entorno social en el que su palabra cada vez tiene menos seguidores e insisten en querer dictar las leyes sin presentarse a las elecciones, en confundirse con el Estado. Tampoco los políticos son capaces de superar este vínculo, de dejar de arrodillarse ante el jefe de una religión. 
El papel de la Iglesia en nuestra sociedad y en nuestra política es una de las rémoras más notables de los cuarenta años de régimen del nacionalcatolicismo. No es la única. Esta semana hemos visto otra en el Sáhara. Allí se han vuelto a destrozar los derechos de un pueblo. Ese pueblo saharaui que fue entregado a Marruecos por la dictadura moribunda y que hoy sigue padeciendo las consecuencias de aquella decisión y de la incapacidad de los gobiernos democráticos españoles de adoptar una posición que defienda a las personas que abandonó en su antigua colonia. Habrá quien diga que no hay que reabrir las heridas del pasado, pero es que muchas de ellas se reabren solas porque nunca fuimos capaces de curarlas.

martes, 9 de noviembre de 2010

Todo lo que puedo ofrecer a un recién nacido

Ahora que ya has pasado la primera noche junto a la cama en la que fuiste concebido, ya va siendo hora de que te cuente algunas cosas importantes sobre la vida que no te servirán de nada para el futuro, pero que son las únicas cosas que hoy te puedo ofrecer.

Lo primero y principal es que respetes a las mujeres. Tú llevas entre tus piernas tu condición de varón, pero eso no te hace mejor que ninguna de las mujeres que te encuentres en la vida. La primera, tu madre, la que hoy te amamanta, mañana te cuidará y siempre estará a tu lado. Respóndele con el mismo amor que ella te tiene. Tras ellas verás muchas otras. Unas te querrán más, otras menos, pero todas merecen que las valores en su condición de personas. Hasta que un día encuentres a una que complete tu mundo. Te darás cuenta porque cada minuto que no la veas se te convertirá en un siglo. A esa, a la única, a la diferente, mímala más que a nadie. Pero no te olvides que no serás su dueño, serás su compañero y eso te lo tienes que ganar a pulso apoyando sus decisiones, compartiendo sus problemas y riendo sus sonrisas.

Porque no debes hacer caso a esos que te digan que este mundo es un valle de lágrimas. La vida hay que disfrutarla porque nadie te asegura que tengas otra oportunidad. Disfrutar de la vida pasa por cuidar de tu cuerpo. Es el templo verdadero de tu existencia. Evítale todos los perjuicios que te regalen como un paraíso. Los paraísos son efímeros y la única realidad duradera se ancla a la libertad de tu mente.

Huye de los que todo lo tienen. En este mundo ruin, pocos han alcanzado las letras mayúsculas sin pisar a los que están abajo. Esos son los que necesitan a gente que los defiendan. Ellos son los que merecen que tú luches. Sin violencia, pero con convicción. Sin sangre, pero con decisión. Ninguna causa merece que se destruya una vida humana pero hay muchas causas que necesitan que les dediquen muchas vidas de hombres como tú.

Pero el consejo más importante que puedo darte es que seas feliz. Si para ser completamente feliz no tienes que escupir en la cara de nadie, goza todo lo que puedas. Tómate la vida con una sonrisa, sin burlarte de los demás. Ríete de las desgracias, pero nunca de las ajenas. Y cuando seas mayor escribe tus memorias, pero olvídate de lo malo. Quédate sólo con todo lo bueno que tiene este mundo que es mucho. Entonces, al echar la vista atrás debes darte cuenta de que te quieren tus amigos, te ama tu compañera y si te odia alguien es porque no se acercó lo suficiente para conocerte. Entonces, sabrás que ha merecido la pena.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El paro nos golpea a nosotros más que a nadie

Una Oficina del SAE.
La columna de esta semana tiene su origen en los datos conocidos ayer de las inscripciones en las Oficinas de Empleo. La crisis, dicen todos. La crisis, excusan los políticos. La crisis, justifican los despedidores y lamentan los despedidos. Pero la crisis no es igual en todos sitios. El paro no golpea del mismo modo en toda España.

404 gaditanos más, con sus 404 nombres y apellidos. 404 que se suman a los 14.609 vecinos de Cádiz que ya estaban inscritos en las oficinas del paro de nuestra ciudad. Son 15.013 parados en la ciudad de Cádiz.  Otro mes más suben las cifras de desempleo en Cádiz, en la provincia, en Andalucía y en el conjunto del estado español.
La crisis es dura. La situación se torna en desesperante para muchas personas, para muchísimas familias. Pero no podemos dejarnos engañar. La lacra del desempleo nos acecha a nosotros porque no hemos sabido prepararnos, porque estamos sumidos en una economía especulativa que se ha desarrollado sobre la estacionalidad del turismo y la burbuja inmobiliaria. Un dato más que torna la preocupación en la indignación: uno de cada cuatro parados españoles es andaluz o vive en Andalucía.
No es así en todas partes. La tasa de desempleo en Euskadi no llega al diez por ciento. Diecisiete puntos por debajo de la tasa andaluza. Ventidós puntos menos que la tasa de la provincia de Cádiz. Ellos no se han dejado seducir por el dinero fácil de recalificar y construir aunque sea para no vender. Ellos han creído en la economía productiva, en las consabidas investigación, desarrollo e innovación. Ellos tienen una cultura empresarial, de emprendedores que hace que la riqueza que genera la plusvalía se quede en el territorio.
En nuestra tierra es todo lo contrario. La única empresa es el Estado en su versión trinitaria y los Ayuntamientos, como el de Cádiz, el de Barbate o el de Jerez están más cerca de la suspensión de pagos que de poder dar impulso a la economía de las ciudades. El capital sólo viene a llevarse las subvenciones y desaparecer. Ya pasó con Delphi y se anuncian, en el mismo sitio, procesos similares.
Nuestra provincia resiste a pesar de que de cada tres habitantes con edad de trabajar, uno está en el paro. Sólo de pensarlo, la cifra hiela la sangre. Pero aquí no pasa nada. La vida sigue igual. Los que trabajamos nos conformamos con nuestro empleo en condiciones cada vez peores. Los que no trabajan se conforman con sobrevivir con los chapú o el trapicheo. Los que no se conforman se marchan para poder protagonizar todos los programas sobre emigrantes que hay en la televisión. Y unos pocos, los que no pueden sobrevivir y se han conformado se van hundiendo en la ciénaga de la pobreza y la exclusión social justificada en una crisis que sirve de excusa pero que no es razón para nuestra endémica miseria.

sábado, 30 de octubre de 2010

El ejemplo de Marcelino

Marcelino Camacho, megáfono en mano
Ahora que las conversaciones las ocupaban personajes de baja calaña y nula educación, como Dragó y sus japonesas de edad cambiante, el gusto por el cine porno de Antonio Burgos o las fijaciones mentales del alcalde de Valladolid.

Ahora que la derecha, la de siempre, quiere hacernos creer que los sindicatos no sirven de nada, que son sólo un grupo de aprovechados que vive de la sopa boba, que los trabajadores se bastan solos para defender individualmente sus derechos.

Ahora que esos mismos quieren reescribir la historia, que nos quieren hacer comulgar con las ruedas del molino de una España en la que nunca hubo una guerra, que el golpe de estado fue un levantamiento democrático, que los dos bandos sufrieron igual, que nunca hubo tortura ni presecución.

Ahora que el capital ha conseguido domar, doblar y domesticar a la mayoría de los trabajadores, temerosos, cautivos y desarmados por la amenaza visible y presente del frío que pasa un obrero sin trabajo bajo la pesada losa de los plazos de la hipoteca de un apartamento que construyó ese mismo capital para su enriquecimiento y la explotación de otros obreros..

Ahora que nadie habla de la justicia social. Ahora que a la paz le salen guerras preventivas. Ahora que la libertad la quieren hacer pasar por duradera los que no nos quieren ver libres.

Ahora, justo ahora, se ha muerto Marcelino Camacho. Un buen hombre, ejemplo de algo que se echa tan en falta ahora, de coherencia, de valor, de honradez y de humildad.

jueves, 28 de octubre de 2010

On air: Burgos, el porno y la libertad

A Venecia del tirón. El coro de Antonio Burgos del año 1991. 
La columna de esta semana en el Hoy por Hoy Cádiz llevaba algún tiempo en mi cabeza. Desde que cayeron en mis manos las referencias a este artículo. Después han venido otros detalles de estos hombrecillos de la derecha más casposa. La pederastia confesa de Sánchez Dragó, la chulesca verborrea de Pérez Reverte hacia Moratinos y, por supuesto, la lasciva mirada de León de la Riva. De todas, la única que merece para mi una censura de los estamentos públicos es la del alcalde de Valladolid porque, al fin y al cabo, es el político del grupo. Los demás son periodistas-escritores-novelistas-opinadores que pueden decir, poco más o menos, lo que quieran, siguiendo las enseñanzas de Jiménez Losantos. Ellos buscan que se les censure para convertirse en mártires. Yo rechazo la censura pero aplico el desprecio.


He de reconocerlo. Hubo una época en la que admiré a Antonio Burgos. Fue, en parte, por su cercanía a Carlos Cano, que simbolizaba para mí el orgullo rebelde de la Andalucía campesina y obrera con la que siempre me identificaré. También pesaba a su favor la autoría de una de las canciones más bellas que hasta la fecha se hayan escrito sobre Cádiz.
Sin embargo, el tiempo fue demostrándome que Antonio Burgos no representaba de ningún modo esa idea de andaluz. Más bien al contrario, al señorito sevillano descendiente de una larga estirpe de santurrones satirones. Me defraudó profundamente que él, que había usado su pluma en Carnaval para despotricar de todo y de todos, reaccionara de una forma tan abrupta contra el Libi, cuando aquella copla sobre la Macarena. Prefería el culto a una imagen que el respeto a un buen tipo de carne y hueso. La libertad que para él no tenía orillas la limitaba para el cuplé de Emilio.
Desde entonces he tratado de evitar la lectura de Burgos como ejercicio de salud mental. Lo poco que ha caído en mis manos me ha venido a demostrar su radicalización. Lo último ha sido su exabrupto sobre Leire Pajín. La ministra de Sanidad es criticable por su falta de preparación, por su ineficacia como secretaria de organización del PSOE o por sus vacía verborrea. Pero compararla con una actriz porno por sus morritos me parece soez, sólo explicable por una misoginia congénita o por la incapacidad de concebir a la mujer como algo más que un objeto sexual.
Sin embargo, no haré yo como él hizo en su momento. Los artículos de Burgos me parecen rechazables, su actitud hacia la mujer me parece medieval, pero si le pagan por hacerlo y él cree lo que dice, que lo haga. Que ejerza su libertad de expresión, como hasta ahora, al borde del limite del insulto y aprovechándose de que el objeto de sus críticas son políticas para las que acudir a los tribunales las situaría en posición de censoras.
Burgos es un ciudadano que utiliza su libertad para atacar siempre a los mismos, con preferencia por las políticas jóvenes y socialistas. Quizá sea alguna frustración juvenil. O, tal vez, la frustración sea actual. Pero yo detesto la censura. Mientras que haya gente que lo lea allá él con lo que dice y ellos con lo que leen. La solución pasa por no leerlo más y no poner publicidad en ese periódico. Utilicemos, por una vez, este maldito capitalismo de la oferta y la demanda.
Mientras, que siga hablando. Es la mejor manera de retratar a esos señores de derecha que aún no han sido capaces de entender que la mujer es un ser humano completo, capaz de abandonar la cocina y la cama. Sus necias palabras sólo me duelen por aquellas habaneras, tan bellas en la garganta comprometida de Carlos Cano, pero que sufren por haber sido escritas por una pluma tan mezquina.

domingo, 24 de octubre de 2010

Desde mi ventana: On air: Mujer e igualdad

Foto: Hemeroteca de elmundo.es
Esta semana se han vuelto a plantear algunas de esas visiones misóginas y sexistas que parece responder más a la España de hace cincuenta años que a la Europa del siglo XXI. Pero es que, para algunos, la mujer sigue siendo la representación del diablo. O el objeto de la tentación. Bueno, la que está en casa es, para ellos, un ser inferior al que controlar, anular y, en algunos casos, golpear. Me he acordado de un texto que ya estaba en mi ventana y que leí en el Hoy por Hoy Cádiz en marzo de este año.

En mi vida no haría falta un ministerio de Igualdad. Será porque aprendí de mi madre que la educación y la sabiduría son tan femeninas como la ternura y la honradez. Tal vez sea porque compartí aulas con niñas tan inteligentes como nuestra propia profesora, la señorita Angelita que me enseñó que la cultura, la lengua, las matemáticas y la historia tenían apellido de mujer aunque durante siglos la voz femenina estuviera silenciada por el coro de hombres que gobernaba. 
Supongo que en mi visión de la mujer también tendrá mucho que ver mi hermana que me hizo comprender que la superación, la responsabilidad y la voluntad no son menos femeninas que la alegría, la imaginación y la brillantez. Y por supuesto, Marta, mi otra mitad, que cada día irradia hacia mí valores tradicionalmente tan masculinos como el esfuerzo, el trabajo y el futuro.
Son las mujeres de mi vida. Las que me hicieron comprender, desde muy niño, que una mujer es, en sí misma, igual al hombre. Ellas y las que me encuentro todos los días. Mis compañeras de trabajo, mis alumnas, mis amigas. A ellas nunca las he visto en una condición diferente a la suya como ser humano. Cuando charlo, discuto, debato o confronto mis argumentos con otra persona no me planteo su género, detalles accesorios ante su esencia humana que es fundamento de su valía y el respeto que para mi merece.Sin embargo, en el día a día veo también miserias y desgracias que llevan el nombre de una mujer. Aquellas a las que en el trabajo despiden por estar embarazadas. Las que cobran menos que sus compañeros hombres. Las que soportan el peso de la responsabilidad de mantener una casa y educar a sus hijos sin recibir más compensación que el silencio. Y, por supuesto, las que sufren la lacra indecente de quien se cree su dueño y escupe sobe ellas sus frustraciones machistas en forma de violencia.
En mi vida no haría falta un ministerio de Igualdad. Ni una consejería. Ni una concejalía. Ni un día de la mujer, porque creo que todos los días son el día del ser humano. Pero en esta sociedad en la que vivimos, en la que las mujeres siguen teniendo más representación en su base que en su cumbre, en la que ser mujer hace las cosas siempre un poco más difíciles, sí hacen falta. Hasta que un día, en la conciencia de cada hombre, se supere la concepción costillar cristiana y se conciba a la mujer como lo que es, un igual. Mientras tanto, quienes no necesitamos la semana de la Igualdad la utilizaremos para recordar a todos tantas realidades hirientes como sufren las mujeres.

jueves, 21 de octubre de 2010

On air: El nuevo Gobierno y la coherencia

Rosa Aguilar, antes de ser ministra.
Foto: otracordobaesposible.wordpress.com
En mi columna de esta semana no he sido nada original. Yo también he hablado de la reforma del Gobierno, como todos los comentaristas. En general, creo que el Gobierno que entra es mejor que el que sale. Sin embargo, algunas de las decisiones de Zapatero me parecen inadecuadas y, sobre todo, faltas de coherencia. Sobre todas, la de nombrar a Rosa Aguilar.

Parafraseando a aquellos cómicos, hoy toca hablar del gobierno. Pero yo no voy a comentar nada del reforzamiento de Rubalcaba. Ni de la recompensa a Trinidad Jiménez por haber perdido las primarias en Madrid. Ni siquiera de la merma que sufre el ejecutivo con la salida de Fernández de la Vega.
Yo quiero hablar de coherencia, algo tan en desuso en la vida política. Porque resulta sorprendente que el nuevo ministro de Trabajo, que tendrá que encargarse de desarrollar la reforma laboral estuviera el día de la huelga en las manifestaciones sindicales contra dicha reforma. Dicen los que saben que fue uno de los asesores del símbolo de la derechización del gobierno. Es extraño que alguien asesore una medida y, a la vez, se manifieste contra ella, a no ser que su asesoramiento fuera despreciado por quienes tomaban las decisiones. Habrá que ver su labor como ministro para ver si mantiene la coherencia entre lo que dice en las manifestaciones y lo que hace como político. De momento, puede gozar del beneficio de la duda.
La que no tiene tal beneficio de la duda es la nueva ministra, Rosa Aguilar. Me parece increíble que alguien que se presentó con unas siglas determinadas en el 2008, que embaucó a sus electores haciéndoles creer que su proyecto personal para los siguientes cuatro años era ser alcaldesa de Córdoba, acabe sentada, en menos de dos años, en el Consejo de Ministros con otro partido político. Si la maniobra de cambiar de caballo en plena carrera para irse con Griñán a Sevilla resultaba indecente, su paso a Madrid es el perfecto ejemplo de lo peor de la política española. El mercadeo de puestos y sillones que no respeta a los electores ni a las ideas. Rosa Aguilar se ha convertido, por méritos propios en la mayor de las tránsfugas políticas de la política reciente española.
De todas formas, resulta difícil exigir coherencia en un gobierno en el que el mismo presidente adolece de ella. Sus grandes apuestas eran las políticas sociales y, cuando llegan mal dadas, le da el gusto a la derecha de cargarse el ministerio de Igualdad. Ahorro cero, porque todos los funcionarios, aún con rango degradado, mantienen su puesto. Pero carga simbólica muchísima. Pese a las alarmantes cifras de asesinadas por malos tratos, pese a las notables diferencias que se mantienen entre hombres y mujeres en el Estado español, el ministerio de igualdad, la que decían que era la gran apuesta política de Zapatero, fallece engullido por la presión mediática más conservadora.
Con Zapatero, como con Rosa Aguilar como con la gran mayoría de políticos actuales, las apuestas, las ideas sólo sirven de cara a la galería, porque a la hora de la verdad, lo que más les interesa es guardar su sillón, aunque sea sacrificando su coherencia personal.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El Gran Hermano en Cádiz

Que nadie se me asuste. No voy a hablar de la presencia de una pareja de gaditanos en la vorágine autodestructiva a la que llaman programa de televisión y que sirve para rellenar las mañanas, las tardes y las noches de la programación de esa cadena de televisión que estupidiza a nuestro país.

El Gran Hermano en Cádiz, ese ojo que todo lo quiere ver, como el archícitado 1984 de George Orwell, tiene su sede en San Juan de Dios. Desde allí se promueve la colocación de cámaras de videovigilancia en la ciudad. Dicen que para controlar el tráfico de las calles peatonales. No sé ustedes, pero yo nunca he visto un coche por Ancha, Columela o Corneta Soto Guerrero. Por San Francisco, sí: los policiales que custodian el indigno edificio del Juzgado de Menores, pero ese es otro tema.

Cámaras de videovigilancia para estar más seguros, claman los de siempre eternizando ese debate entre libertad y seguridad. Como si la seguridad se pudiera garantizar con unas cámaras. Dicen que son liberales, pero no creen en las libertades. Las coartan, las controlan. Vallan los parques y ponen cámaras, porque ellos sólo saben prohibir. Porque la intimidad del ciudadano no les interesa, aunque sea un derecho constitucional. Porque la única intimidad que les sirve es la que tienen para crear tramas corruptas.

Puestos a garantizar la seguridad, yo quiero cámaras en todas las comisarias de policía, en todos los calabozos y en todos los interrogatorios, para saber que a los detenidos se les respetan sus derechos. También creo que mejoraría la seguridad de los dineros de todos si en determinados despachos de determinados políticos pusieran videovigilancia.

Esta deriva represora no conduce a ningún sitio. Tenemos en el poder a muchos vendedores de miedo y en las calles gran parte de la población está deseosa de comprar su porción de miedo. La compran y, a cambio, entregan sus derechos, esas libertades civiles que forman parte del núcleo inviolable de la persona y a las que renuncian. Si yo no hago nada malo, dicen. De momento. Hasta que un día algún poderoso considere que hablar mal de su banco, de su empresa o del político de turno sea hacer algo malo.

Las cámaras de videovigilancia se pondrán en Cádiz. ¿Quién lo duda? Se instalarán como se han instalado en tantas otras ciudades del estado español. Pero la seguridad no mejorará como no ha mejorado en tantas otras ciudades del estado español. Cuando tenga que pasar algo, sucederá. Como hasta ahora. Pero por el camino habremos perdido otra parcela más de nuestras libertades. Otro punto más de nuestro intimidad que se queda al control de ese ojo que todo lo ve.

jueves, 14 de octubre de 2010

On air: El vacío de Valcárcel

La maqueta de Valcárcel tomada del blog de Fernando Santiago:
http://blogs.grupojoly.com/con-la-venia/
Esta semana he dedicado mi columna a la peor noticia de los últimos meses en Cádiz, desde mi modesto punto de vista. Tras siete años de espera, el Hotel de lujo que se proyectaba en Valcárcel se queda en nada. El solar seguirá sirviendo de aparcamiento por mucho tiempo. Será uno más, pero en este caso había un proyecto importante de inversión que nuestros políticos, unos y otros, han vuelto a dejar pasar.
No. No habrá un hotel de cinco estrellas en Valcárcel. Respira la cooperativa que gestiona ese aparcamiento pero Cádiz debe lamentarse. Es otro borrón en el tortuoso camino que nos va a llevar a un Bicentenario mediocre que simbolice mejor que nada el transcurso de doscientos años desde aquella fecha en la que Cádiz fue el centro de la España trasatlántica, hasta hoy en que no es más que una ciudad de provincias decaída y moribunda. 
El puente está en el aire. Como el Hotel Atlántico. O los Depósitos de Tabacos. O la Casa del Almirante. Si llegan, llegarán a lo justo, aunque lo más probable es que, poco a poco, se vaya confirmando la terrible realidad. La que se ha confirmado en Valcárcel. 

Soy de los que cree que el Bicentenario debería ser mucho más que obras e infraestructuras, pero algunas de esas infraestructuras son esenciales. Como la de un hotel de nivel suficiente para acoger a los mandatarios que acudan a la conmemoración. Si al menos, se termina a tiempo la reforma del Parador los gobernantes que nos visiten, que me da a mi que serán pocos, no tendrán que reservar cama en Montecastillo para esos días. 
De todas formas, lo de Valcárcel va mucho más allá de la decepción. Es muestra de la incapacidad, de la dejadez, de la inquina y la falta de lealtad que mantienen las instituciones. Siete años lleva el proyecto sobre la mesa y ahora se confirma que no se hará. Pero nuestros políticos no reaccionan pidiendo disculpas. No se comprometen a que no vuelva a suceder, a mejorar sus relaciones. Ellos a lo suyo, a tirarse los trastos a la cabeza a insultarse de nuevo  con tal de mantener calentito su sillón. 
A veces me pregunto si los ciudadanos de Cádiz nos merecemos unos gestores públicos tan nefastos como los que tenemos. Desgraciadamente, la respuesta es afirmativa. No sólo porque los votamos, de una forma u otra, elección tras elección. Si no, porque cuando suceden casos como éste, la calle, la ciudadanía, no reacciona. Como mucho nos quejamos entre dientes asumiendo el discurso que los políticos nos ofrecen. Para los de la rosa, la culpa es del Ayuntamiento. Para los de la gaviota, los culpables están en Diputación y la Junta. Así nos tienen distraídos mientras que buscan una nueva razón para montar la bronca. Pero no nos damos cuenta de que, sea quien sea el culpable, la víctima es Cádiz que ve marcharse otro tren de progreso y modernidad. Y nos quedan muy poquitos.

jueves, 7 de octubre de 2010

On air: Los 37.577.

La caravana de la autovía de San Fernando.
Foto: diariodecadiz.es
La columna que he emitido hoy en Radio Cádiz se basa en una noticia que aparecía en el Diario de Cádiz del lunes. En esa noticia y en la persistente realidad que compruebo día a día y que da título y sentido a este blog.
Con la presente, se cumple mi quincuagésimo segunda columna de opinión en este programa. O lo que es lo mismo, llevo ya un año participando del espacio más gaditano de la radio difusión mundial. Para celebrarlo, y aprovechando que estamos a 7 de octubre, yo había pensado en cuestionarme sobre la pertinencia de sustituir esta festividad local por el 19 de marzo en conmemoración de la Constitución de Cádiz.
Sin embargo, el lunes cambié de idea. No lo hice porque temiera una reacción en cadena. Ni siquiera por el recuerdo de la enternecedora imagen de las niñas de colegio de monjas llevándole nardos a la patrona. Ni porque, en el fondo en Cáiz hay más fe en la Virgen del Rosario que en un nivel aceptable de la conmemoración del Bicentenario.
Lo que me hizo cambiar de idea fue una noticia aparecida en la prensa y que me recordaba a la primera columna que se emitió. Aquella en la que recordaba a todos esos compañeros de clase que hoy hacen su vida lejos de Cádiz. Porque la noticia del Diario que decía que en la última década, desde el año 2000 al año 2009, 37.577 gaditanos han dejado de residir en su ciudad. 37.577 en diez años. O lo que viene a ser lo mismo, 3.700 gaditanos de media al año. Diez gaditanos al día. Uno cada dos horas y media.
Si la memoria no me falla, creo que era Unamuno quien decía que en España se discutían hasta las matemáticas. En Cádiz, no sólo se discuten sino que el Ayuntamiento se gastó 600.000 euros para tratar de disimular una realidad, en diez años se han marchado de Cádiz tantos habitantes como tiene Puerto Real. 
No me atreveré yo a afirmar, sin riesgo de ser lapidado, que el equipo de gobierno que dirige Teófila Martínez tenga responsabilidad en esta pérdida poblacional; pero teniendo en cuenta que nuestra señora alcaldesa llegó a su sillón de San Juan de Dios en el año 95, algo habrá tenido que ver. Algo podría haber hecho para evitar esta sangría constante. Por ejemplo, los 23.000 euros diarios que malgasta en publicidad, o lo que es lo mismo, 8 millones de euros al año, los podría haber empleado en facilitar a los jóvenes el acceso a la vivienda, en reducir los niveles impositivos de la ciudad, en desarrollar planes de actuación en determinados barrios o en mejorar el recinto exterior de la Zona Franca.
Porque si esto sigue así. Si los jóvenes gaditanos, porque no tienen vivienda ni trabajo, siguen marchándose de Cádiz al ritmo de más de 10 al día, llegará un momento en el que no se celebre la fiesta de la Virgen del Rosario. Pero no por cuestiones ideológicas, políticas o religiosas, sino porque en Cádiz no queden niños que le lleven nardos a la Patrona.

martes, 5 de octubre de 2010

Un año de opinión

Foto: lasuertesonriealosaudaces.blogspot.com
Esta semana será mi quincuagésima segunda columna en Radio Cádiz o, lo que es lo mismo, llevo ya un año opinando cada jueves sobre lo que se me apetece en la emisora de radio más antigua -y también la más escuchada- de la ciudad.

La verdad que aún no sé porqué me llamó Carlos Alarcón para participar en su programa. Hasta entonces, con Carlos había hablado una vez en mi vida y fue, precisamente, para disentir. Tampoco es que tuviera mucha experiencia en eso de la radio. Unos meses en una tertulia de otra emisora en la que conocí a grandes compañeros pero que acabó como acaban todas las cosas en los países con régimen dictatorial: censurada.

No sé cuáles fueron las razones para que me lo propusieran, pero sí sé cuáles fueron las mías para aceptar. Entre ellas no estaba el dinero, que esto es como lo del blog, de balde. Pero para mí resulta una cuestión secundaria frente al privilegio de poder exponer mi opinión en un programa del que yo era seguidor desde muchos años antes. Más o menos desde los tiempos en los que Manolo Camacho, ahora en Punto Radio, compartía la conducción con Alarcón.

Fue un placer y un honor que me invitasen a participar en el programa más gaditano de la radio difusión mundial en el que se oyen voces con tanta calidad humana como la de Pepe Monforte, el recuerdo de Eduardo Lumpié y la crítica del "azote de San Juan de Dios" Julio Braña. Eso por no hablar de algunos de los que me precedieron como Toñi Asencio, Taite Cortés, José Gutiérrez Somoscarrera o Juan Antonio Delgado, al que valoro en su condición de "sindicalista" y Guardia Civil.

Mucho se comenta en Cádiz el hecho de que Carlos Alarcón, una persona que muestra ideas conservadoras, sea la principal voz en nuestra ciudad de la radio progresista por excelencia en España. Personalmente, sólo puedo decir que, en mi caso, se ha mostrado siempre respetuoso, educado y tolerante con mis apreciaciones. Supongo que muchas de ellas no las compartirá, pero a estas alturas ejercicios de libertad de expresión como ése o como el de abrir los micrófonos a los oyentes abundan poco. De hecho, a mi me enorgullece oír una radio en la que se puede dar tal disensión frente a otras en las que, a poco que saques los pies, del tiesto te han cortado la cabeza. Probablemente, con más socialistas en El Mundo, más peperos en El País y más gente de izquierdas en La Razón, este país viviría bastante más tranquilo.

También quiero aprovechar esta entrada, que con tanto halago esta quedando un pelín empalagosa, para acordarme de Libertad Paloma a la que no conocía hasta hace un año y que siempre se ha mostrado tan amable y cariñosa hacia mi persona. Además, creo que su llegada al programa ha conseguido darle al Hoy por Hoy un toque de actualidad y seriedad que contrasta con la cercanía y la ironía de Alarcón. Sin olvidar a Natalia y a Pedro, que compartió aula conmigo, aunque lo nuestro no fuera como lo del de Telefónica y uno de los cinco peores expresidentes del Gobierno del mundo, porque nosotros no intercambiamos favores sino, como mucho, saludos y consejos de paternidad que me ofrece por su experiencia con Martín.

Evidentemente, no puedo cerrar este resumen sin mencionar a los oyentes. Decía que el Hoy por Hoy Cádiz es uno de los programas más escuchados en la ciudad. Una de las sensaciones más extrañas es la de caminar por la calle y oír tu voz en la radio de un coche aparcado o la del quiosco que está enfrente de Residencia, siempre fiel a la SER. Hay, por tanto, una masa callada de oyentes que se habrán familiarizado, remotamente, con mi nombre. Hay otra masa, enfurecida, que descuelga los teléfonos cuando aún resuenan los ecos de mi voz. En su mayoría son personas con ideas muy distintas a las mías, tirando a pestilentes a naftalina.

Mi madre, a veces, sufre con alguna de las cosas que me dicen. Mi padre me pregunta si vale la pena. Para mí, sí. No estoy dispuesto a ocultar mi opinión porque a algunos pueda no gustarle. Mientras que me dejen seguir diciendo lo que quiero, mientras que cuente con el respeto de los responsables del programa, mientras que nadie me diga sobre qué debo o no debo hablar, así lo haré. Y si algún día se cansan de mí o no me siento libre, tengo este pequeño espacio, que aún está en plena construcción, para seguir gritando mi palabra a los cuatro vientos.

lunes, 4 de octubre de 2010

El efecto Tomás

Tomás Gómez en el metro de Callao.
Foto: Público.
Es un ejercicio de imaginación porque no pertenezco ni he pertenecido a ningún partido político; pero si yo fuera socialista y, si en lugar de cruzar la Avenida Cayetano del Toro todas las mañanas, atravesara la Gran Vía, yo también habría votado a Tomás Gómez. Ya digo que parto de dos premisas absolutamente irreales. Una, la de cambiar el mar infinito que se divisa desde la calle Brasil por el océano de cemento que asfixia la plaza de Callao. La otra, la de haber sacrificado mi libertad de pensamiento, palabra y obra por pertenecer a una de esas organizaciones en las que se renuncia a la capacidad de disentir en aras del culto al líder que, ahora, ya no se llaman sectas sino partidos políticos. Pero, de haberse dado ambas condiciones, habría sido uno de esos que prefirió a Tomás Gómez en lugar de a Trini.

Lo que sí tengo seguro es que habría participado en las primarias. De hecho, me encantan las primarias. Me parece uno de los pocos ejercicios de democracia interna que siguen quedando dentro de los partidos políticos y por eso me decepcionó que el PSOE de Cádiz hurtara esa posibilidad a sus militantes en nuestra ciudad. No habría sido mi caso, pero la posibilidad de testar qué candidato cuenta con mejores apoyos y es capaz de transmitir un discurso más ilusionante es una de las grandes ventajas de este proceso. Tienes sus riesgos, por supuesto. Cabe la posibilidad de que se convierta en una guerra fratricida que beneficie al resto de partidos, pero los partidos de izquierda -si es que al PSOE le queda algo de izquierda-, deben continuar con estos mecanismos de profundización democrática.

Entre los riesgos que se corren con unas primarias está el de debilitar al aparato del partido cuando apuesta por un candidato y éste pierde. Es lo que le ha pasado a Zapatero con Trini, ha apostado por una candidata y ha perdido. Tendrá que pedir cuentas a quienes le indujeron a tomar esa decisión, Rubalcaba y Blanco entre ellos. Ahora hay muchos análisis que consideran que es el final de Zapatero. De esos análisis hay que descartar aquellos que se hacen de forma interesada desde el Partido Popular, un partido que practica el dedazo en sus designaciones para mantener el omnímodo poder de su cúpula dirigente. El PSOE, sin embargo, entrega ese omnímodo poder, en casos como el de Madrid, a sus militantes y puede pasar cualquier cosa.

Desconozco las razones que han llevado a cada uno de los 7.613 militantes del PSM a votar a Tomás Gómez. Conozco las que habrían sido las mías y ninguna es por la falta de carisma o competencia de la otra candidata. Ni siquiera por su acento. Yo lo habría votado para oponerme a una forma de hacer política basada en las encuestas, para quejarme de esos asesores que preparan, ejecutan y cocinan sondeos de opinión con los que demostrar lo que ellos quieren demostrar y a esos políticos que toman las decisiones pensando sólo en el día siguiente. La Política (con mayúsculas) es algo más. Es buscar el beneficio de la ciudadanía al largo plazo. Es marcar prioridades y actuar. Cuando no se tiene sobre la mesa un ideario, una hoja de ruta, unos objetivos, la Política se convierte en política. En el arte de ganar las próximas elecciones. En el ruin oficio de sobrevivir en el cargo público. Lo mismo de Ministra de Sanidad que de candidata a la presidencia de una Comunidad Autónoma.

Los proyectos, los auténticos, se diseñan a largo plazo. El cortoplacismo es uno de los males de nuestra sociedad, de nuestra clase política. Por eso, yo habría preferido a un tipo que llevaba tres años currándoselo frente a una paracaidista de los que detentan el poder. Porque estoy harto de encuestas y de gobernantes que sólo piensan en las próximas elecciones.

jueves, 30 de septiembre de 2010

On air: Sobre la muerte de los sindicatos

Pablo Iglesias. Fundador de la UGT.
Foto de El País digital
He de reconocer que en mi casa he vivido el movimiento sindical desde muy pequeño. Recuerdo, a principios de los 80, acompañar a mi padre a la calle Veedor a la federación de Artes Gráficas de la que era Secretario. Después, siempre me he movido por la sede de UGT como por mi casa. Tengo muchos amigos allí. Conozco de todos los  tipos. Conozco liberados que nunca han dado un palo al agua, conspiradores, politizados, enchufados y enchufistas,... De todo eso ha habido, hay y, desgraciadamente, si los sindicatos no lo remedian, habrá.

También conozco a muchos de los otros. Gente que le quita horas a su casa, a su familia para trabajar por los derechos de los trabajadores. Personas que se esfuerzan y que están mucho más tranquilas sentados en la silla de su mesa de escritorio, pero que se unen al movimiento sindical sólo para ayudar a sus compañeros. De esos conozco muchísimos. Muchos más que de los otros. Los que elegidos por sus compañeros de trabajo se convierten en sus representantes y cuando se acaba, se vuelven a su puesto de trabajo. Algunos, incluso, sufriendo represalias.

Es verdad, los sindicatos están más débiles. Cada vez es más complejo encontrar a trabajadores dispuestos a desempeñar esa función (algo extraño si fuera jauja como dicen que es). Pero unos sindicatos fuertes son esenciales para nuestra sociedad y, especialmente, para la clase obrera. Si es que eso existe. Aprovechando el día después de la huelga, a esos sindicatos a los que muchos quieren enterrar, le dediqué mi columna esta semana en el Hoy por Hoy Cádiz:

Ayer secundé la huelga y acudí a la manifestación de las 12.30 en la Plaza de España. Como estuve allí, no necesito que nadie me cuente lo que pasó. Oí las consignas, unas más acertadas otras menos. Vi a los antidisturbios proteger un Centro Comercial, vi a personas provocar a los manifestantes, vi a negocios echar la baraja y vi una manifestación que acabó sin incidentes como ocurre casi siempre.
In situ, pude comprobar que esta había sido la huelga general menos secundada de las que yo recuerdo y la que menos movilización había generado. Es algo lógico. Cada vez será más complicado hacer una huelga de este tipo. Lo será porque muchos trabajadores han perdido la conciencia de clase y con ellos no van estas cosas. Muchos han individualizado sus objetivos y se olvidan de sus congéneres como si la realidad socio laboral no fuera con ellos.
También será más difícil por la precariedad laboral. Cada reforma facilita el despido, restringe los derechos y, por tanto, contra cada reforma será más difícil luchar. Eso por no hablar de los sueldos, cada vez más parcos y a los que restarle la parte de un día supone un esfuerzo económico cada vez más titánico.
A esta hora, en esta cadena de radio parece que lo de hablar bien de los sindicatos resulta ir contracorriente. Yo lo voy a hacer, porque como ya he dicho otras veces, no me importa ser minoritario. Creo que los sindicatos cumplen un papel importantísimo en nuestra sociedad. Son de las pocas organizaciones capaces de generar un movimiento como el de ayer que ponga en la calle a centenares de miles de personas en toda España. Es cierto que hay sindicalistas que ensucian el nombre del sindicato al que representan. Es cierto que hay algunas realidades que se deben revisar como la limitación de mandatos. Es cierto que los sindicatos deben vigilar determinadas cuestiones en su funcionamiento interno y en su imagen al exterior, pero su desprestigio no corresponde a la realidad. Se cuentan muchas mentiras. Mentiras interesadas que provienen de esa derecha social, política y mediática que prefiere una sociedad sin sindicatos que les hagan frente.
Sin embargo, al conjunto de los trabajadores nos interesan sindicatos fuertes. Sindicatos capaces de hacer valer la negociación colectiva, de defender las pensiones, de pactar los salarios mínimos. Deben minimizar sus defectos, pero los sindicatos en España son imprescindibles. Un dato. Las mayores tasas de afiliación sindical en Europa se dan en Suecia, Dinamarca y Finlandia. Seguro que no es sólo por eso, pero son países con una prosperidad y bienestar envidiables. 

lunes, 27 de septiembre de 2010

Dos veces humilladas

Ana en una foto de elpais.com
Se llama Ana. Ya no volverá a cumplir los 80. Ni siquiera los 90. Pero mantiene la memoria de lo que le pasó hace ya muchos años. Muchísimos. Ella tenía 18 y había entrado a trabajar en la casa del alcalde de su pueblo. Un trabajo digno para una mujer, (perdón, para una chiquilla) en aquellos tiempos en los que los pobres no tenían derecho ni a saber leer ni a escribir. Trabajar con sus manos era lo poco que le quedaba y a ello se dedicó. La mala suerte quiso que mientras que trabajaba en casa del alcalde unos cuantos militares hicieran saltar por los aires el orden constitucional establecido. Aquello que hoy llamaríamos golpe de estado, pasó a llamarse Alzamiento Nacional porque los golpistas acabaron ganando una cruenta guerra que enfrentó durante tres largos años a la mitad de España contra la otra mitad.

Como Ana trabajaba con el alcalde de la mitad que perdió y como, según cuentan, uno de los vencedores había recibido calabazas de la chiquilla, cuando regresó a su pueblo la sometieron a múltiples vejaciones. Le cortaron el pelo al cero, le dieron aceite de ricino y la pasearon por todo el pueblo. Con las purgas de ricino, cuando llegó había manchado sus ropas. Pero allí no acabó su vejación. En su pueblo fue, durante muchos años, "una pelona" que era equivalente a ser de la peor estirpe y condición de la que se puede ser.

Hoy, muchos años después de aquellas vejaciones, la Junta de Andalucía le ofrece a Ana 1800 euros. A ella y a todas las que vivieron la misma experiencia de ser ultrajadas por aquellos que vencieron la guerra y sumieron la vida en la monotonía de 40 años grises. Habrá quien piense que el reconocimiento llega tarde. Habrá quien piense que la cifra es insignificante. Probablemente ambos pensamientos sean correctos.

Pero también creo que es correcto, adecuado y justo que el estado español, aunque sea a través de la Junta de Andalucía muestre su compensación, su arrepentimiento por lo que el poder establecido les hizo pasar a esas mujeres. Recordar lo que le pasó a Ana no es reabrir heridas, es contar la verdad de una historia que, durante muchos años, sólo escribieron los vencedores, una historia que olvidaba a Ana y a las mujeres que padecieron lo que ella.

Celebraría con ellas la mención si hubiera algo que celebrar. Pero no lo hay. Su sufrimiento, escondido durante tantos años, no puede ser motivo de celebración. Menos aún podemos celebrar cuando hay bocas que siguen escupiendo en el nombre y en la memoria de estas mujeres. Es la cara de la derecha más rancia española, esa que no logra despegarse de su oscuro pasado. Son ellos los que, realmente, no han logrado cerrar la transición. 

jueves, 23 de septiembre de 2010

On air: 29-S

Hace unas horas se ha emitido mi columna de esta semana en el Hoy por Hoy Cádiz. Es sobre al Huelga General del próximo 29-S y después de escuchar los comentarios de los oyentes me he dado cuenta de que se me ha olvidado otra de las circunstancias que dificultan el éxito de la huelga y que, además, es una de sus causas: la precariedad laboral.

Estamos a menos de una semana de la Huelga General. Los sindicatos y todos aquellos que apoyan la huelga calientan motores. Ciertamente, el miércoles se presenta una de las huelgas más complejas para los sindicatos que han visto como determinados políticos ponen en cuestión su papel.
Esos políticos son los mismos que no apoyan la huelga y que juegan con la ventaja de que pase lo que pase salen ganando. Si la Huelga triunfa dirán que es el fin de Zapatero. Si fracasa que es el fin de los sindicatos. Eso es lo que desearía la derecha, que no hubiera organizaciones sindicales capaces de enfrentarse al poder empresarial y político. No es sorprendente porque a la derecha el movimiento sindical le provoca urticaria. Preferirían encontrarse al trabajador sólo y desasistido, sin un convenio colectivo que respetar, sin derechos para imponer la ley del mercado, la ley del más fuerte. Por eso a los empresarios, a los jefes, a la derecha sociológica de este país les gusta la reforma laboral. No lo pueden decir, pero les gusta y no apoyan la Huelga.
El problema para los sindicatos está en movilizar a otro sector, el de los votantes del PSOE, muchos de ellos trabajadores que no saben muy bien qué pensar. Lograr que esas personas se den cuenta de que han sido traicionados, de que los socialistas, de nuevo, han vuelto a entregar sus derechos al mercado, a convertir nuestros sacrificios en moneda de cambio con los bancos y las multinacionales para poder seguir ellos en el poder.
Y es que la huelga llega cuando puede llegar. El gobierno de Zapatero se cansó de repetir que saldría de la crisis sin afectar a los derechos sociales hasta que una aciaga noche de mayo ignoró sus principios y sus declaraciones, ignoró a sus votantes y se entregó a los designios de los neocons que campan por esos entes indefinidos llamados mercados.
El mayor derecho de un trabajador es el derecho a trabajar, dice Zapatero emulando a los que se suponía que eran su oposición. Pero no. El derecho del trabajador es el derecho a trabajar con dignidad, el derecho a trabajar con derechos, a no ser despedido si no es por una causa justificada, a cobrar el salario establecido,... Lo contrario acabaría justificando la explotación del que da empleo a cambio de un plato de comida.
La decisión de secundar una huelga general es una decisión personalísima. A estas alturas habrá quien haya decidido ya que no irá a trabajar el miércoles que viene. Algunos lo decidirán de aquí a entonces. Otros el propio miércoles por la mañana. Y otros, por supuesto, irán a trabajar pase lo que pase. Yo también he tomado la decisión y haré huelga. En contra de la explotación laboral. En contra de la deriva derechizante de este gobierno.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Casi on air: Aviones de guerra

Esta semana no se emite mi columna en el Hoy por Hoy Cádiz puesto que Carlos Alarcón ha tenido a bien sustituirla por un debate en el que participaré junto con Julio Braña y los directores del Diario de Cádiz y La Voz de Cádiz. No obstante, ya tenía preparada la columna y como es de un tema muy actual y, sobre todo, como no quiero dejar de decir lo que pensaba decir, pues utilizo mi blog para publicarla.


Esta vez no me he podido escapar. Eso que, en cuanto que veo el primer cartel Festival Aéreo, Playa de la Victoria, domingo 12 de septiembre, busco urgentemente un plan para huir lo más lejos posible. Si se puede todo el fin de semana para no tener que soportar ni los ensayos del viernes. Pero como mínimo, el domingo pongo tierra entre mis pies y la playa de la Victoria. Este año no ha podido ser. Era el día de las Marías y entre mi madre y mis principios, gana siempre mi madre que para eso me dio la vida y una parte de mis principios.
Por eso y por la cercanía de mi casa al Hotel Playa he tenido que sufrir el fin de semana las molestias de esos juguetes de guerra con los que juegan los militares porque no tienen nada mejor que hacer. He visto una parte de la playa secuestrada. He visto a miles de personas disfrutar de un espectáculo que no es que no lo entienda. Es que lo detesto.
Realmente, mi oposición al festival aéreo está en línea con mi oposición al ejército. No tengo nada contra los militares. Estudié en el Colegio La Inmaculada y algunos de aquellos valores que me inculcaron, como la lealtad y el respeto aún los mantengo. Tengo, incluso, amigos en el ejército. Algunos de esos de oficina, de los que jamás pisarán un campo de batalla pero tienen plaza en cualquier residencia militar para pasar el verano. O de los que se dedican a arreglar televisores en el cuartel en las horas de trabajo que pagamos entre todos. Otros, de los que se juegan la vida por un plato de comida. Como los que se suben al andamio, pero si estos caen, tienen asegurado funeral de Estado y presencia de ministros. Aunque muchos de ellos sean sudamericanos.
Yo prefiero las soluciones pacíficas y no me creo eso de que si quieres la paz, prepárate para la guerra. Este mundo sería mejor sin ejércitos. Dicho esto, me veo obligado a aceptar la existencia del ejército como un mal menor. Nuestra sociedad aún no tiene la madurez de la suiza para prescindir de sus tropas. Lo que no estoy dispuesto a aceptar es que se frivolice con instrumentos de guerra como espectáculo público de ocio.
Porque las máquinas que sobrevolaron nuestros cielos este fin de semana son, en su inmensa mayoría, máquinas de guerra. Máquinas de matar que no disparan humo sino misiles, que las acrobacias las realizan para atacar a sus objetivos. Armas, al fin y al cabo, que se les enseñan a nuestros niños como simpáticos juguetes. Pero no. No son juguetes.
También es por el dinero. Después escucharemos a los militares y a sus superiores diciendo que no tienen para blindar no se qué carro de combate o que no les alcanza para determinada tecnología punta. No estaría mal que se ahorrasen las cantidades que despilfarran en sueldos, dietas, hoteles y queroseno en tiempos como los actuales. 
Ya sé que la gran mayoría no opina como yo. Lo acepto. Había 190.000 individuos viendo los aviones y no más de 10 protestando. No me importa. Estoy tan acostumbrado a ser minoría que no me afecta. Pero aunque sea minoría es mi opinión y no me la pienso callar: Ojalá no vuelva a ver un avión de guerra surcar el cielo de mi playa de la Victoria.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Desde mi ventana: A ti, siempre a ti

Pretendo recuperar algunos de los textos que colgué en mi ventana. Algunos de los que más valoro que son, especialmente, los que hablan de las personas más importantes en mi vida. Por eso, quiero empezar por estas palabras que le dediqué a mi otra mitad el día que nos casamos en el Ayuntamiento. Porque sin ella estoy seguro que no disfrutaría del privilegio del que disfruto. Porque ahora al otro lado de mi cama laten dos corazones y la carga de ser padre se aliviará por compartirla con ella.


Ya sabes que nosotros siempre seremos mar y arena, un día de agosto, en la playa de La Victoria. 
Aunque nos escondiéramos en el poblado desierto de la Gran Vía cuando empezamos a mirarnos la cara en el mismo espejo. 
Ya sabes que hace mucho que mi camino lo recorren tus pasos. 
Aunque menos, también hace tiempo que nuestros cepillos de dientes comparten espacio sobre un solo lavabo de un solo cuarto de baño, de una sola casa. 
Ya sabes que quiero gozar de la eternidad que me proporcione tu vientre, cordón umbilical de mi ser a un mañana que seguiremos construyendo como hasta ahora, juntos e iguales. 
Ya sabes que no quiero el amor eterno del árbol plantado que no puede escapar. 
No quiero que seas para siempre mía por satisfacer el orgullo de un absurdo derecho de propiedad. 
Cuando diga “mi mujer”, mujer siempre será más importante que el posesivo. 
Quiero que seas siempre tú, libre, mujer y digna. 
Y que en tu libertad quieras estar a mi lado para que te arranque una sonrisa. 
Exactamente igual que quiero siempre querer que tu sonrisa sea el estímulo para levantarme cada mañana.

martes, 14 de septiembre de 2010

On air: Pérez Reverte


Desde hace aproximadamente un año, cada jueves Radio Cádiz me cede unos minutos para que exponga mi opinión en forma de columna. Sé que son muchos los oyentes que tiene el Hoy por Hoy Cádiz, pero para aquellos que no lo oigan porque no pueden o porque no quieren, cada semana trataré de colgar el texto de mi intervención. Aquí va el primero sobre la polémica de Arturo Pérez Reverte:

A estas alturas de la película aún no sabemos si el insigne académico y exitoso escritor, Arturo Pérez Reverte, dirigirá la exposición municipal relacionada con el Doce.
Hace unos días renunció al cargo con un estilo francamente deplorable. Parece una reacción desproporcionada si el origen son las críticas del concejal Terrada. Puede que esconda algo más. La decepción por los plazos que se le vienen encima con la exposición aún sin cerrar. Algo de eso se trasluce en su carta de renuncia, pero en lo que carga las tintas es en las críticas recibidas.
Personalmente, creo que no lleva razón. Ni en el fondo, ni en las formas. Llamar “gentuza de la peor calaña” o amenazar con acordarse de forma tabernaria y soez de la santa madre de un concejal está absolutamente fuera de lugar, por mucho que sepa de Historia de España, por muchos libros que venda y por muy bien que lo haga en la Academia Española de la Lengua. Mucho más cuando nadie lo ha criticado. Lo que se ha requerido es saber cómo, cuánto y por qué va a cobrar el señor Pérez Reverte.
Ahora dice que se lo va a pensar. Me parece bien. Creo que su tirón mediático puede propiciar una difusión mayor del Bicentenario en el conjunto del Estado español e, incluso, en Hispanoamérica. En las condiciones en las que está el Bicentenario, a poco más de un año para su inicio, no cabe duda de que difusión exterior es una de las principales necesidades del acontecimiento. Bueno, y también dotarlo de algo de contenido, más allá de los conciertos de Chayanne. Y en la cuestión de contenidos también confío en Pérez Reverte.
Pero que sepa, si vuelve, que lo vamos a criticar. Habrá quién pregunte cuánto ha ganado y quien se cuestione si lo que ha ganado está en proporción con el resultado que se haya obtenido. Es lo que tiene cobrar dinero público, de forma directa o indirecta, que está sometido a escrutinio.
Y si no vuelve, que lo diga claramente y pronto. Pero, tanto en un caso como en otro, el Ayuntamiento tiene la obligación de poner todo su esfuerzo en esa exposición para que, junto con la exposición del Consorcio actúen en el empeño de hacer del Doce el punto de inflexión que Cádiz necesita. Aún estamos a tiempo, pero el reloj corre en nuestra contra. Como bien sabe Pérez Reverte.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Centenario

Creo que ya lo he escrito en algún sitio. Mi primer recuerdo en amarillo y azul es de un Trofeo Carranza. Estábamos en casa viendo la final entre el Cádiz y el Sevilla por televisión. Concluyeron los 90 minutos con empate. Mi padre, perro viejo en eso de colarse en el estadio, me dijo "Nos vamos a ver la prórroga".  Como no daba tiempo de subir la pasarela, cruzamos la vía del tren. Yo no sé en qué pensaba mi padre para saltar las vallas de la vía del tren con un niño de tres años. Menos mal que yo no me veré en esa tesitura porque ya no hay que cruzar la vía del tren para ir al estadio. Teófila dice que es cosa suya, pero seguro que ha habido más gente que arrimó el hombro para soterrar el tren del gol.

No es que mi padre fuera un inconsciente. A esa hora ya no pasaban los trenes por allí. Además, si fue inconsciente se lo agradezco porque me dio uno de los mejores recuerdos de mi infancia. Entramos en la preferencia de las puertas abiertas y pude disfrutar del gol de mi tocayo Dieguito, de falta directa en la portería de Fondo Norte. A lo mejor hay algún dato incorrecto, pero pondría la mano en el fuego porque fue así. Dieguito, el jerezano de cuando Jerez y Cádiz eran hermanas, de libre directo en la portería del Fondo Norte de antes de la publicidad de Ferrovial.

Era el primer Trofeo Carranza que ganaba el Cádiz y siempre podré decir que yo, con 3 añitos, estuve allí. Después vinieron otros miles de recuerdos más. Mis primeras lágrimas de alegría. Las primeras de desilusión. Mi primera camiseta. El maravilloso ingenio de Mágico González y una infancia soñando con ser ese 9 que marcaba los goles en el Carranza. Puedo jurar que jamás soñé con jugar en el Madrid o en el Barcelona. Yo quería ser tan bueno para ganar la Copa de Europa, pero siempre con el Cádiz.

Bendita niñez amarilla que se construye de recuerdos, aunque vistos con el prisma del tiempo algunos parezcan ridículos. Pero son parte de mi vida. Para mi el Cádiz tiene los 29 años que van de aquel recuerdo al día de hoy. Ahora ya no sueño con marcar goles. Pronto descubrí que no marcaría ninguno en Carranza. También descubrí que el Cádiz no ganaría la Copa de Europa. Me conformo, porque hasta a mi me ha llegado el conformismo con las cosas de Cádiz, con pasar casi dos horas con mi padre. Posiblemente, el culpable de mi cadismo. Sin ninguna duda, el artífice de que yo siga yendo cada quince días a Carranza.

Tal día como hoy hace 100 años dicen que se constituyó el club del que tiene origen el Cádiz. También dicen que no es así.  No voy a entrar en qué versión es cierta. Oficialmente, hoy es el centenario cadista. En las peores condiciones, con la peor realidad posible, pero una efeméride para demostrar que el Cádiz para muchos de nosotros es más que un club. Es el vínculo sentimental con lo que nos queda del pasado, de la familia, de la ciudad.