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Foto: lavozdigital |
Hoy se cumplían diez años de la inauguración del soterramiento y Radio Cádiz le dedicaba un especial al hecho. Me quise sumar a la efeméride realizando un paralelismo entre el muro de Cádiz y el muro de Berlín. La misma idea la ha usado J.A. Hidalgo hoy en su crónica del Diario lo que le quita a la mía un poco de originalidad. Aunque bueno, lo que yo digo tiene poco que ver con la visión oficial del periódico más vendido en la ciudad.
Yo crecí en el lado oeste del muro de Cádiz, ese que dividía la
ciudad entre ricos y pobres hasta llegar a las Puertas de Tierra. Aquí el oeste
era de los pobres. Puntales, Guillén Moreno, Cerro del Moro, la Barriada y
Loreto. Todos éramos del oeste separado por la vía del tren que nos alejaba del
otro Cádiz. Nosotros teníamos que pasar para ir a la playa, a comprar, … pero
sé de mucha gente que se crió al este sin aventurarse al otro lado del muro.Es verdad que esto no era Berlín y que podíamos atravesar el muro
mediante las pasarelas. También hubo quien cruzó por la vía del tren y se jugó
la vida. Alguno, incluso la perdió. En mi caso, si me hubieran dado una peseta
cada vez que subí la espiral de Loreto ahora mismo tendría un piso pagado en el
Paseo Marítimo, en el lado este del muro.
Mi casa estaba en plena Avenida Alcalde Manuel de la Pinta y eso hizo que
viviera las obras del soterramiento en primera línea de combate. Pocos años
antes, aquella calle estuvo mucho tiempo cortada por las obras de los túneles
de Santo Tomás. Las cosas que pasan en Cádiz, una obra en la que se gastaron
muchos millones y cuya utilidad no duró ni una década.
Precisamente hoy se cumple una década de aquel viernes en el que Álvarez Cascos
y nuestra querida y nunca suficientemente bien ponderada señora alcaldesa
inauguraron, junto con Manuel Chaves, el soterramiento de la vía del tren. Hay
que reconocer que ha sido la obra que ha revolucionado la fisionomía de esa
parte de Cádiz que los clásicos llaman Puertatierra.
La Avenida resultante de aquel soterramiento es, sin lugar a dudas,
manifiestamente mejorable. Las isletas de las estaciones junto con ese bulevar
central a la altura de Guillén Moreno la convierten en un auténtico Scalextric.
Eso por no hablar de la acera bici, con las baldosas rosas y que lleva desde la
nada hasta ninguna parte. También podríamos recordar las declaraciones de
Teófila vendiendo la obra que creaba el primer metro en Andalucía aunque
después los hechos nos mostraron que lo del metro era solo palabrería de
vendedora.
Porque si hace diez años que se inauguró el soterramiento, Teófila Martínez
lleva una década vendiendo aquella obra como su gran logro. Podríamos decir,
incluso, que el reloj de Cádiz se quedó parado en aquel 2002 y que, desde entonces,
muchos de los problemas urbanísticos que estaban sobre la mesa continúan. Estos
diez años no han encontrado solución para el polígono exterior de la Zona
Franca, Valcárcel, el Olivillo. El tercer acceso y el estadio Carranza tampoco
están terminados. Por eso, resulta especialmente triste mirar Cádiz y comprobar
que han pasado diez años desde que cayó nuestro particular muro y nada ha
cambiado.
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