Se acabó el Trece, pero la primera columna del Catorce tenía que ser de balance. Había tantas cosas que decir que he preferido centrarme en lo que más me duele por ser lo más cercano: en Cádiz. Si para España el Trece ha sido un desastre, en Cádiz ha sido el año horrible del Teofilato y tan invadida tienen esta ciudad que su declive se convierte en la asfixia de Cádiz.
Pues
qué quieren que les diga, si les soy sincero, estaba deseando que acabara el
maldito Trece. En lo personal, un año en el que ve la luz por primera vez un
trozo de tus entrañas no puede ser malo; pero quitando a ese angelito que ocupa
la habitación contigua a la mía, todo lo demás en el año ha sido nefasto. Si
hablamos de Cádiz las sensación es que el Trece no pudo ser peor. Amaneció el
año de resaca tras las celebraciones del Bicentenario, pero como fueron
celebraciones de garrafón, el dolor de cabeza a la ciudad le ha durado
muchísimo. Cuando abrimos los ojos vimos que teníamos el esqueleto de un
segundo puente y nos dijeron que dependía del viento lo que es lo mismo que
decirnos que nadie sabe cuándo estará.
El
Trece ha sido el Annus Horribilis del teofilismo. Ha perdido el norte o, en
este caso, ha perdido el sur de nuestro Cádiz. Enfrentamientos en juzgados
entre concejales y ciudadanos, desplantes como la retirada del equipo de
gobierno durante la intervención de un gaditano en el Pleno, el cambio de reglamento
para evitar oír las voces de la calle, Quality, el Matadero, Cádiz
Conecta, la deuda de 190 millones pero sobre todo la inacción, la desidia. La
maqueta de la plataforma logística como anzuelo y las pantallas para recordarle
a los viejos que hay que votarla a ella.
Lo
peor que hay es un necio soberbio. Y la soberbia ha podido con el equipo de
gobierno municipal este año. Sólo hay que recordar aquello de tanto twitter,
tanta opinión. O lo de comparar a los manifestantes con ETA. O en las últimas
semanas, las amenazas del hombre de los mil cargos de denunciar a quien ose a
criticarle. O el desplante de Macías en el último pleno a una de las
intervinientes.
Y
quien lo sufre es Cádiz. Porque si cuando estaban centrados en lo que hacían su
capacidad de maniobra era discutible ahora que andan distraídos, perdidos, la
ciudad entra en coma. Porque a ninguna ciudad le viene bien que sus concejales
anden en los Juzgados imputados. Porque según los datos oficiales, desde que
Teófila está en San Juan de Dios, Cádiz ha perdido 23.000 habitantes, mil de
ellos en este último año. Cádiz ha visto marchar a un 16% de su población desde
1995 y de los que quedan, el 31% están en paro. Lo comparemos con quien lo
comparemos, la gestión de estos casi 20 años es mala en lo sustancial y en este
año ha sido peor.
Esperemos que el Catorce sea mejor para todos. Eso
les deseo a los oyentes y se lo deseo a Cádiz. Aunque para que la cosa mejore
en Cádiz parece que habrá que esperar al Quince, a que ejerzamos
democráticamente nuestro derecho a que las cosas cambien de una vez.