La última columna de 2013 la quise dedicar al escándalo de los zumos de Sanlucar de Barrameda pero no tanto al hecho de que los zumos del Banco de Alimentos apareciesen en la sede del Partido Popular sino a la respuesta de Antonio Sanz pidiendo que no se hiciera crítica política sobre el tema. Es un planteamiento muy curioso.
De todos los sucesos derivados de la crisis en la que estamos sumidos, el más chusco, zafio y rancio es el protagonizado por el Partido Popular de Sanlucar de Barrameda y los zumos del Banco de Alimentos. Como si fuera el ávaro Scrooge del cuento de navidad de Charles Dickens, los peperos sanluqueños le quitan los zumos a los pobres para repartirlos en uno de esos vacuos desayunos de Navidad con la prensa. Para colmo, pretenden resarcir el hecho regalando fideos, como si el descubrimiento del abuso pudiera compensar con un billete de cincuenta euros.
Todas las dudas que surgen de la presencia de los zumos en aquel desayuno repugnan. Lo primero y fundamental, ¿cómo llegan unos productos destinados a los más necesitados y que sólo reparten entidades sociales a las mesas de un festín organizado por una de las pocas entidades que nunca ha sufrido la crisis como es el Partido Popular? De ahí podemos seguir escalando, buscando conexiones familiares y hasta dudando de si era la primera vez o en otras croquetadas de esas que organiza el PP se han repartido también viandas hurtadas a quienes nada tienen.
Como todos son dudas, mejor no ahondar hasta que alguien ofrezca una explicación plausible. Aunque resulta bastante improbable que se expliquen porque lo primero que hizo Antonio Sanz al respecto fue pedir que nadie hiciera crítica política del incidente. Es una nueva línea de pensamiento pepera, pedir que no se haga critica política sobre determinados hechos. Ellos, que utilizan a discapacitados para tratar de dar cobertura moral a la Contrarreforma del aborto.
Es la misma línea de pensamiento que el otro día utilizaba Teófila Martínez cuando criticó a la oposición municipal por utilizar las necesidades de los gaditanos para su interés partidista. Es curioso, lo dice ella que en las pantallas de LED anuncia cuánto dinero se gasta el Ayuntamiento en ayudas sociales pero oculta lo que cuestan las pantallas. Lo dice ella que no pierde la oportunidad de fotografiarse en cualquier entrega de llaves de viviendas sociales pero no ofrece explicaciones ante las denuncias.
Es cinismo llevado a su grado máximo. La pobreza sólo puede saltar a los medios si es para ser sumisa, para servir de orgullo a los que entregan kilos de fideos mientras reducen en sanidad, educación, dependencia y derechos laborales. El paro en Cádiz, la infravivienda, la miseria de muchas familias, el hambre sólo entran en el Pleno Municipal si es para agradecer que la Alcaldesa regale las migajas que le sobran.
Para estos peperos, mejor que no existiera la política. El partido único es su sueño.
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