lunes, 16 de mayo de 2011

DCPA: Una realidad alternativa

Diario de campaña de un padre en apuros: Día 11.

Cuanto más avanza la campaña, cuanto más leo, veo y escucho a los políticos, más me voy dando cuenta de que viven en una realidad alternativa. Una especie de submundo inventado en el que la muerte es el "proceso final de la vida", en el que los imputados del partido contrario son presuntos culpables y para los propios rige la presunción de inocencia, en el que Cádiz es la potencia opresora de Jerez como antes lo fue de Algeciras: un mundo en el que todo vale para ganar las elecciones.

Reacciones ante las encuestas.
El domingo es el día de las reacciones ante las encuestas momento casi tan previsible como un partido del Barcelona. Los que salen desfavorecidos de las encuestas afirman aquello de que van a derrotar a las encuestas y que la encuesta que vale es la de las urnas el día de las elecciones (en este caso el día 22). Los presuntos vencedores dicen aquello de que no hay que confiarse. Y los minoritarios, casi siempre ignorados en las previsiones, tratan de encontrar su espacio para que no se le desmovilice el electorado con el maldito voto útil. Lo mismo de siempre.

Nuevos conceptos jurídicos.
Ya hablamos de la revisión del concepto de imputado que realizó Cayo Lara en La Noche en 24 horas. También comenté que lo de la lista más votada no tiene nada que ver con la democracia, pero un fallo de mantenimiento me borró aquel artículo. Debe ser por eso que Arenas, fiel lector, volvió a errar confundiendo conceptos. Se lo repito de forma breve y gratuita. El sistema electoral español es proporcional y no mayoritario, por muy bipartidista que parezca. Los pactos son expresión de acuerdos que deben ser ideológicos y cuando no lo son los electores tienen la oportunidad de castigar esos acuerdos en la siguiente convocatoria, como va a pasar con el pacto entre IU y PSOE en Puerto Real.

Bilardo, podría ser jefe de propaganda de
algún partido. Foto de mediotiempo.com
Fair play.
Desde pequeño me enseñaron que había dos maneras de conseguir un objetivo. La leal con la propia dignidad y la ruin del todo vale. Lo que después vino en llamarse el "fair play" del que todo el mundo se dice defensor pero que, a la hora de la verdad, encuentra muy pocos seguidores. En Argentina lo convierten en un enfrentamiento entre menottistas y bilardistas. La Junta Electoral Central ha reprochado al Partido Popular las campañas que han desarrollado de forma anónima simulando las infografías del PSOE. Parecía evidente que quedaba fuera de la dignidad mínima del juego democrático hacer públicos carteles sin el logo propio. Ya lo hicieron en Cádiz, también en Algeciras, pero la reprimenda les ha llegado en Madrid. Pero la sanción es tan mínima (identificar los carteles) que seguro que les ha merecido la pena en su afán de desgastar al rival. Bilardismo puro. O Mourinhismo, que para el caso es lo mismo.

La décima provincia.
Algo habremos hecho mal los gaditanos de la capital para que nos tengan tanto coraje. Después de la cruzada por la novena provincia que desarrolló el difunto (políticamente hablando) Patricio González en Algeciras, ahora nos enteramos que hay un candidato en Jerez que pretende también la independencia. Lo que ya sería la décima provincia andaluza. Lo pudimos leer en la edición de ayer de La Voz. Como gaditano que estudió y trabajó en Jerez y que ahora trabaja en Algeciras, pocas veces me he encontrado personalmente con ese rechazo más allá de cuestiones futbolísticas en el territorio de la décima. Por cierto, que de todo, lo que más me llamó la atención de la entrevista fue aquello de que Cádiz debe devolver lo expoliado. Igual hay que mandar a Raul López de vuelta.

La verdad de la calle.
Lo llaman democracia y no lo es. Miles de personas salieron a la calle en las ciudades andaluzas y españolas reclamando otra forma de hacer las cosas, una verdadera democracia. La cuestión va más allá de estos partidos y estos políticos. Es una sensación de hartazgo que invade a muchos, sobre todo a los jóvenes porque no encuentran respuestas a los problemas que se les plantean en el día a día. Lo que decíamos en el encabezamiento, mientras que los políticos viven en una realidad paralela que nada tiene que ver con la calle. Es un cabreo de difícil reconducción, pero que necesita reconducirse, necesita de ilusiones. Más cercanía a los ciudadanos, más exigencia en los compromisos éticos, más intolerancia contra la corrupción, menos enfrentamientos baldíos entre políticos, menos bipartidismo, un papel más activo a colectivos sociales alejándolos de los tintes partidistas podrían ser pasos en la dirección adecuada. Ahora bien, lo que han destrozado durante 30 años, no se puede arreglar en dos días. Sobre todo, si no se ponen a arreglarlo.

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