jueves, 28 de abril de 2011

On air: Primero de Mayo

La foto del 1 de mayo de 1886 en Chicago está tomada de
http://desdelabalaustrada.wordpress.com
Después del parón por el Jueves Santo, esta mañana han vuelto mis columnas a la radio. No he podido dejar pasar que el domingo es el Primero de Mayo, un día que me evoca muchos buenos recuerdos de mi infancia pero que, a su vez, me plantea muchas incertidumbres en el presente y, sobre todo, en el futuro.


La cadena de centros comerciales a la que los poderes públicos le están construyendo un puente en la puerta para traerle clientes quiere hacernos creer que el 1 de mayo es el Día de la Madre. No es mi caso porque para mi, el Primero de mayo es el día de mi padre.
Desde muy pequeñito lo he acompañado en el día de los trabajadores a la manifestación. Hubo una época en la que en el Primero de mayo reinaba un ambiente festivo de celebración por las libertades recuperadas. Había una Carrera Popular, una especie de feria que montaban en el parque y una marcha multitudinaria por la ciudad. Era la época de la doble militancia y de los saltos del sindicato a la poltrona política. Después llegó la Huelga General del 14-D y los sindicatos perdieron la inocencia. Siguieron años de enfrentamiento con el gobierno socialista, manifestaciones unitarias de los sindicatos mayoritarios, la crisis constante de una industria naval que era el pulmón económico de la Bahía y unas manifestaciones cada vez menos multitudinarias a las que no iban ni siquiera los liberados sindicales...
No necesito que nadie me cuente lo que es un sindicato, lo que hacen los liberados sindicales, lo que trabaja un representante sindical porque yo lo he visto con mis propios ojos. Sé de gente totalmente prescindible para el movimiento obrero que sólo buscan la órbita sindical para escaquearse del trabajo diario. Pero, más allá de siglas sindicales, conozco a muchísimos compañeros que se quitan horas de su ocio para defender los derechos de las personas con las que comparten espacio en el tajo.
Las cosas han cambiado mucho en el movimiento obrero en estas tres décadas largas de democracia. Lo único que no ha cambiado nunca han sido las críticas de la derecha a los sindicatos. Por eso no me sorprende que las principales palabras de Teófila Martínez en la presentación de su candidatura no fueran para Cádiz, ni siquiera para su rival ni para los viejos que la votan sino que fueran para censurar a los sindicatos, en la línea de Esperanza Aguirre o el amigo de Gadafi.
Este Primero de Mayo en Cádiz es uno de los más difíciles de la historia sindical. Metidos hasta el cuello en un crisis que está golpeando a los trabajadores (los que lo son y los que lo quieren ser) más que a nadie, el pacto social ha debilitado la posición de los sindicatos. Curiosamente, los mismos que criticaron la Huelga General por no contribuir a la estabilidad de España, critican tras el acuerdo por conformismo con el Gobierno. Es su endémica falta de coherencia. El problema es que entre unos y otros han conseguido hacernos creer que el movimiento obrero no tiene sentido, que ya no hay clases, que somos todos iguales. Eso mientras que cinco millones de parados buscan desesperadamente un jornal para subsistir y en una famosa empresa sus 2.000 directivos se reparten 450 millones de euros. Hay razones más que suficientes para salir a la calle, el Primero de mayo, el 15 y el 22. Todos los días que hagan falta hasta que logremos que de esta crisis salgamos con más democracia, más derechos y un reparto más justo de la riqueza.

jueves, 14 de abril de 2011

On air: La lista popular

Vicente Sánchez, digno representante
del páramo que rodea a Teófila.
La foto es de Cadiz.es.
La semana pasada se hizo pública la lista electoral del Partido Popular para las elecciones municipales en Cádiz. Son los mismos de siempre con sus agotadas ideas para una ciudad tan agotada como ellos.


Alrededor de Teófila Martínez se levanta un inmenso páramo. Un desierto de personalidades en el que nadie destaca, en parte por el personalismo de la Alcaldesa, en parte por la incapacidad de la mayoría de sus obedientes ediles. Por eso, y porque Teófila nació en el 48 y para las elecciones del 2015 tendrá 67 años los futurólogos de la política pensaban que la lista electoral del Partido Popular para las próximas elecciones municipales en Cádiz contendría las claves de la sucesión teofilista. Por eso y por la posibilidad de dar el salto a un ministerio en Madrid si vencen los populares, algunos apostaban, incluso, porque el hombre en la sombra daría un paso adelante y abandonaría su cómodo papel detrás de las cámaras.
La sorpresa llegó cuando la semana pasada descubrimos que el número dos de la lista popular sería José Blas Fernández un hombre que ya se ha olvidado que hace 3 años anunció que se marcharía y que acumula 28 años en el Ayuntamiento. Es lo bonito del gusanillo de la democracia que cuando pica no abandona, incluso a los más reacios. Fernández repite, a pesar de que los proveedores municipales llevan meses sin cobrar y el dinero de todos los gaditanos se lo gastan en la propaganda.
Repite Fernández, como repite Ortiz, al que no le pesa su nefasta gestión del Bicentenario y su enfrentamiento con Antonio Castillo. Castillo que también repite a pesar de los pesares de la oferta cultural en Cádiz. Romaní repite, pese a sus formas y pese a que las obras en Cádiz duren una eternidad y la Delegación de Fomento no haya conseguido crear un solo empleo en la ciudad. Por repetir, repite hasta Vicente Sánchez en agradecimiento a que el deporte en Cádiz está bajo mínimos por sus incumplimientos reiterados y por el desastre de las instalaciones. Aunque parece que a Vicente lo van a relegar a fiestas porque el deporte se lo va a dejar a ese ex futbolista, flamante fichaje de la candidatura, aunque, en total, no lleve ni diez años viviendo en la ciudad. 
Si cuando se hizo pública la lista socialista le llovieron críticas, a la lista del Partido Popular no le corresponde menos. Es una lista desilusionante que va a profundizar en la apatía que el equipo de gobierno transmite a la ciudad. Es la lista de un equipo agotado que se regodea ante una victoria segura sin comprender que gran parte de su éxito está en la falta de un adversario de nivel. En definitiva, más de lo mismo. Ni un nombre que destaque, ni una persona con ideas frescas y con compromiso por la ciudad.
No hay sucesor. Desde lo de Rajoy, en el Partido Popular asustan las sucesiones, por lo que no se descarta que Teófila, sea alcaldesa con 71 años. Desde Fraga no se había visto nada igual.

viernes, 8 de abril de 2011

On air: El Partido Institucional Andaluz

Gabriel Almagro y Luis Pizarro en una imagen de rtve.es
Ayer estuve en Barcelona por cuestiones laborales en el avión de ida escribí esta columna porque siempre que voy siento envidia de lo bien que le ha sentado a Barcelona, y a Catalunya en general, el Estado autonómico. Y mientras, en Cádiz el Partido Institucional Andaluz se descompone. Descomposición que, por cierto, fue el tema del almuerzo.


Me considero un firme defensor del Estado Autonómico. Con sus debilidades, porque cualquier sistema de organización del poder tiene sus puntos débiles, el reparto territorial derivado de la creación de las autonomías me parece altamente satisfactorio. España no es una, sino que el Estado español es un Estado plural compuesto por diversos territorios con una sensibilidad particular que, gracias al sistema autonómico han logrado encajar estas particularidades con los criterios más centralistas. No sin tensiones, por supuesto, porque tanto soberanistas como centralistas tratan de tensar la cuerda según sus planteamientos.
Sin embargo, mi convencimiento autonomista se derrumba cuando pienso en mi Andalucía. No es que crea que el sistema no funciona para nosotros. Simplemente pienso que hemos tenido mala suerte. Una mala suerte buscada porque hemos sido los andaluces quienes, con nuestros votos, hemos creado este monstruo institucionalizado que ha permeado en todas las instancias de poder y que ha convertido sus problemas internos, personales en cuestiones que afectan negativamente a los ciudadanos.
La sensación que tengo, desde hace muchos años, es que lo que cae en el ámbito de competencias de la Junta de Andalucía funciona tarde y mal. El nuevo hospital se retrasa cada vez que habla un representante de la Junta, de la Ciudad de la Justicia no tenemos noticias, los tribunales paralizan el tranvía metropolitano o el Polígono de las Aletas porque los servicios jurídicos de la Junta se saltan a la torera los trámites, escuelas infantiles y centros de atención de mayores están hasta arriba de deudas porque el dinero de la Junta llega demasiado tarde. Con escasa sorpresa confirmamos que existe una red clientelar que ha crecido alrededor de 30 años de poder: la trama de los EREs, los casos de enchufismo, el desarrollo empresarial de los hijos del expresidente…
Sé que estas consideraciones pueden ser injustas con algunas personas, por ejemplo, el propio Gabriel Almagro, víctima de la última guerra fratricida en el partido institucional andaluz y del que, las dos veces que he hablado con él, sólo puedo tener buenas palabras, por su cercanía, su interés y su bonhomía. Podemos salvar a personas concretas, pero no sólo han confundido el partido con las instituciones sino que han puesto sus intereses personales por encima de todo. Sólo así se explica que se pueda cesar al responsable del Bicentenario sólo a nueve meses del comienzo del Doce por cuestiones meramente internas. Sólo por respeto a Cádiz y al Bicentenario esta destitución no debería haberse producido jamás. 
Dicen que el cortijo se derrumba. Es la sensación que da. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que la alternativa que se perfila parece tan incapaz y dañina como los que van a marcharse.