Ya han llegado a 300. Pero no hablamos de los espartanos que lucharon contra los persas en la batalla de las Termópilas. Los 300 a los que me refiero han tenido una semana de medios, quizá algunos días más, pero no pasarán a la historia. Entre otras cosas porque solo son 300 más. 300 cadáveres que han sido ya rescatados de la barcaza hundida en Lampedusa tratando de alcanzar el sueño europeo desde el continente africano. Pero en el barco quedan aún algunos y en el fondo del Mediterráneo muchos más. Hasta 25.000 africanos, según las estimaciones menos pesimistas, han perdido la vida huyendo de la pobreza y de la miseria.
Las dantescas imágenes de las hileras de féretros, muchos de niños, las historias contadas por los submarinistas, esa madre que se ahoga aferrada a su hijo de pocos años… la tragedia de Lampedusa sacude a todo aquel que pueda mantener un mínimo de humanidad. Pero nuestras reacciones son tibias, con poco compromiso aunque las dimensiones del desastre admitan difícil comparación.
Cuando los africanos mueren poco a poco, no interesan. Si no mueren pero se juegan la vida tratando de saltar una valla, cada vez más alta, cada vez más fortificada, se convierten en asaltantes, en amenaza. Si mueren muchos a la vez en nuestras costas volvemos la cara un rato. Es la hipocresía de esta Europa. Una Europa cada vez más fortificada que no se para a pensar en los desheredados que se quedan a las puertas.
Y llegan los gobiernos, los mandamases de Bruselas, de Frankfurt, de Estrasburgo para prometer dinero en inmigración pero no cuentan en qué lo gastarán. Porque Europa ya se gasta mucho dinero en los inmigrantes subsaharianos. Euros para que los gobiernos del norte de África controlen a los inmigrantes y que estas tragedias no sucedan en nuestras costas que eso llama la atención de la opinión pública y nos hace mirar a África. Los muertos africanos en los desiertos tampoco importan.
Pero los gobiernos no cuentan que en Italia cambiaron las leyes para que cualquier ayuda prestada a un inmigrante se convierta en delito y que, tal vez por eso, dos pesqueros que divisaron a la embarcación a la deriva no pusieron empeño en rescatarlos.
Hoy aprovecho que hemos vuelto por unos días la cara para fijarnos en lo que les pasa a los que buscan el sueño europeo para advertir que mañana, la semana que viene y el mes próximo la tragedia seguirá ocurriendo y que nuestro compromiso después de haber esquilmado el continente africano, sostenido a dictaduras y desempoderado a los pueblos va más allá de pagar los entierros.
lunes, 14 de octubre de 2013
On air: La vergogna di Lampedusa
Con retraso cuelgo mi artículo de este jueves, dedicado a la tragedia de Lampedusa. Sin embargo, no pierde vigencia porque este viernes volvió a ocurrir otra tragedia en el intento desesperado de los desheredados de la tierra africana por llegar a las costas europeas. Precisamente, este miércoles la APDHA ha convocado una concentración en solidaridad con tantas y tantas víctimas habidas y por llegar y en repulsa por la actitud de los gobernantes de Europa.
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