viernes, 10 de septiembre de 2010

La carga de un privilegio: presentación

Durante un tiempo, estuve en mi ventana en San Juan de Dios a ras de suelo. Fue una época pasada, fruto de una tremenda decepción ante las mentiras del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cádiz.

Aquella etapa está cerrada, aunque a día de hoy, aún no he recibido la sentencia de un proceso que ha sido demasiado largo y bastante ingrato. No obstante, diga lo que diga la jueza del Contencioso-Administrativo nº 3 de Cádiz, me queda la honda satisfacción de que, a raíz de mis denuncias ningún otro joven gaditano recibió de Procasa un piso que no satisficiera las condiciones de la adjudicación.

Pero ya digo que aquello pertenece al ayer y, por eso, he decidido mudar mi ventana desde aquel suelo de San Juan de Dios hasta este nuevo rincón cuyo título –“La carga de un privilegio”- creo que debo explicar.

En realidad todo responde a una broma y a una realidad. La broma es la de un amigo mío que, cuando hablamos de nuestras cosas siempre me considera un privilegiado porque de los que nacieron a finales de los 70, tienen un título universitario y viven y trabajan en Cádiz quedan poquitos.

La realidad es que yo lo siento así. Siento que soy un privilegiado por disfrutar de estos atardeceres maravillosos. Por tener la casa de mis padres a tiro de un paseo. Porque mi otra mitad y yo podemos vivir en Cádiz y que el sudor de nuestra frente se derrame en tierra gaditana.

Siento que soy un privilegiado y también siento que llevo sobre mí esa carga. Siento que Cádiz envejece, que pierde el espíritu crítico, que se olvida de esos hijos que viven fuera, ya sea no muy lejos, lejos o lejísimos. Siento que, por ellos, debo mantener la rebeldía, las ganas de que el mundo, y dentro del mundo mi mundo más cercano, Cádiz, mejoren.

Por ellos y por el pequeño que está por llegar. Siento que mi hijo vivirá en una ciudad más muerta que la de mi infancia. Que él también disfrutará de las gradas en Carranza, pero que no verá al Madrid sino al Sangonera. Que no podrá cumplir los 20 en la casa que le vio nacer y tendrá que mudarse porque a sus padres no les renovarán el alquiler. Que oirá hablar de Tabacalera, Astilleros o Navalips como algo del pasado remoto, de la prehistoria.

Esa es la razón del título de este blog. Esa es, también, la razón de que escriba estas líneas. Espero escribir a menudo. Espero, al menos, colgar las columnas que emita en Radio Cádiz el tiempo que Carlos Alarcón tenga a bien que siga colaborando con ellos. Espero, también, recuperar algunas cosas de las que he colgado en mi ventana, sobre todo, las más personales, porque no me gustaría que se perdieran mis afectos más sinceros a las personas que me dan o me han dado su cariño día a día. Y espero, esencialmente, que este espacio reciba la visita de amigos, conocidos y desconocidos que enriquezcan con su opinión mis comentarios.

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