jueves, 28 de marzo de 2013

On air: Declive comercial

Otro comercio más cerrado.
Foto de lavozdigital
En realidad esta semana estaba entre los escraches y el comercio, pero ayer oí a mi compañero de columnas, Luciano Albarrán, su comentario al tema de los escraches y me pareció que no tenía nada más que añadir. Por eso preferí centrarme en esta noticia que había leído en el Diario y en una sensación que me inunda cuando voy al Casco Antiguo. Cada vez me gusta menos ir de tiendas por Cádiz.

Soy beduino de nacimiento y de crianza, pero uno de los recuerdos más gratos era la posibilidad de ir a Cádiz, paradoja inconcebible para quien no nació aquí, y dar un paseo por la historia, el arte y las tiendas. Tampoco es cuestión de idealizar, que Columela nunca fue Oxford Street. Pero ahora las calles llenas de locales quebrados, cerrados y abandonados confieren a Cádiz una imagen que se acerca a lo tétrico a ciertas horas del día. 
No es un problema exclusivo de Cádiz. Más bien al contrario, las ventas del comercio minorista en España han bajado en el año 2012 con respecto a los ya maltrechos ejercicios anteriores. El comercio pierde porque este gobierno ha decidido empobrecer a los asalariados, subir los impuestos, precarizar a la clase trabajadora y, en consecuencia, debilitar a quienes constituyen el músculo del comercio, es decir, los consumidores. 
En este marco general, el problema se acrecienta en Cádiz. Por una parte por el peso del precio del suelo. Mal sitio para montar un negocio en el que el metro cuadrado comercial e industrial se mantiene en la burbuja del residencial. Y vivir en Cádiz puede resultar muy atractivo a mucha gente, pero lo de tener un negocio no presenta especiales beneficios con respecto a otros entornos. No olvidemos que parte de los propietarios de ese suelo son comerciantes tradicionales que prefirieron pasarse a la especulación inmobiliaria demostrando lo poco que les interesa su propio gremio. 
Tampoco ha interesado mucho en San Juan de Dios el comercio gaditano. Sólo publicidad, siempre publicidad, pero pocas medidas efectivas. Teófila Martínez apostó por la instalación de El Corte Inglés con las máximas facilidades y hasta comprometiéndole un puente a la Bahía justo en la puerta. En una ciudad con el mercado cada vez más reducido y empobrecido pero con precios de gran capital la solución son los de fuera. Es cierto que desde el Ayuntamiento se ha apostado por los cruceristas aunque la rentabilidad de estos consumidores la pongan en entredicho los comerciantes. Lo que no se ha hecho es atraer a los vecinos de la Bahía. La política de transportes, que no es sólo competencia municipal, es errática. El precio y la frecuencia del transporte público elimina cualquier interés por el mismo. Y sobre el transporte privado cualquiera sabe lo que cuesta aparcar un par de horas en Cádiz una ciudad tomada por los aparcamientos de pago, golpe en la línea de flotación de los comercios. 
Por eso, no me extraña que las asociaciones de comerciantes soliciten ayuda municipal para evitar el declive del comercio gaditano. Dudo que la encuentren, más allá de alguna publicidad con los consabidos eslóganes. En realidad, la única posibilidad del comercio de Cádiz es la especialización y la resistencia. Mientras, seguiremos viendo las calles de Cádiz cada vez más tristes y oscuras.

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