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La duna de Valdevaqueros en imagen de lavanguardia.com |
Dicen que fue el levante el que salvó la costa de Cádiz. Cuentan que a finales de los 60 un alto cargo franquista vino a realizar una visita para impulsar la costa gaditana como enclave turístico pero se encontró con un día como hoy, con el levante volándolo todo hasta a los buitres. Con Levante no hay sol, ni playa, ni chiringuito ni ninguno de esos tópicos que acompañan el descanso veraniego de las masas. Por eso aquel ministro prefirió irse a la Costa del Sol, siempre más resguardada del viento.
La anécdota no sé si es verdadera pero explica que el desarrollismo de los 70 respetara la naturaleza del litoral gaditano. Mientras que el cemento se comía la costa mediterránea con símbolos como Marbella o Benidorm, en nuestra provincia aún se encontraban enclaves paradísiacos de dunas de arena dorada y fina. Bien es cierto que no todo se salvó y que también padecimos horribles esperpentos como el del Gran Hotel de Atlanterra aunque, hasta en ese caso, tuvimos la fortuna de que la Justicia y la economía provocaran la voladura de aquel adefesio costero, aunque tuviéramos que esperar más de dos décadas. Curiosamente, el levante, guardián de la costa, también se convirtió en fuente de ingresos para la zona. Convirtió Tarifa en el epicentro europeo del windsurf y fomentó un tipo de turismo peculiar, con un aire bucólico y hippy pero con un poder adquisitivo más alto de lo que parece. Además, los parajes naturales atraían turistas que generaban la intención en los desaprensivos de siempre de lucrarse aún pervirtiendo su condición paradisíaca. Sin embargo, por una razón o por otra los diversos proyectos que han tratado de socavar nuestros paraísos fueron rechazados, en El Palmar, en Trafalgar,… las bellas playas salvajes seguían siendo salvajes aunque cada vez menos vírgenes. Pero contra la crisis no podrá el levante. Esta semana es Valdevaqueros, uno de los últimos paraísos impolutos de nuestra costa el que está amenazado de muerte. La amenaza la firman un constructor con buenos contactos y un alcalde, muestra de la peor calaña de los políticos de la zona, tránsfuga de cuatro formaciones distintas y que ahora, bajo las siglas del PP, cuenta con la ayuda de andalucistas y socialistas. Esta vez el levante no será la solución para la conservación de nuestra costa. Esperemos que la Junta de Andalucía tenga el coraje suficiente para paralizar el proyecto. De lo contrario empezaremos a pensar que la presencia de Izquierda Unida en el poder autonómico es un brindis al sol. Pero sobre todo, habremos condenado a muerte a uno de los últimos rincones especiales de la costa del sur de Europa. Aunque quizá sea eso, quizá sea la forma de mostrar la opulencia de una economía decadente a esos inmigrantes que llegan en patera hasta la antigua playa de Valdevaqueros, futura urbanización de la vergüenza.