Llevo casi dos meses sin actualizar este blog. Entre una cosa y otra mis últimos artículos no han merecido quedar por escrito para el recuerdo. Sin embargo, esta semana he decidio colgar, lo antes posible mi columna semanal. Es mi particular y mínimo homenaje a esas 233 niñas secuestradas para ser vendidas o casadas por la fuerza. Víctimas de tantas discriminaciones, en su condición de mujeres, en su condición de africanas e, incluso, en su condición de víctimas pasando por los breves de las noticias de los periódicos y perdidas entre cañetes y valencianos en los informativos de televisión.
Durante
estos casi cinco años en los que Radio Cádiz me permite emitir mis opiniones
los jueves, siempre he preferido que estas columnas estén centradas en Cádiz.
No es sólo por participar en el programa más gaditano de la radiodifusión
mundial como le gusta decir a Carlos Alarcón. Es también convicción propia. Con
tantos opinadores sesudos, aunque no siempre formados, sobre cuestiones
generales prefiero que mi humilde voz suene con el acento de esta ciudad que me
vio nacer y en la que sobrevivo.
Esta
semana, no obstante, voy a hacer dejación de funciones gaditanas. Y eso que
temas hay de sobra. Ahí están las viviendas del Matadero y el demoledor escrito
de la Fiscalía, el nuevo criterio del PSOE aplicable a sus afiliados imputados díscolos o la promesa de reactivación de los astilleros en plena precampaña
electoral.
Pero
ya tendremos tiempo de hablar de esas y de otras cosas de nuestro Cádiz. Hoy
prefiero que este minuto y medio de radio sea un pequeño recordatorio de esas
más de 200 jóvenes nigerianas que han sido secuestradas y que sufren la amenaza
de ser vendidas como esclavas.
Casi
doscientas treinta chicas que llevan sufriendo la discriminación desde que
nacieron. Por ser mujeres, como tantas niñas en el mundo que sufren la
desigualdad justificada únicamente en su sexo. Podrían ser danesas y una de
cada dos sufriría malos tratos. O podrían ser una de las 48 mujeres que
murieron por violencia de género en España durante 2013 o las 24 que han
perdido la vida en 2013.
Pero
para ellas es casi peor, porque son africanas y eso ya las convierte en
víctimas de segunda. Incluso ahora, cuando sufren un secuestro, su humillación
y su anulación como personas, padecen la desgracia de haber nacido lejos de los
centros de poder, en ese continente olvidado. Si no fueran africanas, si
hubieran nacido en Wisconsin o en Frankfurt hoy ese secuestro ocuparía las
portadas y los intereses de los medios y los políticos. Ni siquiera son
petróleo o armas de destrucción masiva para poner de acuerdo a la comunidad
internacional. Pero al fin y al cabo, no son más que doscientas pobres niñas
negras nigerianas.
Más
de 200 niñas cuyo futuro va poco más allá de ser esclavizadas o sometidas a un
varón que las humille. Incluso si recuperan la libertad para salir de la
miseria en Europa las esperamos con una valla de cuchillas.
Con todo, hoy quiero pedir
con estas líneas que esas niñas sean libres, ahora de su secuestro y después de
la miseria y la discriminación.
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