viernes, 31 de enero de 2014

On air: Onda Carnaval

Horas antes de que empiece el Concurso del Falla y la cobertura desmesurada que del mismo ofrece Onda Cádiz, les he dedicado mi columna en Radio Cádiz.

Mañana las pantallas de muchos televisores de nuestra ciudad volverán a reflejar la imagen de Onda Cádiz. Después de casi un año sin saber de ellos, entre chirigota y chirigota, la publicidad de Onda Cádiz nos cantará uno de los mejores cuplés del año, el de que Cádiz es una ciudad que funciona.
Desde sus orígenes, Onda Cádiz se erigió en el instrumento de propaganda más poderoso del teofilismo. En la calle adoptó el acertado seudónimo de Tele Teo porque la presencia de la máxima mandataria de la ciudad en la emisión era asfixiante. Ahora, que hay otras pantallas de las que están más pendientes en San Juan de Dios, Onda Cádiz es el reducto para contarnos su mentira aprovechando el tirón mediático de las fiestas de la ciudad. 
Onda Cádiz ha llevado a una nueva dimensión eso que algunos han llamado el Universo Gaditano, o lo que es lo mismo, las tres cés de la idiosincrasia más pacata de este rincón: Carnaval, cofradías y el Cádiz. Ellos le han añadido un cuarto elemento: Teófila. Con esos cuatro ejes construyen una programación que sirve para engordar el ego de unos cuantos y para que campen a sus anchas los comisarios políticos. Debates en los que determinadas voces de esta ciudad son sistemáticamente vetadas. Informativos en los que se ofrece la visión más sesgada y parcial de lo que ocurre de Cortadura para dentro y de Cortadura para fuera.
Porque lo de Tele Teo se les queda corto. Onda Cádiz se ha convertido en un instrumento al servicio de la acción de la gaviota. Así, durante un tiempo fueron más Moresquistas que nadie y después concedieron amplia cobertura a las cosas de San Fernando, curiosamente a raíz de que Loaiza se convirtiera en  alcalde de La Isla y presidente de la Diputación. Eso por no hablar del extraño pacto que mantuvieron con Metropolitan TV, aquella cadena que algún iluminado pretendió convertir en la antítesis de Canal Sur para confirmar su asalto al Palacio de San Telmo. El asalto fracasó, pero la aventura la sufragamos los gaditanos con nuestros impuestos. O con los anuncios de Emasa, Procasa y Eléctrica de Cádiz que, al fin y al cabo, también son nuestros impuestos.
Mañana, si son de los que quieren ver las coplas del Carnaval en directo y los primeros, recuerden que el capricho nos cuesta mucho dinero de nuestros impuestos a los gaditanos. Dinero para pagar a algunos excelentes profesionales pero también para los sueldos de varios mandos intermedios sin más capacidad que haber sido leales al régimen. Cádiz no se puede permitir pagar una cadena pública de televisión, sobre todo si es para emitir en directo el concurso del Falla y no los Plenos del Ayuntamiento.

martes, 14 de enero de 2014

On air: Muerta en vida

Foto de una de las meriendas de la Tercera Edad que
ofrece el Ayuntamiento de Cádiz
A petición de mi público, y con algo de retraso, cuelgo la columna del pasado jueves en Radio Cádiz. En esta ocasión ha tocado volver a hablar de la pérdida de población en la capital gaditana. Ya sé que es un tema en el que me he reiterado pero es que con la misma reiteración ha sido negado por el poder municipal. De todas formas, mejor que este artículo mío es La ciudad menguante de mi compañero Lorenzo Benítez.

Disculpen que me reitere en el tema pero es que me hierve la sangre ver que desde el poder se quiere negar la realidad. Como si mostrarnos un mundo diferente por las pantallas fuera a cambiar lo que vemos, que cierran aulas de colegios, que no hay gente joven, que la vivienda sigue en precios desorbitados, que se cuentan por miles las vacías, por centenares los locales en desuso y por decenas los solares abandonados.  
Lo explicaba perfectamente el Diario de Cádiz este domingo. Un ejemplar, por cierto, que hay que conservar como oro en paño puesto que supone el primer ataque frontal y directo al teofilismo en los últimos 20 años. Aquel dominical contenía el reconocimiento del declive de Martínez, una magnífica entrevista a Rafael Garófano, hombre inteligente y cabal que pone en evidencia, más si cabe, el nivel de los palmeros de Teófila. Pero, en lo que interesa hoy, aquel periódico contiene un análisis sobre los datos de población, esos que se tratan de negar desde San Juan de Dios. 
Y esos datos nos dicen que desde el 96 a ahora Cádiz ha perdido casi un 15% de población frente al crecimiento de todos los municipios de nuestro entorno. Que en este tiempo los menores de 35 años han pasado de ser más de la mitad de la población a una tercera parte y que los mayores de 65 años son ya 1 de cada 5. En definitiva, que hay más ancianos que niños. 
Tenemos una alta densidad de población y pocas zonas donde crecer porque, precisamente, en estos años hemos agotado la que teníamos, los terrenos ociosos de Astilleros y eso no ha servido para que se revierta una tendencia que nos condena: la despoblación y el envejecimiento.  
Los datos son duros, pero lo peor es la demagogia. Que nos digan que los 21000 que ya no viven en Cádiz se han ido a vivir a unifamiliares porque no quieren vivir aquí Precisamente, el gran dolor que supone esta diáspora gaditana es que todos están deseando volver. No es turismo, es emigración. Porque igual que me pasa a mi, la inmensa mayoría de los lectores conoceran a alguien, no a uno sino a muchos, que hoy vive en el Río San Pedro o en Camposoto y está deseando regresar a su Cádiz todos los días. Y conocen a otros cuantos que se fueron a Madrid, a Castellón o mucho más lejos y que lo cambian todo por la luz de su Cádiz. 
Cualquier lugar sin jóvenes, sin niños tiene condenado su futuro. Es más fácil de gobernar, menos activos, más sumisos, pero no tiene mañana. Por favor, señora Martínez, no nos tome por tontos. Por mucho que usted esté subida al mástil, por mucho que en las fotos nos quiera vender otra cosa, este barco se hunde. Perdón por la reiteración, perdón por el tono apocalíptico, pero mi ciudad se muere. 

jueves, 2 de enero de 2014

On air: Desastroso Trece

Se acabó el Trece, pero la primera columna del Catorce tenía que ser de balance. Había tantas cosas que decir que he preferido centrarme en lo que más me duele por ser lo más cercano: en Cádiz. Si para España el Trece ha sido un desastre, en Cádiz ha sido el año horrible del Teofilato y tan invadida tienen esta ciudad que su declive se convierte en la asfixia de Cádiz.

Pues qué quieren que les diga, si les soy sincero, estaba deseando que acabara el maldito Trece. En lo personal, un año en el que ve la luz por primera vez un trozo de tus entrañas no puede ser malo; pero quitando a ese angelito que ocupa la habitación contigua a la mía, todo lo demás en el año ha sido nefasto. Si hablamos de Cádiz las sensación es que el Trece no pudo ser peor. Amaneció el año de resaca tras las celebraciones del Bicentenario, pero como fueron celebraciones de garrafón, el dolor de cabeza a la ciudad le ha durado muchísimo. Cuando abrimos los ojos vimos que teníamos el esqueleto de un segundo puente y nos dijeron que dependía del viento lo que es lo mismo que decirnos que nadie sabe cuándo estará. 
El Trece ha sido el Annus Horribilis del teofilismo. Ha perdido el norte o, en este caso, ha perdido el sur de nuestro Cádiz. Enfrentamientos en juzgados entre concejales y ciudadanos, desplantes como la retirada del equipo de gobierno durante la intervención de un gaditano en el Pleno, el cambio de reglamento para evitar oír las voces de la calle, Quality, el Matadero, Cádiz Conecta, la deuda de 190 millones pero sobre todo la inacción, la desidia. La maqueta de la plataforma logística como anzuelo y las pantallas para recordarle a los viejos que hay que votarla a ella. 
Lo peor que hay es un necio soberbio. Y la soberbia ha podido con el equipo de gobierno municipal este año. Sólo hay que recordar aquello de tanto twitter, tanta opinión. O lo de comparar a los manifestantes con ETA. O en las últimas semanas, las amenazas del hombre de los mil cargos de denunciar a quien ose a criticarle. O el desplante de Macías en el último pleno a una de las intervinientes. 
Y quien lo sufre es Cádiz. Porque si cuando estaban centrados en lo que hacían su capacidad de maniobra era discutible ahora que andan distraídos, perdidos, la ciudad entra en coma. Porque a ninguna ciudad le viene bien que sus concejales anden en los Juzgados imputados. Porque según los datos oficiales, desde que Teófila está en San Juan de Dios, Cádiz ha perdido 23.000 habitantes, mil de ellos en este último año. Cádiz ha visto marchar a un 16% de su población desde 1995 y de los que quedan, el 31% están en paro. Lo comparemos con quien lo comparemos, la gestión de estos casi 20 años es mala en lo sustancial y en este año ha sido peor. 
Esperemos que el Catorce sea mejor para todos. Eso les deseo a los oyentes y se lo deseo a Cádiz. Aunque para que la cosa mejore en Cádiz parece que habrá que esperar al Quince, a que ejerzamos democráticamente nuestro derecho a que las cosas cambien de una vez.

On air: Zumos sin crítica

La última columna de 2013 la quise dedicar al escándalo de los zumos de Sanlucar de Barrameda pero no tanto al hecho de que los zumos del Banco de Alimentos apareciesen en la sede del Partido Popular sino a la respuesta de Antonio Sanz pidiendo que no se hiciera crítica política sobre el tema. Es un planteamiento muy curioso.

De todos los sucesos derivados de la crisis en la que estamos sumidos, el más chusco, zafio y rancio es el protagonizado por el Partido Popular de Sanlucar de Barrameda y los zumos del Banco de Alimentos. Como si fuera el ávaro Scrooge del cuento de navidad de Charles Dickens, los peperos sanluqueños le quitan los zumos a los pobres para repartirlos en uno de esos vacuos desayunos de Navidad con la prensa. Para colmo, pretenden resarcir el hecho regalando fideos, como si el descubrimiento del abuso pudiera compensar con un billete de cincuenta euros. 
Todas las dudas que surgen de la presencia de los zumos en aquel desayuno repugnan. Lo primero y fundamental, ¿cómo llegan unos productos destinados a los más necesitados y que sólo reparten entidades sociales a las mesas de un festín organizado por una de las pocas entidades que nunca ha sufrido la crisis como es el Partido Popular? De ahí podemos seguir escalando, buscando conexiones familiares y hasta dudando de si era la primera vez o en otras croquetadas de esas que organiza el PP se han repartido también viandas hurtadas a quienes nada tienen. 
Como todos son dudas, mejor no ahondar hasta que alguien ofrezca una explicación plausible. Aunque resulta bastante improbable que se expliquen porque lo primero que hizo Antonio Sanz al respecto fue  pedir que nadie hiciera crítica política del incidente. Es una nueva línea de pensamiento pepera, pedir que no se haga critica política sobre determinados hechos. Ellos, que utilizan a discapacitados para tratar de dar cobertura moral a la Contrarreforma del aborto.  
Es la misma línea de pensamiento que el otro día utilizaba Teófila Martínez cuando criticó a la oposición municipal por utilizar las necesidades de los gaditanos para su interés partidista. Es curioso, lo dice ella que en las pantallas de LED anuncia cuánto dinero se gasta el Ayuntamiento en ayudas sociales pero oculta lo que cuestan las pantallas. Lo dice ella que no pierde la oportunidad de fotografiarse en cualquier entrega de llaves de viviendas sociales pero no ofrece explicaciones ante las denuncias.  
Es cinismo llevado a su grado máximo. La pobreza sólo puede saltar a los medios si es para ser sumisa, para servir de orgullo a los que entregan kilos de fideos mientras reducen en sanidad, educación, dependencia y derechos laborales. El paro en Cádiz, la infravivienda, la miseria de muchas familias, el hambre sólo entran en el Pleno Municipal si es para agradecer que la Alcaldesa regale las migajas que le sobran. 
Para estos peperos, mejor que no existiera la política. El partido único es su sueño.