La "vivienda" de Francisca. Foto de lavozdigital |
Hace semanas que tenía pensado dedicar mi última columna en el Hoy por Hoy antes de las elecciones europeas a analizar las opciones de voto. Sin embargo, el jueves me desayuné con la noticia de Francisca Gil, una señora que llevaba ocho años sin poder salir de casa. Pensé en que hace ocho años yo vivía en Madrid, recién emancipado y aprendiendo a vivir en pareja. Por supuesto, no existían ni Diego ni Mar, no había empezado a trabajar en APDHA ni me había pasado al Derecho penal. Pensé en todo lo que he vivido desde 2006 hasta ahora y decidí dedicar mi columna al asco que me produce que haya personas que sigan sufriendo como Francisca, sin derecho a una vivienda digna.
En el año 2006 España aún no había ganado ni mundiales ni eurocopas y el Cádiz estaba en Primera División. En España gobernaba Zapatero y en Andalucía Chaves porque, aunque existían los EREs, la intrépida jueza Alaya aún no le había hincado el diente al asunto. En 2006 en el sillón de San Juan de Dios estaba Teófila Martínez porque hay cosas que por mucho tiempo que pasen parece que no cambian.
En 2006 la tasa de desempleo era del 8 por ciento, varios millones de parados menos que ahora. Entonces no había crisis, algunos vivían por encima de nuestras posibilidades aunque en Cádiz teníamos el nivel de desempleo más alto de España. Como decía, hay cosas que por mucho tiempo que pasen parece que no cambian.
Pero ha llovido mucho desde 2006. Piénsenlo por un momento. Cuántas cosas han hecho desde entonces, cuánto ha cambiado su vida, cuántas cañas con amigos, cuántos días de trabajo, cuántos paseos por la playa. Pues ahora bórrenlo todo.
Es lo que le pasa a Francisca Gil, una vecina de 90 años que vive en la calle Paco Alba. Desde 2006 no puede salir de su casa. Fue ese año cuando la operaron de cadera y por las condiciones de la vivienda, por llamarlo de alguna manera, que habita, lleva ocho años sin salir a la calle. No ha visto que Moral ha cerrado que donde estaba Solves ahora hay una tienda de cosmética y donde Tosso una de videojuegos. No sabe que los circos siguen montándose en el solar en el que debería estar construido el nuevo hospital. No ha visto el nuevo Hotel Atlántico (en algo ha salido ganando) ni ha ido nunca a la nueva plaza con su rincón gastronómico.
Ocho años sin salir de casa más que una realidad parece una condena. Una condena que está pagando una mujer gaditana, una anciana de 90 años cuyo único delito es vivir en una vivienda de renta antigua a la que los dueños no le dedican ni un euro y de la que las Administraciones se han olvidado.
No es la única. Las historias que ayer se hicieron públicas de la calle Paco Alba número 4 o de las viviendas de República Dominicana, 11 estremecen. Al Ayuntamiento parece que el problema sólo le preocupa cuando se cae una casa. Los planes de infravivienda de la Junta fueron insuficientes y ahora Izquierda Unida nos cuenta no se qué de convivencia vecinal pero nada de inversión en acabar con esta lacra.
Sea por unos o por otros, la cuestión es sigue habiendo gaditanos que no tienen el derecho constitucional a una vivienda digna. Los partiditos se mantienen en el siglo XXI.
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