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La imagen es de la web angelpaloma.com |
Con esto de la huelga general y la Semana Santa no había tenido oportunidad de hablar en mis columnas para Radio Cádiz sobre el resultado de las elecciones autonómicas andaluzas. Hoy, aprovechando que se acaban de hacer públicos los resultados del referéndum interno de Izquierda Unida, he decidido dedicarle mi columna al acuerdo PSOE-IU y las exigencias que, como ciudadano, me plantea la participación de la coalición en el gobierno andaluz.
Estos días hemos tenido la confirmación oficial de que el esperado
pacto entre Izquierda Unida y el PSOE se produciría. Los militantes de la
coalición de izquierdas han apoyado de forma abrumadora la decisión de
coaligarse con el PSOE y participar en el gobierno andaluz. Lo del referendum
entre las bases como las llaman ellos, es una experiencia peculiar dentro de la
maquinaria partidista centralizada que padecemos. Hay quien considera que el
referendum ha sido un paripé. Sin embargo, aunque tuviera las directrices
fijadas, ya supone una muestra de respeto consultar a la militancia. Sin ir más
lejos, en el otro partido que participará en el gobierno de coalición nada
sabemos sobre lo que piensan sus militantes porque todo ha venido impuesto y
sin recurrir siquiera al paripé.
A la militancia de Izquierda Unida no le quedaba otra posibilidad. Después de
lo ocurrido en Extremadura y con el PP en la mayor parte de los gobiernos
autonómicos y, por supuesto, en La Moncloa, estaba obligado a generar un
gobierno que plantee alternativas al neoliberalismo feroz de los populares. Por
mi parte siempre he defendido la necesidad de un cambio de gobierno en
Andalucía pero me congratulo de que se mantenga cierto contrapeso a la
omnipotencia popular. Un gobierno autonómico puede, entre otras cosas, plantear
recursos de inconstitucionalidad, tan necesarios ahora que se pone en cuestión
el Estado Social.
Sin embargo, el camino que le queda a los representantes de la coalición de
izquierdas en el nuevo gobierno no va a ser, ni mucho menos, fácil. Hay demasiadas
cosas por hacer. No sólo se trata de luchar contra el desempleo y la situación
económica. Se trata de acabar con todos los vicios heredados de las tres
décadas de los socialistas en el gobierno y la consecuencias que ello conlleva,
especialmente, la confusión entre su partido y las instituciones, la
institucionalización de ese PSOE andaluz que está más cerca del PRI mejicano
que de un partido socialdemócrata moderno.Nos sobran los ejemplos. Que Pizarro pretenda que el abogado de la
Junta siga las directrices políticas antes que criterios jurídicos y actúe como
abogado de un imputado en lugar de defender la legalidad y los intereses de la
Junta es una muestra del concepto desviado que tiene de la institución
andaluza. Como lo es que alcaldes, concejales y algún diputado firmen que el
ínclito Fernández es un represaliado político y no un corrupto sin más.Enorme trabajo el que le queda por delante a esta
coalición en el gobierno. Muchas alfombras por levantar, muchos armarios que
limpiar con los responsables de toda esa suciedad acumulada demasiado cerca. Si
la participación de Izquierda Unida no sirve para que, por fin, haya
regeneración democrática en la Junta habrán decepcionado a sus votantes y a los
ciudadanos andaluces.
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