jueves, 14 de febrero de 2013

On air: Patrimonio de la Humanidad

En una semana en que Cádiz permanece en estado catatónico, la mejor manera para salir en los medios es hablar de Carnaval. Eso lo ha aplicado la concejal socialista Marisa de las Cuevas con una propuesta original... si no fuera porque llevamos 30 años en Cádiz a vueltas con lo del Patrimonio de la Humanidad.


El Grupo Municipal Socialista ha anunciado su intención de promover en el Ayuntamiento la declaración del Carnaval de Cádiz como Patrimonio inmaterial de la Humanidad. Vaya por delante que saber que en el grupo socialista del Ayuntamiento queda gente con vida es siempre una buena noticia porque su desaparición física e intelectual durante los últimos meses hacía temer lo peor. 
Lo que me convence menos es la propuesta realizada. Lo del Patrimonio de la Humanidad parece una de esas ideas que tienen nuestros ediles, sean del color político que sean, cuando se aburren y no tienen otra cosa mejor en la que pensar. Ya pasó en su momento con la declaración de Cádiz como Patrimonio de la Humanidad, objetivo expresado en diversas ocasiones pero nunca conseguido. Cíclicamente han surgido voces que pretendían plantear esta aspiración como si el reconocimiento por la Unesco nos pudiera salvar de la deriva que llevamos.
Algo parecido ocurre con el Carnaval. Este Carnaval que nació siendo una fiesta de los gaditanos se convirtió en Fiesta de Interés Turístico Internacional y después en patrimonio de los andaluces por efecto de las cámaras de Canal Sur. Ahora quieren hacerlo Patrimonio de la Humanidad como si la declaración pudiera salvarlo de la deriva que lleva. 
Ciertamente, estaría bien eso de compartir con la humanidad una parte de nuestra fiesta. Aquella que tiene que ver con el ingenio, con la música, con el humor. Esa parte del Carnaval que es diferente y de la que nos podemos sentir orgullosos como gaditanos. Pero, precisamente, esa es la parte que no es de nadie más que de sus participantes. El Gómez, las Niñas, el Selu, los del Perchero, los Guatifó y muchos otros son ejemplo de lo mejor que tiene esta fiesta. 
Pero no es oro todo lo que reluce en el Carnaval. No creo que la humanidad quiera hacer suyos el cutrerío de la Cabalgata del domingo o los orines en las esquinas o la basura que dejan los botellones de los sábados de Carnaval. Habría que plantearse primero desterrar todo lo que tiene de malo este Carnaval antes de querer convertirlo en lo que no es.
Puestos a solicitar la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad yo lo solicitaría a la capacidad que tiene Cádiz de sobrevivir de Carnaval en Carnaval. Porque muchos de los que nos sacan una sonrisa en febrero pasan después once meses sin un trabajo ni una vivienda digna. Esa debería ser la misión de los políticos en días como estos y dejar los anuncios grandilocuentes y vacíos cuya única intención es arrancar un titular.

jueves, 7 de febrero de 2013

On air: El mal llamado Caso Bárcenas


Lo siento pero no me sale escribir del veredicto del Jurado del COAC. Supongo que para emitir una columna en un día como este en Cádiz sería lo más solicitado pero como a mi me dejan hablar de lo que quiera (se llama libertad de expresión, señores de Onda Cádiz) pues he vuelto al asunto de los sobres y la financiación irregular en el Partido Popular que ha llegado hasta las puertas de San Juan de Dios para salpicar a Teófila Martínez.

No me gusta llamar al Caso Bárcenas, Caso Bárcenas. Es la táctica de centralizar la cuestión en un solo individuo dentro del entramado del Partido Popular. Lo ha hecho esta mañana Carlos Floriano en la Cadena SER y desde mi punto de vista es una trampa para escabullir la responsabilidad. El tinglado destapado a medias entre el periódico El Mundo y El País es el escándalo de corrupción más grande que ha salpicado del Partido Popular y, probablemente, a la democracia española.

Tan grande es el escándalo que sus derivadas han llegado hasta nuestra pequeña Cádiz. Teófila Martínez aparece en la contabilidad B del Partido Popular que publican los medios de comunicación. Es curioso que hasta sus rivales políticos hayan descartado que lo de Teófila sea una cuestión de enriquecimiento personal. No seré yo el que ponga en duda la honorabilidad de la señora Martínez. Tampoco parece Rajoy un personaje preocupado en su situación económica y cobra una indemnización por vivir en Madrid a pesar de que entre todos le pagamos La Moncloa. De todas formas, si ella no recogió el sobre y lo hizo alguno de sus secuaces, desaparece la convicción de que no ha habido enriquecimiento personal.

En todo caso, la cuestión no radica en el empleo de ese dinero que se repartía en sobres. Lo verdaderamente importante es el origen de ese dinero. Dicho de otro modo, quién pagaba las comisiones y para qué las pagaba. El elenco de nombres aparecidos hasta ahora remite a personajes con intereses en contrataciones públicas. Si un empresario paga una comisión de 600.000 euros, imaginamos que lo hace, según criterios empresariales, para obtener posteriormente un beneficio mayor. Pero lo peor es que ese beneficio mayor sale de que se empleen peores materiales en la construcción, de que se cobre más a los usuarios de los transportes, de que se dé peor servicio a los enfermos en los hospitales concertados,…

Volviendo a Floriano y sus declaraciones de esta mañana, creo que desviar el tiro no conduce a nada bueno. Resulta poco creíble que Bárcenas amasara una fortuna de 21 millones de euros desviándola de los fondos legales del Partido Popular y nadie se diera cuenta. O tuvieron connivencia con él o son tontos y en el Partido Popular hay pocos tontos.

El PP se encuentra ante la tesitura de ocultar debajo de la alfombra este escándalo o someterse a una auténtica catarsis que implique al otro gran partido. Si hace lo primero resistirá a corto plazo pero su credibilidad a medio y largo plazo estará tocada para siempre. Si opta por los tan cristianos, reconocimiento de culpa, dolor de los pecados y propósito de enmienda, es posible que el sistema de partidos tal y como lo conocemos actualmente entre en una dura crisis pero es la única forma de que la democracia española salga reforzada de este grave trance.