jueves, 20 de junio de 2013

On air: Las bicicletas no son para el PP

Este debería ser un eslogan de futuro, pero no
es el que le gusta a los peperos.
Foto: http://huertosurbanosbahadecdiz.blogspot.com.es/
Llevo siendo ciclista activo en Cádiz desde hace 9 años. Mi experiencia en Italia me mostró la posibilidad de asumir la bicicleta como medio de transporte real y efectivo. En este tiempo me han robado cuatro bicicletas, he tenido un accidente y no me han puesto ninguna multa. Circulo siempre por la calzada y trato de respetar a los demás más de lo que suelo respetar las señales de tráfico. Para el PP soy una persona non grata y a eso le he dedicado mi columna esta semana.

Al PP las bicicletas le parecen cosa de rojos. Si no, no se explica la guerra directa y clara que le han declarado a este medio de transporte. Puede que lleven razón, que los que usamos las bicicletas tengamos una conciencia más social, ecologista. También puede que simplemente seamos tiesos, gente que no tiene para coche, gasolina y parking. Universitarios, asalariados mal pagados, parados,… En general, la mayoría que no son como ellos, sin sobres, ni jaguares, ni indemnizaciones diferidas.
Empezó la DGT con el anuncio de la exigencia de casco obligatorio a todos los ciclistas, incluso en vías urbanas. La medida, inaudita en nuestro entorno, es un mensaje disuasorio para los usuarios de la bicicleta como medio de transporte. Si se trata de fomentar la seguridad, más son los muertos en coche por traumatismos craneales. O entre los peatones. Pero tan absurdo es exigir el uso de casco para todos estos como para los ciclistas en vías urbanas. A los que usamos la bicicleta para ir a trabajar o a estudiar nos supone otra incomodidad más para renunciar a ella.
La misma línea de pensamiento parece haber adoptado el Teofilato. Por una parte anuncia sanciones a los que vayan en bicicleta por la acera. No me parece desquiciado pero bien podríamos decir que estas multas deberían venir acompañadas por otras iguales a los peatones que ocupen el absurdo espacio bici de Juan Carlos I. O a los conductores que nos adelantan en la calzada sin la mínima distancia de seguridad. Sin embargo, no creo que sea bueno enfrentar a unos usuarios de la calle con otros, sino fomentar la convivencia, establecer espacios de concordia y hacer oficial lo que ya es real en la calle: que las bicicletas requieren un espacio y una protección.
Y cuando hablamos de espacio y protección es cuando nos encontramos con el último desvarío teofilista al oponerse al plan de la Junta de mejorar el uso de la bicicleta en la Bahía. Teófila ha dicho que no va a modificar el urbanismo de Cádiz ni a quitar un solo aparcamiento por las bicicletas.
Pues permítame que le corrija. Se trata precisamente de eso, de cambiar la idea de ciudad, de hacer una ciudad más amable, más limpia y más segura; de que los coches no circulen por Beato Diego, San Pedro y Mina por poner tres ejemplos; de peatonalizar y fomentar la bicicleta. Y, por favor, señora mía, no culpe de la falta de aparcamiento a los ciclistas porque bien que ha quitado Vd. todo el aparcamiento del centro para beneficio de esos parkings privados que están vacios. Ofrezca precios asequibles, cree zonas de estacionamiento alternativo y cambie la imagen de nuestra ciudad, que buena falta nos hace, sobre todo a ese Casco Histórico moribundo. Aprenda de los países modernos y desarrollados como Suecia, Holanda o Dinamarca. Aunque para eso necesitaríamos concejales modernos y desarrollados y no los carcamales anquilosados que tenemos.

viernes, 14 de junio de 2013

On air: Coherencia sindical

Salvador Mera, reelegido Secretario provincial de UGT
a pesar de los pesares
Una de las cosas que siempre achacan los políticos de izquierdas (o seudoizquierdas como el PSOE) a los votantes progresistas es ser muy críticos con sus gobernantes. Puede que sea verdad, pero no creo que sea un defecto sino un elemento positivo. Como dice un buen amigo mío, si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar a cambiarnos nosotros. Y ese nosotros debe extenderse a las personas que nos rodean, a las que nos representan y a las que luchan por nuestros ideales. Por eso no dejo de ser crítico con los sindicatos. No se trata de hacerle el juego a la derecha neoliberal, pero sí exigir un mejor comportamiento y una mayor coherencia. A eso le dediqué mi columna ayer.

El proceso de precarización y empobrecimiento de la clase obrera que vivimos no es fruto de la casualidad. Es una maniobra orquestada por el poder económico, que ha considerado que el Estado del Bienestar no le permite maximizar sus beneficios y ha decidido destruirlo. Dentro de esta maniobra dos campañas de opinión han resultado fundamentales.
Por un lado, se nos hizo creer que no formábamos parte de un grupo, a la empleada de banca, al enfermero, al oficinista, a la profesora de universidad…  se les hurtó la conciencia de clase prometiéndonos una clase media que sólo alcanzábamos mediante el banco. En paralelo, se desarrolló una corriente de destrucción del movimiento sindical. El sindicalismo, el sindicalismo de clase como tal, es esencial para el mantenimiento de una conciencia obrera, y por eso el neoliberalismo más radical lo ha identificado con las estructuras de los grandes sindicatos que, en muchos casos, están anquilosadas, burocratizadas y adormecidas.
Precisamente la importancia de los sindicatos dentro de la clase obrera nos obliga a ser especialmente exigentes con su coherencia y sus comportamientos sin que ello pueda suponer compartir con la derecha neoliberal su destrucción, sino, al contrario, su fortalecimiento.
Con este espíritu crítico, me llamó tanto la atención que cuando el Comité de Expertos que ha propuesto reformar las pensiones de tal forma que los pensionistas de hoy y de mañana pierdan poder adquisitivo uno de los firmantes de ese informe era el responsable del Gabinete económico de Comisiones Obreras. No se explica que quien representa a una fuerza del movimiento sindical respalde con su firma unas medidas que suponen agravar el empobrecimiento de quienes cobran pensión ahora y dificultar que otros las cobremos en el futuro.
Casi tanto como eso me sorprendió que en el último congreso provincial del otro sindicato mayoritario, la UGT, resultase reelegido el secretario provincial, especialmente habida cuenta de que el candidato está, presuntamente implicado en la trama de los EREs. Podemos entender que a este tipo de organizaciones y al calor del dinero público se arrimen personajes poco deseables, pero cuesta más comprender que la propia organización no ponga barreras ante posibles giros de guión. No quiero imaginar cómo quedaría la imagen de UGT Cádiz si al final Alaya imputa a Mera. Pero parece que eso no les importa a los propios delegados de UGT.
La próxima vez que haya que salir a la calle por los derechos de los trabajadores junto con los sindicatos, allí estaré, pero eso no quita para que desee que dentro de este movimiento de reforma democrática al que debe someterse España, algún día también le toque a los sindicatos, lo que contribuirá a retomar con más fuerza el movimiento sindical.