Mañana es el Día de la Constitución y el próximo martes el Día de los Derechos Humanos. Sólo cuatro días entre dos celebraciones que deberían tener un marcado tinte reivindicador porque en ambos casos se conmemoran textos de gran exigencia para los poderosos y protección para los ciudadanos. Sin embargo, a la Constitución le han quitado cualquier valor en ese sentido, manipulándola de forma vil hasta ponerla al servicio de una pare de su contenido y no de su completo tenor.
Hoy les voy a leer unos
fragmentos de un texto revolucionario y subversivo. Fue escrito hace casi 35
años pero su lectura ahora resulta de lo más pertinente. Por ejemplo, esa parte
en la que dice que “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la
personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia
y a los derechos y libertades fundamentales”. O al afirmar que los valores
superiores son la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo. Y, por
supuesto, con aquello de que “Todos los españoles tienen derecho al trabajo, a
la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para
satisfacer sus necesidades y las de su familia…”. Sí, es la Constitución
Española de 1978 el texto que les estoy leyendo. No quiero cansarles con la
lectura pero creo que, de vez en cuando, es interesante recordarla.
Debería hacerlo Rajoy cuando
dice que las manifestaciones tienen que someterse a autorización previa, en
contra del artículo 21 que dice, precisamente, lo contrario. O el Ministerio de
Trabajo que se ha saltado aquello de “La ley garantizará el derecho a la
negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y
empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios” con la nueva
regulación de la negociación colectiva. O la Junta de Andalucía y el
Ayuntamiento de Cádiz con su peculiar comprensión del “Todos los españoles
tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada.” O Hacienda que no
recuerda aquello de que “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos
públicos de acuerdo con su capacidad económica”.
Una de las definiciones que más hilaridad me produce
es la de partidos constitucionalistas al PP y al PSOE en el marco de las
cuestiones nacionalistas vascas y catalanas. A veces, parece que lo único que
reconoce la Constitución Española es la indisoluble unidad de la Nación
española patria común de los españoles, que también. Pero el mismo furor que
ponen algunos en la defensa de esa parte de la Constitución o de aquella otra nueva
en la que se establece el principio de estabilidad presupuestaria deberían
ponerlo en la parte que establece la función social como límite a la propiedad
privada, la distribución de la renta personal más equitativa o la igualdad real
y efectiva.
Mañana, 6 de diciembre es el Día de la Constitución. Cuatro días
después, el 10 de diciembre, será el día de los Derechos Humanos. La
Constitución y los Derechos Humanos están muy próximos. De hecho, sólo un
puente los separa. Aunque, por desgracia, también es un puente por el que
apenas se circula, y es que los políticos, los banqueros y los demás poderosos
han prendido fuego al carril reversible.
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