jueves, 12 de enero de 2012

On air: Colas en Valcárcel


En la misma semana Cádiz es noticia por dos sucesos muy diferentes. Por una parte la venta de entrdas para el concurso de Carnaval se convierte en otro espectáculo lamentable que parecía borrado de nuestra memoria. A los dos días la policía desaloja Valcárcel haciendo que muchos despertemos del bello sueño que allí se ha vivido. Dos imágenes muy distintas de Cádiz que coinciden en pocos días y que reflejan mejor que nada el nombre de este blog, las cargas y los privilegios, lo que somos y lo que deberíamos ser.
De tanto contarnos que somos unos flojos, los gaditanos nos lo hemos acabado creyendo. Es la etiqueta que nos tocó en la tómbola de tópicos. Antes éramos maricones según el criterio de un insigne falangista que después llegó a Premio Nobel. Sin embargo, de un tiempo a esta parte ya no se nos marca por nuestra condición sexual sino por nuestra inexistente capacidad de trabajo.
Hace treinta o cuarenta años a nadie se le ocurría decir que al gaditano no le gustaba trabajar, es un tópico moderno que supongo que debió empezar con la reconversión naval cuando en esta tierra se descubrió que sin trabajar te pagaban lo mismo que trabajando. Los sordos y otros prejubilados contribuyeron a alimentar esa idea de que aquí nadie quería doblarla y mientras que Astilleros se despoblaba de grúas y en Tabacalera cada vez olía menos a tabaco, nuestras calles se llenaban de videoclubs y mercerías. Después los videoclubs y las mercerías cerraron y no hubo forma de recuperar las grúas porque las habían transformado en el triángulo del consumismo. El paro crecía, nuestros jóvenes emigraban porque la crisis aún no se había comido al ladrillo en el resto de España pero aquí muchos seguían sin trabajar. La explicación que se consideró plausible de Cortadura hacia afuera nos culpaba a nosotros: los gaditanos son unos flojos, sólo se movilizan por sus cuatro cés el Cádiz, el Carnaval, la Caleta o las cofradías.
Nosotros hemos puesto de nuestra parte, sin lugar a dudas. Esos cómicos mediocres que han representado a Cádiz por toda España mientras que hacían bandera de su pericia para la pereza, de su flojera, de su vaguedad intrínseca en un monólogo o en un cuplé. Y nosotros en el día a día, alimentando el tópico de una ciudad que se para cada vez que suena una caja, un martillo o un gol.
Sin embargo, creo que el gaditano ha sido más víctima que responsable. Nos lo hemos tragado porque había gente interesada en que se difundiera esa generalización. Porque así resultaba más fácil destruir nuestro tejido industrial, así se explicaban muchas cosas, el desempleo, el inmovilismo, los niveles de pobreza,... Mientras que protesten cantando un pasodoble no son peligrosos para el poder, han pensado siempre los que mandan.
Esa es la imagen que quieren transmitir de Cádiz, la de las noches al raso esperando para comprar unas entradas de Carnaval. Habíamos desterrado las colas pero la incompetencia de un concejal de Fiestas que no serviría ni para la concejalía de Playas de Logroño nos devuelve los cuadros tercermundistas de las sillas de playa, los reventas y las peleas. Curiosamente, la misma semana, la policía desaloja pone fin al sueño de Valcárcel. Una semana que nos muestra que sí, que hay gaditanos a los que sólo les preocupa con quién salga Subiela este año. Pero hay otros que no, que están preocupados por Valcárcel, el Olivillo, Tiempo Libre, el paro, la pobreza... y se mueven y trabajan. Pero esos no interesan a los que mandan porque con gente así se acaba el tópico que acusa a nuestra propia desidia de todos los males que nos suceden y nos podemos dar cuenta de que esos edificios abandonados son el reflejo del abandono que sufre esta ciudad y sus ciudadanos desde hace mucho tiempo.

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