jueves, 15 de mayo de 2014

On air: Interior en Twitter

Nuestra democracia, tan maltrecha, tan ajada, tan triste ella, había perdido la costumbre, sin embargo, de recibir la noticia del asesinato de un político. El final de ETA había supuesto que los féretros de los políticos no ocupasen las fotos de portada de los diarios. Pero esta semana la presidenta de la Diputación de León fue acribillada a la salida de su casa y ese asesinato ha destapado lo peor de las Españas que habitan este país. Lo curioso es que la respuesta del Gobierno ha vuelto a ser la de mandar a la Policía y amenazar con coartar las libertades ciudadanas.


Si Jorge Fernández Díaz tuviera twitter sabría que la red social es sólo una manifestación más de la realidad y allí hay de todo. Como en Facebook, aunque con menos grupos y más graciosos. Porque es cierto, uno de los grandes protagonistas de twitter son los graciosos, profesionales o amateurs que hacen chiste a la mínima que caiga. Aunque, al fin y al cabo, quién no tiene un amigo, un cuñado o un tío que se pirra por hacer una broma aunque a veces sean de mal gusto. También hay maleducados. Como en la calle. Personas que son capaces de alegrarse de la muerte de otro. O de desearla. Hay crispadores, como en la calle. Gente que difama, que pone el ventilador para esparcir mentiras o medias verdades que generen conflicto y confusión. Hay quien acusa de delitos a aquellos que no lo cometieron. Pero no es algo exclusivo de twitter, sólo hay que ver la portada de hoy de ABC. En twitter también hay odio. No sé si tanto como el que acumulaba hacia Isabel Carrasco aquella militante del PP que consideraba que la asesinada no había beneficiado a su hija en su carrera política. Pero seguro que hay muchos que se consideran con más méritos que los Moreno Bonilla, Susana Díaz, Antonio Sanz, Leire Pajna Díaz, Antonio Sanz, Leire Pajocalle. Al fin y al cabo, lo que hace con la calle es lo mismo, mandar policencia planetaria y nín, Fátima Báñez u otros políticos profesionales, sin más aptitudes que su acatamiento partidista. De hecho, en twitter también hay políticos. Como en la calle, los hay que se preocupan de los problemas de los demás y otros que sólo repiten los mantras enviados por la dirección del partido.   Seguro que en twitter hay yihadistas, poquitos, como en la calle. Nunca los he visto, pero seguro que los hay. A los que sí he visto ha sido a racistas, xenófobos, fascistas y otra gentuza de mala calaña, aunque esos parece que nunca son un problema para nuestras autoridades ni en twitter ni en la calle. Twitter es sólo un espejo de la realidad. Las charlas de bar han pasado a las redes sociales ante una audiencia planetaria. Un espejo deformado en twitter y en el resto de las redes sociales hay quien se beneficia de cierto anonimato para expresarse pero ese anonimato no es incondicional. Quien insulta, quien supera los límites lo paga. Si no, que se lo pregunten al teniente de alcaldesa Fernández, terror de ciberactivistas lenguaraces. Por eso, sorprende que la reacción del ministro Fernández Díaz ante los sucesos de esta semana sea anunciar la intervención policial en las redes y una nueva regulación que recorte las libertades. Aunque pensándolo bien, el ministro del Interior sí que sabe que twitter es como la calle. Al fin y al cabo, lo que hace con la calle es lo mismo, mandar policías y recortar las libertades. 

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