jueves, 25 de octubre de 2012

On air: La distracción de Cádiz


Ayer saltó la noticia y ardían las redes sociales. La gente opinaba como si le fuera la vida en ello sobre las bondades e inconvenientes de que Jorge Drexler sea pregonero del Carnaval. Hoy ha sido el tema de mi columna. No tengo nada contra el Carnaval, sobre todo si nos referimos a la semana mágica de fiesta interminable. Pero los antecedentes, tan largos, tan tediosos, tan absorbentes, me cansan. Pero lo que más me preocupa es que nos adormecen, nos idiotizan y dan carrete para tantos y tantos que nos manipulan.

Ya tiene Cádiz tema de conversación. Arden las redes sociales. En twitter la noticia alcanzó en sólo unas horas la siempre trascendente categoría de Trending Topic. En Facebook se suceden las opiniones. Los detractores y los defensores se enfrentan en sesudos análisis.
No estoy hablando de las declaraciones de ese hostelero gaditano que puso en duda en estas ondas la capacidad para los negocios de las mujeres. Esas opiniones van calando de tal forma que mis amigas luchadoras por la igualdad se sorprenderían de lo que dicen algunos cuando hablan entre hombres.  
El tema al que me refiero es tan importante que ocupa incluso la encuesta digital del Diario de Cádiz. Alimenta así el Diario el debate y, por el camino, evita que se hable de sus pésimos gestores que pretenden pasar la guillotina por el pan y el trabajo de 24 profesionales para pagar así sus ansias de grandeza, su necesidad de influir no sólo en la vida política gaditana, sino también en la sevillana, en la andaluza y allá donde puedan. Pretenden sacar la misma cabecera con un tercio menos de manos y no será, no podrá ser, el mismo Diario así que, para compensar, necesitarán encuestas interactivas, debates estériles y algún que otro estudio sobre cómo le gustan a los gaditanos las mujeres.  
Quisiera decir que con este tema hemos olvidado por un día la huelga de hambre de dos trabajadores despedidos por ejercer su derecho a la huelga, pero sería mentira. Esa huelga de hambre, que cumplió ya un mes, hace días que está olvidada, ignorada, restringida a un breve en algún medio de comunicación y la solidaridad de quienes tememos por la vida de esos trabajadores. 
La noticia es, como ya imaginarán, que tenemos pregonero del Carnaval y el nombre ha suscitado el debate que domina las conversaciones de la ciudad. Se desboca esa pasión que acaba ocupando todo el espacio público gaditano hasta bien entrado marzo. Ahora será el pregonero, después las entradas, un poco más tarde el idioma de alguna comparsa,… y así Cádiz va borrando su día a día. La crisis, la pobreza sólo cobran sentido si se les dedica un pasodoble. Nuestra desesperación da para un cuplé y los parados merecerán una cuarteta de popurrí. Poco más.  
Dios –Momo- me libre de criticar al Carnaval y a sus fanáticos. Tampoco, por supuesto, al pregonero. No sé si el Carnaval requiere un pregonero ni si él tiene ese nivel. De lo que no cabe duda es de que se trata de un artista mayúsculo. Por eso quiero utilizar unos versos suyos para recordar que cada uno recibe lo que da. Quizá por eso, con tanto Carnaval, somos meros comparsas de la realidad y por ahí fuera nos toman a chirigota. 

jueves, 18 de octubre de 2012

On air: Trabajar como chinos


Mi columna de esta semana requiere de un prólogo. Es esta entrevista que realizó Libertad Paloma a Miguel González Saucedo en el programa Hoy por Hoy Cádiz (en el que se emite mi columna, para quien aún ande despistado). Su posicionamiento sobre el tema de BWI, la empresa china que pretende quedarse con los terrenos y la nave de Delphi y contratar a sus trabajadores me resultó sorprendente. Aunque, pensándolo bien, no están tan lejos estos capitalistas de poca monta nuestros de los explotadores chinos.

El pasado lunes oí con atención la entrevista que este mismo programa emitió del presidente de la Confederación de Empresarios de la provincia. No suelo esperar mucho de los empresarios. No ya del empresario individual, que los hay buenos, pocos, pero hay algunos que arriesgan su dinero, cumplen con sus obligaciones y respetan a sus trabajadores. Algunos hay, los aseguro. Sin embargo, del colectivo empresarial organizado tengo mis más serias reservas. Me pasa con los hosteleros. O con los comerciantes a los que en dos páginas que les cedió el Diario el domingo apenas se leían análisis críticos de su propia actitud y gestión. En muchos casos son como esos entrenadores malos que siempre le echan las culpas al césped, al árbitro o a la lluvia. No obstante, pese a mis nulas expectativas me sorprendió que González Saucedo defendiera el proyecto de la empresa china que pretende instalarse en los terrenos de la antigua Delphi y que quiere pagar a los trabajadores exclusivamente el salario mínimo interprofesional. González Saucedo vino a decir que entre trabajar y cobrar más hay que escoger trabajar. 
Y digo que me sorprendió porque supone un auténtico agravio comparativo con el resto de empresas de la provincia y con los empresarios, esos pocos a los que me refería antes, que cumplen con sus obligaciones. Tampoco casaba con la tesis de la entrevista. Si tan preocupado estaba con el consumo, no creo que éste aumente si la masa obrera pierde poder adquisitivo. Además, el proyecto de los chinos supone repetir los mismos errores que nos han traído hasta aquí, beneficiar capital extranjero sin vinculaciones con el territorio que cuando vienen mal dadas deslocalizan y nos dejan con el problema. 
Después, pensándolo, lo entendí. Lo que quiere González Saucedo es que los chinos le hagan el trabajo sucio. Que tiren de los salarios hacia abajo, que incumplan los mínimos establecidos para que después los malos empresarios puedan hacer lo mismo. Para que los que han metido la mano en su caja de beneficios para comprarse chalets, barcos y coches de lujo puedan seguir cuadrando sus cuentas a costa del trabajador. 
El debate no es trabajo o convenio. El único trabajo debe ser el legal, el que cumple con todas las leyes. Porque si justificamos la reducción de los salarios al mínimo para generar empleo también podemos justificar la reducción de las medidas de seguridad que son muy caras y que al morir obreros en el tajo se pueda contratar a los parados. O, incluso, podemos justificar que una trabajadora se pueda someter a las más diversas vejaciones para que así su jefe la mantenga en el empleo. Porque los esclavos tenían trabajo, pero no creo que eso sea lo que quiera la Confederación de Empresarios de la Provincia de Cádiz. ¿O sí?

viernes, 12 de octubre de 2012

On air: Naciones y banderitas

Mesa petitoria con pata de jamón incorporada.
La foto es del blog de Fernando Santiago "Con la Venia"

El 12 de octubre es la Fiesta Nacional de la Nación española. Un mes y un día después de la Diada catalana y sólo dos días después del Día de la Banderita, organizado por Cruz Roja para que las Pititas, Borjas, Pelayos y sujetos similares practiquen su caridad con los pobres. Lo que pasa es que este año los pobres no viven en praderas remotas ni en montañas lejanas sino que los tenemos a la vuelta de nuestra esquina. Por eso, más que españolizar a los niños catalanes habría que pedirle al Gobierno que escandinavice a los niños españoles.

El 12 de octubre ha perdido bastante interés para mi. Estos últimos años me divertía ver cómo los que más presumen de españolidad, los que se envuelven en la rojigualda y la llevan en pulseritas, en pegatinas en el coche o en los cuellos de los politos, acudían a reventar su propio acto, el Día de su Fiesta Nacional, silbando al presidente del Gobierno democráticamente elegido por los españoles.
Este año no sucederá. La situación no es mucho mejor. Si le silbaban por la economía, no es que el gallego haya mejorado demasiado al leonés. Si le silbaban por el trato al ejército, no creo que la reducción de sueldo alegre demasiado a los militares. Y si los abucheos eran porque Zapatero había puesto en peligro la indisoluble unidad de la Nación española, con Rajoy la grieta a la altura del Ebro ya es visible y no parece que tenga cemento para taparla. 
Es curioso, hace justo un mes que salieron los catalanes a la calle a celebrar su día y pedir la independencia conmemorando una derrota y mañana salen los españoles a celebrar el suyo, aunque en España no hay manifestación sino desfile militar y no se conmemora una derrota sino el pasado que nunca volverá.
Como comprenderán, no soy especialmente fanático de estos actos militares y me gustaría que se ahorraran los gastos que suponen. No creo que nuestra intervención en América sea para recordarla sacando el ejército a pasear. Además, si se trata de celebrar la españolidad y salir a la calle con la bandera ya tienen los que lo necesitan cada dos años el día en el que la selección de fútbol gana un trofeo y se puede presumir de una de las pocas cosas que mantienen henchido el orgullo españolista.
De las pocas, porque dos días antes de la celebración nacional y honra a la bandera, Cruz Roja ha puesto el contrapunto. Frente a la bandera la banderita. Frente al recuerdo de un imperio con ínfulas de grandeza, la realidad de una sociedad golpeada. Por primera vez en muchos años el día de la banderita se ha dedicado a los pobres españoles. Ya no será para campañas en El Salvador, Perú o Nicaragua. Como en los tiempos de Concha Velasco, este año lo recaudado por las mesas petitorias irá destinado a paliar la situación de hambre y pobreza de quienes viven entre nosotros, para esos más de dos millones de niños que, según UNICEF, viven por debajo del umbral de la pobreza en España.
El día que acabemos con la pobreza infantil, con la exclusión social, el día que todos los que viven en España tengan un trabajo y una vivienda digna, ese día sí que será un buen día para celebrar una Fiesta Nacional. 

jueves, 4 de octubre de 2012

On air: La huelga del Juaqui

Joaquin García Marín en huelga de hambre por su
puesto de trabajo. Foto: ugt-andalucia.es
La columna de esta semana para Radio Cádiz está basada en hechos reales. Tal y como lo cuento, el otro día, al ver la foto de los trabajadores despedidos por Sufi-Cointer que se han puesto en huelga de hambre en el edificio de los Sindicatos, reconocí al Juaqui. Me da pena por él y por su compañero, al que no conozco. Pero sobre todo, me da pena por nosotros, porque este es el país al que estamos llegando. Un país que quiere modular el derecho de manifestación y en el que una huelga te puede costar tu puesto de trabajo.


Hacía mucho tiempo que no veía al Juaqui. Tampoco es que se nos pudiera considerar amigos. Más bien conocidos. Durante varios años nos veíamos todos los días en el Pabellón y desde entonces, cada vez que nos cruzábamos por la calle nos saludábamos cortésmente. A veces me lo encontraba con el cepillo y el traje naranja. Otras, paseando con su familia. Pero hacía tiempo que no lo veía.

Desgraciadamente, el otro día vi su foto en internet y me dije, “pero si es el Juaqui”. Su foto ilustraba la noticia de los dos trabajadores que estaban en huelga de hambre por haber perdido su puesto de trabajo en la concesionaria de limpieza urbana, Sufi Cointer. El Juaqui es uno de ellos. El otro es Tomás Calvo. A Tomás no lo conozco más que de las noticias y de haber sido víctima de una agresión con un punzón durante la huelga de recogida de basuras en julio de este año. Y aquí es donde llegamos al meollo de la cuestión, a la huelga de julio.

Tras media vida trabajando en las distintas concesionarias de recogida de basuras, de repente han surgido motivos disciplinarios para despedir a estos trabajadores. ¡Qué coincidencia! Son los trabajadores que más se significaron como portavoces en la huelga de julio. Imagino que la empresa que tendrá más o menos cubierto el razonamiento legal, pero esta decisión sólo dos meses después de la huelga resulta especialmente sospechosa.

Es un ejercicio de fuerza empresarial. Poder despedir a dos trabajadores que se han significado en la defensa de sus derechos, los propios y los de sus compañeros sirve como golpe en la mesa y como advertencia para el futuro. El despido como instrumento para atemorizar. Es el camino al que nos llevan estas reformas laborales, este neoliberalismo en el que el trabajador es un privilegiado que cobra y no un sujeto con derechos.

Llegados a este punto habría que recordarles a los que usaron su tinta en algunos medios al servicio del poder para poner en evidencia a los huelguistas, al comisario político de San Juan de Dios que malversó dinero público para enfrentar a los ciudadanos con los trabajadores, a los que criticaron los sueldos de los barrenderos, que las únicas consecuencias de aquella huelga las han sufrido los propios trabajadores. La regata se celebró, Cádiz recibió a los miles de millones que contabiliza siempre Bruno, la basura se recogió; pero los trabajadores perdieron el dinero de aquellos días de huelga y dos de ellos han perdido su puesto de trabajo a la espera de que no pierdan nada más.

Es de suponer que el Ayuntamiento, como titular del servicio, pueda evitar una tragedia. Ellos siguen con la huelga de hambre y sus compañeros, de momento, no se achantan. Han organizado una movilización para mañana y han convocado una huelga para apoyarlos y exigir su readmisión.