jueves, 4 de octubre de 2012

On air: La huelga del Juaqui

Joaquin García Marín en huelga de hambre por su
puesto de trabajo. Foto: ugt-andalucia.es
La columna de esta semana para Radio Cádiz está basada en hechos reales. Tal y como lo cuento, el otro día, al ver la foto de los trabajadores despedidos por Sufi-Cointer que se han puesto en huelga de hambre en el edificio de los Sindicatos, reconocí al Juaqui. Me da pena por él y por su compañero, al que no conozco. Pero sobre todo, me da pena por nosotros, porque este es el país al que estamos llegando. Un país que quiere modular el derecho de manifestación y en el que una huelga te puede costar tu puesto de trabajo.


Hacía mucho tiempo que no veía al Juaqui. Tampoco es que se nos pudiera considerar amigos. Más bien conocidos. Durante varios años nos veíamos todos los días en el Pabellón y desde entonces, cada vez que nos cruzábamos por la calle nos saludábamos cortésmente. A veces me lo encontraba con el cepillo y el traje naranja. Otras, paseando con su familia. Pero hacía tiempo que no lo veía.

Desgraciadamente, el otro día vi su foto en internet y me dije, “pero si es el Juaqui”. Su foto ilustraba la noticia de los dos trabajadores que estaban en huelga de hambre por haber perdido su puesto de trabajo en la concesionaria de limpieza urbana, Sufi Cointer. El Juaqui es uno de ellos. El otro es Tomás Calvo. A Tomás no lo conozco más que de las noticias y de haber sido víctima de una agresión con un punzón durante la huelga de recogida de basuras en julio de este año. Y aquí es donde llegamos al meollo de la cuestión, a la huelga de julio.

Tras media vida trabajando en las distintas concesionarias de recogida de basuras, de repente han surgido motivos disciplinarios para despedir a estos trabajadores. ¡Qué coincidencia! Son los trabajadores que más se significaron como portavoces en la huelga de julio. Imagino que la empresa que tendrá más o menos cubierto el razonamiento legal, pero esta decisión sólo dos meses después de la huelga resulta especialmente sospechosa.

Es un ejercicio de fuerza empresarial. Poder despedir a dos trabajadores que se han significado en la defensa de sus derechos, los propios y los de sus compañeros sirve como golpe en la mesa y como advertencia para el futuro. El despido como instrumento para atemorizar. Es el camino al que nos llevan estas reformas laborales, este neoliberalismo en el que el trabajador es un privilegiado que cobra y no un sujeto con derechos.

Llegados a este punto habría que recordarles a los que usaron su tinta en algunos medios al servicio del poder para poner en evidencia a los huelguistas, al comisario político de San Juan de Dios que malversó dinero público para enfrentar a los ciudadanos con los trabajadores, a los que criticaron los sueldos de los barrenderos, que las únicas consecuencias de aquella huelga las han sufrido los propios trabajadores. La regata se celebró, Cádiz recibió a los miles de millones que contabiliza siempre Bruno, la basura se recogió; pero los trabajadores perdieron el dinero de aquellos días de huelga y dos de ellos han perdido su puesto de trabajo a la espera de que no pierdan nada más.

Es de suponer que el Ayuntamiento, como titular del servicio, pueda evitar una tragedia. Ellos siguen con la huelga de hambre y sus compañeros, de momento, no se achantan. Han organizado una movilización para mañana y han convocado una huelga para apoyarlos y exigir su readmisión.

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