El teofilato no va a durar 200 años, pero casi. |
Hace ya una par de semanas que el gran Pepe Landi (a sus pies siempre) me recordó indirectamente que en Cádiz hay mayores de edad en cuya vida sólo ha existido una alcaldesa, la inefable Teófila Martínez. Los periódicos, especialmente La Voz y el Diario, se encargaron de realizaron sus oportunos análisis el pasado domingo. En mi caso, no he podido resistirme a dedicarle a la mayoría de edad del teofilato mi columna de esta semana en la que, además y por enésima ocasión, han puesto de relieve su carácter ante las críticas.
El tiempo no juega igual para todos. Mientras que una persona con 18 años aun mantiene su piel tersa y sus músculos enérgicos, un proyecto político al cumplir 18 años parece apagado y se le ven tantas costuras y arrugas como si fuera anciano.
En este caso, es cierto que la criatura llegó a nuestro mundo creando ilusión. La familia esperaba que oxigenara el aire que se había enviciado en los tristes años anteriores. Venía avalada por el tio Rodrigo y acompañada por Manolito. Al final se demostró que ni uno era un genio de las finanzas ni el otro un experto en gestión. Más bien al contrario, los dos eran dos caraduras que se enriquecieron aprovechando la ocasión, pero curiosamente, no le afectó el fracaso de personas tan cercanas.
Hemos de reconocer que los primeros años fueron aceptables. Entre macetones y rayas en el suelo, la historia del tren fue su obsesión y el resultado cambió para siempre la fisonomía de nuestro entorno. Y esa se convirtió en su máxima, embarcarse en grandes proyectos, en historias megalómanas que cambiasen la apariencia del entorno. Un estadio gigante para un cadismo moribundo. También se entregó a El Corte Inglés, al que le hizo un paseo para llegar andando y hasta le prometió construirle un puente que llevase a los coches a su puerta, pero ni por esas.
El último lustro se lo ha pasado organizando una fiesta que ha servido para bastante poco y ahora anuncia a los cuatro vientos una plataforma logística que nace ya chafada. Ha preferido siempre la imagen al día a día, el populismo al pueblo y se ha olvidado de la gente que tiene que comer y vivir en una casa decente. Incluso en los años de la burbuja, la ciudad se debilitó con el exilio económico de miles de jóvenes y no hizo nada para ponerle remedio.
Lo peor que ha tenido siempre ha sido la soberbia, un defecto que, como todos los defectos, con los años se ha ido acrecentando. Nunca se equivoca, nunca se confunde. Niega y deforma la realidad para conseguir que siempre la culpa sea de otro. Si hasta se montó una tele y una radio para ver y oír sólo lo que le fuera favorable. Ni siquiera que su nombre apareciera en el escándalo más grave de corrupción de la historia de España ha merecido una explicación, sólo lágrimas de cocodrilo y balones fuera.
El teofilato es un proyecto tan personalista que no cuenta con recambio y cuyo único impulso es ella. Junto a ella el páramo, la planicie, la nada. El teofilato cumplió 18 años este martes y para celebrarlo ha tenido el gesto más feo que se le recuerda a un gobernante gaditano: Teófila y sus palmeros abandonaron el Salón de Plenos municipal cuando estaba hablando un ciudadano.
El vídeo de la huida del Pleno mientras que hablaba Lorenzo Jiménez:
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