jueves, 12 de marzo de 2015

DCDS 2015 v1. Día 7: Despierten, por favor

Diario de campaña desde el Sur versión 1. Día 7: Despierten, por favor

Llevamos una semana de campaña y parece que no hubiera empezado. Es más, antes de comenzar la campaña parecía que había más interés y más propuestas. Dicen que es una campaña de perfil bajo. No puede ser de otra forma viendo a los principales candidatos.

El recuerdo: Cuando no teníamos campaña andaluza
La atonía de la campaña me ha traído a la memoria aquellos tiempos en los que los intereses del PSOE nacional nos hurtaban el debate sobre Andalucía. Aquellas convocatorias conjuntas de elecciones nacionales y autonómicas fueron una demostración de la supeditación de nuestro autogobierno a las condiciones que se establecían en los despachos de un partido concreto. Quizá eran el máximo exponente de la apropiación de la autonomía por el socialismo andaluz. Hasta que llegaron los EREs.

No obstante, hoy podría responder Manuel Chaves preguntando para qué queríamos campaña viendo lo poquito interesante que nos está deparando esta. Aunque no creo que Chaves esté para eso ahora mismo sino, más bien, para preparar su declaración ante el Tribunal Supremo.

El futuro: los pactos
Decía ayer Iñaki Gabilondo que un signo de que los políticos nos consideraban inmaduros es que no anticipaban el sentido de los pactos que podrían realizar después de las elecciones. En un panorama como el nuestro (el andaluz y el que vislumbran las encuestas a nivel estatal) los pactos van a ser esenciales aunque anticiparlos puede ser un borrón en la carrera electoral. Más aún con la escasísima cultura de pactos que tenemos en nuestro país.

En este tema ha intervenido Teresa Rodríguez que ha planteado hoy en la Cadena SER que cualquier pacto ha de pasar por un referéndum entre sus bases. Excelente idea aunque no se nos puede olvidar lo que ocurrió en Extremadura con Izquierda Unida. Ni la respuesta del susanismo ante la decisión de IU de someter a referendum interno la evolución del pacto de Gobierno andaluz. Aquella fue la excusa perfecta para llegar hasta donde ahora estamos.

El 23M, por tanto, no sabremos nada. Habrá que esperar a que se pronuncien las bases de Podemos y esperemos que las bases de Podemos no sean tan manipulables como las bases de todos los partidos políticos.

El dato: ¿Cómo lo llamamos?
Apuntaba el otro día en su tuiter Juan Manzorro lo rematadamente raro que resultaba que a un candidato en campaña los periodistas lo llamaran con un apelativo cariñoso como Juanma. Le pasa a Moreno Bonilla que, ante su filiación de árbitro de Segunda B, y el largo Juan Manué, prefiere el coloquial Juanma que trata de imponer, con poco éxito.

Pensando en esta forma de referirnos a los políticos, es curioso que siempre se prefiera el nombre para las mujeres y el apellido para los hombres. Susana, Teresa e incluso aquellas que no se presentan en (esta) campaña como Soraya, Teófila o Esperanza. Por contra Maillo, Garzón, Zapatero, Rajoy... Sólo en casos muy extremos, cuando el apellido aporta poco, se hace la combinación para los hombres Martín de la Herrán, Antonio Jesús Ruiz, Cayo Lara...

Es un hecho que no pasa a mayores salvo cuando se introducen ya los diminutivos entre cariñosos y despectivos, mucho más habituales, también para las mujeres (la Susi, la Tere, la Teo, la Trini...).

La(s) imagen(es): Podemos por encima

Fuente: larepublica.es
Tengo los aledaños de mis redes sociales revolucionados por el poco respeto democrático que el partido morado tiene de los carteles de sus principales oponentes (léase PSOE e IU puesto que compiten por el mismo espacio electoral, en principio). La cosa ha llegado hasta a merecer una noticia en un medio digital. Debe ser ese el concepto de la convergencia de candidaturas que tienen en Podemos.

Son esas reglas no escritas de pegacarteles de no pisar el trabajo del otro. Aunque, como ex pegacarteles que soy, puedo advertir que eso no lo ha respetado nadie nunca. Especialmente el último viernes por la noche. Visto desde fuera, son esas cosas absurdas con las que se distrae la mano de obra partidista, indignándose o defendiendo según el papel que se juegue en el caso. Después llegarán los pactos y se olvidarán estas pequeñas rencillas... hasta las próximas elecciones.

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